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Un problema latente que pone a la alimentación adecuada como némesis.shutterstock: VGstockstudio

Cuerpo perfecto ¿a toda costa?

Bajar de peso es un problema para muchos, pero recurrir a medidas aceleradas podría generar inconvenientes a largo plazo. Conozca cuáles son.

Ver su figura en el espejo es un arma de doble filo. Todo va a depender de cómo se sienta mentalmente. Un día se levanta con mucha alegría, embelesada por su apariencia, pero en otros solo desea que la gente no le dirija ni una sola mirada.

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Sin excepción, al menos una vez en la vida, las mujeres pasan por esta situación. Síntoma colateral de las percepciones perfeccionistas que les ha impuesto la sociedad a ellas.

Al buscar formas de alcanzar estas expectativas, se recurre a dietas, exceso de ejercicio y, en casos más drásticos, pastillas y laxantes para acelerar la pérdida de peso.

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Además del conocido ‘efecto rebote’, hay otras consecuencias que señala el médico internista Orlando Pin Benavides, máster en Salud Pública. Al tener una relación constante con estos medicamentos, se presentan complicaciones con la presión arterial, insuficiencia renal, gastritis, colitis, problemas de coagulación y adicciones.

Eso no es todo. Un estudio realizado por investigadores del Harvard School of Public Health y Boston Children’s Hospital a 10.058 mujeres y niñas de 14 a 36 años, arroja que las personas que utilizan pastillas y laxantes para bajar de peso (con o sin prescripción médica) desarrollan, a largo plazo, trastornos alimenticios. El doctor Pin añade que esto sucede a causa de sus componentes, como las anfetaminas y las benzodiacepinas.

  • ENTRE RUMORES SE ASOMA LA VERDAD

En Ecuador, estos fármacos son de venta libre. Pero algunos, por sus componentes similares a los de los venenos para alimañas, tienen prohibida su venta. Lamentablemente, su desaparición no ha sido definitiva. “En centros estéticos clandestinos de Guayaquil se usaban diuréticos, sedantes más veneno de ratas, que es además anticoagulante, porque disminuye el efecto de la vitamina K1, lo que causa hemorragias”.

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El peor enemigo es no mismo. Hay que ser gentiles.Freepik: Dragos Condrea

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Para la psicóloga clínica Leonor Díaz, existen varios factores que desencadenan los trastornos alimenticios. “Por un lado, los culturales o sociales, que se evidencian muchísimo en redes sociales. Por otra parte, están las experiencias, el ser objeto de burlas y tener familiares que presionan por bajar de peso”, detalla.

El entorno es fundamental. Aunque las acciones no sean malintencionadas, pueden herir. No obstante, la psicóloga añade que el peor enemigo de cada uno es la mente, puesto que la personalidad junto con algunos trastornos mentales pueden provocar que la autoestima disminuya, lo que ocasiona que aparezcan obsesiones por la apariencia.

  • SIGA ESTOS CONSEJOS

Si usted conoce de alguien que esté pasando por alguna de estas situaciones o se identifica con ellas, la psicóloga Díaz recomienda proceder de la siguiente forma.

  1. Los otros. Una palabra puede herir más que un golpe. La exigencia por la perfección, el aislamiento social, insultos e, incluso, las carencias afectivas son algunos comportamientos de adultos y pares que tienden a inducir una mala percepción corporal. Cuando existe un problema como este, los padres o tutores deben mantener una comunicación honesta, amable y fluida con los chicos. Hay que poner más valor en la salud y atributos que vayan más allá de lo físico.
  2. Autoestima. Aceptarse es un trabajo difícil, mas no imposible. Poner en primer plano el bienestar integral es un buen comienzo. También es beneficioso rodearse de personas agradables y respetuosas. Estas interacciones lo invitan a sentirse bien consigo en su misma piel.
  3. Ejercicios y dietas. Son buenos para la salud, pero tenga en mente que un cuerpo perfecto es donde habita una persona feliz. No disfrutar de una vida plena irrumpe en sus actividades cotidianas y perjudica su estado de ánimo. Al primer indicio de estas señales, es mejor tomarse un respiro de esa rutina tóxica y buscar formas menos dañinas para mantenerse estable.
  4. Trastornos latentes: Si ya padece de un desorden alimenticio, no es recomendable manejar la situación por su cuenta. Es bueno trabajar con un grupo de profesionales, como un nutricionista, un médico general y un psicólogo, para lograr un cambio integral en la relación con la comida, la salud y con su propio cuerpo.