Seguramente, alguna vez en su vida se ha topado con un perfeccionista, aquella persona que no sale de la casa sin un planificador o se ofusca cuando algo se sale de su control. “Es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por la tendencia a rechazar todo lo que no sea perfecto. En ocasiones puede ser derivado de algún trastorno mental como el TOC (trastorno obsesivo compulsivo), o sencillamente se construyó a través de un miedo adquirido en la infancia”, explica Leonor Díaz, psicóloga clínica especialista en terapia de tercera generación.

Y si bien es cierto que este rasgo puede ser positivo y hacer al individuo más responsable y eficiente, cuando está muy marcado puede constituir una verdadera limitación.

Por ello, Morgan Schafler, exterapeuta de Google, luego de evaluar detenidamente el comportamiento de varios trabajadores, logró clasificar el perfeccionismo en cinco tipos: intensos, clásicos, parisinos, procrastinadores y desordenados. Veamos si se identifica con alguno de ellos.

• Los cinco tipos

1. Clásicos: Ellos reflejan el estereotipo de un perfeccionista. Organizados y confiables, aunque se frustran muy rápido.
2. Intensos: Son muy buenos en lo que hacen, pero son malos en mantener alguna relación social. Personas como el chef Gordon Ramsay reflejan esta actitud.
3. Parisinos: Transmiten tranquilidad y son buenos en ayudar a los demás, pero muchas veces a expensas de su propia estabilidad emocional.
4. Procrastinadores: Se fijan en esperar en tener las mejores condiciones para iniciar su trabajo que en ocasiones no llegan.
5. Desordenados: Aman comenzar nuevas actividades con entusiasmo, pero si el proceso del proyecto no le genera la misma emoción no continúan.

• Malos hábitos

Si las actividades que antes realizaba o ejercía con entusiasmo y energía, hoy le causan desazón o le hacen sentir mal, posiblemente esté en una situación perjudicial para usted.

Para salir de esos ciclos oscuros lo primero que debe hacer es reflexionar sobre el origen de esa insatisfacción, si es por miedo de no ser eficiente o porque carece de tiempo para cumplir lo que se propone. El segundo paso es revisar sus metas y modificarlas; si estas no le están ayudando a surgir, ser más amable consigo mismo y proceda a alimentar su autoestima.