Arte
Quienes perdieron a un familiar en la pandemia escribieron cartas de despedida.Cortesía

Cartas entrelazadas para un ritual de despedida

El artista Falco convivió con una comunidad que perdió a familiares en la pandemia. Los ayudó a decir adiós a través del fuego

La mesa estaba llena de velas, de flores secas que se mezclaban con otras frescas recién cortadas de los jardines del barrio. Había comida, de esa que les gustaba a quienes partieron en los días más duros de la pandemia. También estaban sus fotografías. En Socio Vivienda 2, al noroeste de Guayaquil, era el momento de desahogarse, de decir adiós después de tanto tiempo.

Fernando Falconí estaba allí para ayudarlos a proponer sus propios rituales de despedida, de escribir en un papel esas palabras que se quedaron atrapadas por la desesperación y que no habían podido exteriorizar. Era un ejercicio íntimo para ir soltando el dolor.

Fernando, un artista cuencano conocido como Falco y que residió diez años en Quito, estuvo una semana conviviendo en este sector guayaquileño para conocer de cerca sus historias. Vivió en casa de Gloria Guerrero, lideresa de la comunidad y quien este año perdió al padre de tres de sus hijos. Se lo llevó la pandemia.

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“Gloria me contaba de algunas personas que, por la desesperación o por falta de recursos económicos, depositaban fallecidos a las puertas de la UPC del barrio. Otra vecina me dijo, entre lágrimas, de cuerpos apiñados en contenedores de destino incierto. La memoria es una herida que suele cicatrizar con el tiempo”, dice el artista que en el lugar realizó su propuesta como parte de la exposición Tiempo Devenir, que se inaugurará en diciembre en el Museo Nahim Isaías.

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En una mesa se colocaron las fotografías junto a las velas y a las flores.Cortesía

Es la primera obra de esta muestra en la que uno de los artistas trabaja con la comunidad, pues casi todas debieron realizarse en casas y talleres debido al confinamiento.

Falco, quien cursa un doctorado en Artes en México, decidió vivir la experiencia en aquel barrio, al que recuerda como un hervidero de gritos, música de parlantes, sonar de taximotos y, de vez en cuando, un fogonazo o el ruido de machetes. Acudió allí aunque sabía que era una zona conflictiva, pero era también una de las que había vivido las consecuencias más dramáticas por la pandemia.

Por eso, esa tarde se reunió con todos en una cancha, un lugar al que llegó con el apoyo de Billy Navarrete, experto en Derechos Humanos. Les propuso escribir cartas que prefirió que quedaran así, en la intimidad. Él también dedicó una a su abuela.

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Todos los mensajes se juntaron en ese momento y quedaron entrelazados. Había entonces que darle una salida a ese dolor que había quedado plasmado en los papeles. “Como trabajo desde la performance, entiendo el sentido purificador del fuego como ritual, de llevar las cosas de una dimensión a otra, así que decidimos quemar ese tejido”, cuenta Falco.

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Falco juntó las cartas y las colocó en una olla para iniciar el ritual del fuego.Cortesía

Cada uno de los presentes, quienes se habían colocado minutos antes en círculos para hablar de lo que sentían, tomaron una parte de las cenizas para lanzarlas al viento. “Oye, sacaste mariposas negras de esa olla, ¿no?”, le dijo Joel, un niño de 9 años.

“Sonreí. Los vestigios de papel llevados por el viento provocaron esa imagen al muchacho. Estuve, desde mi formateada adultez, a punto de corregirle: de decirle que eso que vio eran cenizas dispersándose. Pero luego pensé en las magias, y me pregunté quién era yo para desmentir el encanto fraguado desde su mirada”, recuerda. Miró un momento los brillantes ojos del niño y le respondió que sí, que eran mariposas. “Mariposas que nunca pararán de volar”, dijo.

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Por estos días, Falco alista los videos e imágenes que presentará en Tiempos Devenir, para que el público sienta lo que se vivió esos días entre el artista y la comunidad, en ese ritual de despedida por la pandemia.

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Falco compartió con la comunidad un momento de reflexión y de desahogo.Cortesía