
Brigadas médicas, víveres y fe: así ayuda Luz que transforma
La Fundación Luz que transforma ha logrado extender su labor a distintos sectores vulnerables con acciones concretas
En 2020, el mundo enfrentaba una crisis sin precedentes. La pandemia del COVID-19 no solo afectó la salud global, sino que también agudizó las desigualdades sociales, dejando a miles de personas en situación de extrema vulnerabilidad. En medio de ese panorama sombrío, un grupo de creyentes con vocación de servicio decidió organizarse para tender una mano a quienes más lo necesitaban.
Así nació la Fundación Luz que transforma, una iniciativa con raíces cristianas liderada por Luz María Cedeño, que desde entonces se ha convertido en un faro de ayuda y esperanza para niños, ancianos y personas con discapacidad.
“Empezamos con lo que teníamos: nuestro tiempo, nuestras manos y un deseo inmenso de servir”, relata Cedeño. En sus inicios, la fundación realizaba recorridos por barrios empobrecidos entregando víveres, medicinas y ropa a familias afectadas por el confinamiento y la pérdida de ingresos.
Voluntarios movidos por la fe y el servicio
Poco a poco, la labor se expandió, y lo que empezó como una respuesta solidaria frente a la emergencia, se consolidó como un compromiso continuo con el prójimo. Hoy, cinco años después, Luz que transforma sigue creciendo y abriendo caminos para llevar ayuda tangible y consuelo espiritual a quienes atraviesan situaciones difíciles.
A lo largo de este tiempo, la fundación ha desarrollado múltiples proyectos sociales, siempre con el enfoque de atender a los sectores más desprotegidos. Uno de los ejes más importantes ha sido la atención a niños en situación de pobreza extrema, a quienes se les brinda ropa, obsequios en fechas especiales como Navidad y el Día del Niño, y atención médica gratuita a través de brigadas organizadas por voluntarios.
Además, han entregado sillas de ruedas a personas con discapacidad y llevado esperanza a pacientes pediátricos en el hospital SOLCA, a quienes visitan con oraciones, regalos y palabras de aliento.
También han apoyado a iglesias y comunidades cristianas con materiales y capacitaciones para fortalecer su labor evangelizadora, especialmente en zonas rurales y periféricas. Para la fundación, la ayuda espiritual es tan importante como la material.
“Cada vez que llegamos a una comunidad, no solo llevamos cosas. Llevamos fe, llevamos compañía, llevamos luz”, recalca la vocera. Esa luz está inspirada en Proverbios 19:17, que dice: “A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.”
¿Cómo unirse a la Fundación Luz que transforma?
La estructura de la fundación está conformada por un equipo de 25 personas, entre capellanes, miembros de iglesias y colaboradores voluntarios. Si bien no cuentan con grandes auspiciantes ni fondos estatales, han logrado sostener su trabajo gracias al compromiso y la generosidad de quienes donan tiempo, recursos y energía por amor al prójimo.
“Aquí nadie cobra un centavo, todo lo hacemos por amor”, afirma Cedeño. Para quienes deseen integrarse a esta misión, basta con comunicarse al número 0990778054 o visitar la página en Facebook Fundación Luz que transforma, donde se publican sus actividades, testimonios y convocatorias.
Nuevos retos: rehabilitación, alimentación y atención a adultos mayores
Actualmente, Luz que transforma trabaja en tres proyectos prioritarios: un programa de terapias de rehabilitación para personas con discapacidad, la creación de un comedor comunitario para atender a personas en situación de pobreza extrema, y un plan de asistencia integral para adultos mayores que viven en condiciones de abandono.
Estos nuevos frentes de acción reflejan el deseo de la fundación por ampliar su impacto y servir con más fuerza a los sectores olvidados por el sistema.
“Queremos seguir creciendo, pero siempre con los pies en la tierra y el corazón en el cielo”, expresa Luz María Cedeño. Y es que para ella, cada proyecto, cada entrega y cada visita es una forma concreta de vivir el amor de Dios. La fe, la solidaridad y la acción son los pilares que han sostenido este camino.
En un país donde la desigualdad y el abandono son parte del día a día, la labor de Luz que transforma se levanta como un acto silencioso pero poderoso. No son una gran ONG ni buscan protagonismo, pero su impacto es profundo y duradero.
“Dios ha sido nuestro proveedor y nuestro guía. Cuando sentimos que no podemos más, Él envía personas, recursos, oportunidades. Por eso no nos detenemos”, concluye su vocera.