ONG Nueva Vida
Fundación Nueva Vida transforma la realidad de madres adolescentes, jóvenes y niños de sectores vulnerables de GuayaquilCortesía

Una sopa que alimenta el alma: el impacto silencioso de la Fundación Nueva Vida

Fundación Nueva Vida transforma la realidad de madres adolescentes, jóvenes y niños de sectores vulnerables de Guayaquil

En medio de los barrios más golpeados por la desigualdad en Guayaquil, el suburbio, el Guasmo y ahora también Guangala, florece una esperanza concreta llamada Fundación Nueva Vida. Detrás de este proyecto está la vocación de servicio que surgió en 2012 como una iniciativa parroquial y que, desde 2018, se consolidó como fundación con respaldo eclesiástico. “Vimos muchas madres adolescentes sin ninguna posibilidad de estudiar, y pensamos en ofrecerles un momento de aprendizaje que les permitiera luego emprender”, relata Susana Veloz, una de las impulsoras de este sueño hecho acción.

Iniciativas que transforman vidas en el sur de Guayaquil

La organización comenzó con talleres de manualidades y capacitación básica para mujeres en situación de riesgo social. Hoy, su alcance es mucho más amplio: alberga espacios para jóvenes con formación en carpintería, cerrajería, serigrafía, peluquería, uñas, corte y confección. “Queremos que aprendan y emprendan, que tengan herramientas reales para generar sus propios ingresos”, insiste Veloz.

Una de las iniciativas más emblemáticas de la institución es el programa “Sopita Caliente para el Alma”, que brinda desayunos, almuerzos nutritivos y refuerzo escolar a más de 60 niños y adolescentes. “Las mamitas vienen a cocinar. Se preparan alimentos sanos y luego se les ayuda con tareas. En la tarde también se les da un refrigerio”, cuenta Susana con la sencillez de quien habla de un acto cotidiano, pero que transforma realidades profundamente.

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En el suburbio, además, hay un enfoque especial en el arte urbano como canal de expresión y contención. “Tenemos grupos de danza como breakdance y hip-hop porque creemos que los jóvenes necesitan arte, cultura, espacios seguros. Eso los mantiene lejos de las calles y de las bandas”, explica. Gracias a estas actividades, la Fundación logra atender mensualmente entre 150 y 160 personas, incluyendo madres, niños, jóvenes y formadores.

La ayuda que se ofrece no se detiene en la alimentación o la formación técnica. La Organización No Gubernamental también ha gestionado becas para 13 estudiantes en escuelas de la Arquidiócesis de REA y ha provisto útiles escolares a al menos 20 niños este año. “Lo que queremos es que el estudio los aleje de la calle, de la delincuencia, de caer en redes de violencia”, reflexiona Veloz.

El voluntariado siempre está abierto 

Pese a su amplio impacto, los recursos son escasos. Por eso, la ONG mantiene abiertas sus puertas al voluntariado y a las donaciones económicas. “Dar de comer a 60 niños cada día no es fácil. Siempre buscamos recursos para eso y también para apoyar a los chicos con materiales”, confiesa Susana.

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Mirando hacia el futuro, uno de los sueños más grandes del equipo es la adecuación de una pequeña cancha de fútbol en el suburbio. “Queremos convertirla en una cancha sintética donde los jóvenes puedan estar seguros, hacer deporte y mantenerse alejados del peligro”, dice, con la esperanza intacta de quien cree que lo pequeño puede cambiar el mundo.

En un entorno donde la pobreza muchas veces se convierte en condena, la Fundación Nueva Vida construye salidas reales. Con una sopa caliente, un taller de costura o un paso de baile, devuelve a cientos de niños, adolescentes y madres el derecho a soñar, aprender y vivir con dignidad.

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