
Artesano quiteño recrea en madera la Basílica del Voto Nacional con 13.000 piezas
Carlos Tapia replicó el templo neogótico más grande de América, con pino, laurel y cedro
A pocas cuadras de la Basílica del Voto Nacional, que está encaramada en una empinada cuesta del centro histórico de Quito, el artesano Carlos Tapia seleccionó siete tipos de madera que cortó en piezas, talló, lijó y ensambló con precisión quirúrgica para dar vida una réplica a escala de esa iglesia, considerada el templo neogótico más grande de América.
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Entre 1890 y 1896, el arquitecto francés Emilio Tarlier, con experiencia en construcciones similares en España, Francia e Inglaterra, hizo los planos de la Basílica, inspirado en Notre Dame, una de las obras maestras más notables de la arquitectura gótica.
La Basílica -cuya nave central tiene 140 metros de largo por 35 de ancho y 30 metros de altura, así como 74 metros de alto en el crucero-, es uno de los monumentos del centro colonial de Quito, que Tapia reprodujo con 13.350 piezas en pino, laurel, cedro, nogal, canelo, colorado y bambú talladas a mano en menos de tres años.
Características de la obra
De 2,30 metros de largo, 1,32 de ancho y torres que alcanzan los 1,85 metros de alto, la obra de Tapia tiene 10 puertas repujadas en aluminio, seis relojes en funcionamiento, decenas de gárgolas, 38 ventanales con láminas que, con coloridas luces interiores, insinúan los vitrales de la Basílica original.
Tapia -nacido en Quito hace 73 años- inició en la carpintería a los 13, motivado por su padre para que aprendiera un oficio y apoyara al sustento del hogar, donde era el último de tres hermanos.
“Soy creyente, soy católico y, prácticamente, este (ser artesano) es un don que Dios me ha dado, y ésta (basílica) es la obra de arte de papá Dios”, dijo a EFE junto a su templo a escala, que respira historia, arte, devoción, y que exhibe en su cafetería “Virutas”, frente a su taller en el centro histórico, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, donde comenzó a ‘construirla’ en época de pandemia, con jornadas de ocho a doce horas diarias.
Aunque tomó 110 fotos como referencia, el estar a pocas cuadras de la Basílica le facilitó acercarse con frecuencia para captar algún detalle para su obra, que se desmonta en 14 bloques.
En su escultura, también son extraíbles las gárgolas: iguanas, tortugas, tigres, armadillos, culebras, además de garzas (compuestas por seis piezas cada una) y buitres.
Y es que, aunque la mayoría de las catedrales góticas siguen la tradición europea, con gárgolas de piedra destinadas -según se dice- a ahuyentar malos espíritus o a servir como desagües pluviales, cuando inició en Ecuador la construcción de la Basílica a finales del siglo XIX, las reemplazaron por figuras de animales propios del país, en homenaje a su rica biodiversidad.
La creación de Tapia, con tres torres y doce cúpulas, guarda en su interior diminutas pieza de cinco por cuatro milímetros. El artesano cuenta que recurrió a diversas maderas para que fueran sus tonos naturales los que aporten color a su basílica, protegida únicamente con barniz.
“Cuando se tiene amor a la tallada nada es difícil”, dice risueño frente a su obra plagada de detalles, copia de los de la Basílica original, hecha en piedra.
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