
Antonio Borja: el chico de los patines que convirtió la alegría en su misión
No solo anima eventos con sus caracterizaciones, también recorre las calles sobre ruedas ayudando a quienes más necesitan.
En un mundo donde la perfección parece dominar las pantallas, Antonio Borja apuesta por lo real. “Lo robótico ya pasó de moda. Las marcas y la gente buscan humanidad”, dice sin rodeos. Y esa autenticidad es su sello: no solo patina y anima, sino que también sirve. Su historia es la de un joven guayaquileño que convirtió los patines en una herramienta para ayudar a otros, llevando alegría, empatía y esperanza por las calles de su ciudad.
Su energía es contagiosa, su propósito, claro. “Estoy en este mundo para servir”, repite varias veces, como si fuera un mantra. Desde sus inicios emprendiendo en animaciones con Top Borja hasta su paso por Mr. World 2024, Antonio ha entendido que la verdadera belleza no está en el aplauso, sino en el impacto.
“Voy con mis patines y busco a personas que viven en la calle para ayudarlas a vender lo que tengan”, cuenta. Lo hace sin guion, sin esperar recompensa. A veces graba las experiencias para inspirar a otros; otras, prefiere el anonimato. Su intención es simple, pero poderosa: usar su visibilidad para multiplicar la bondad. “De qué me sirve tener popularidad si no la uso para compartir información y esperanza que valgan la pena”, reflexiona.
En tiempos de marketing y filtros, su filosofía rompe moldes. No acepta campañas de bebidas alcohólicas ni casinos, aunque sean lucrativas. “¿Por qué voy a promocionar algo que no consumo?”, se pregunta. Prefiere asociarse con causas que lo representen, como fundaciones que apoyan a mujeres o niños. Para él, la coherencia no es negociable: su imagen no se vende, se comparte.
Y mientras patina entre calles para esta portada de EXPRESIONES, Antonio nos cuenta cómo inició sobre ruedas. “Yo soy el chico de las flores, el de los patines”, dice entre risas. Y lo cierto es que su historia ya patina sola.
“Me escapaba del colegio para animar eventos”
Su historia es la de un chico que cambió las escapadas del colegio por una carrera con propósito. A los 16 años ya tenía claro que los escenarios eran su lugar. Mientras su mamá creía que asistía a extracurriculares, él alistaba su mejor sonrisa. “Me escapa del colegio para animar eventos infantiles”. Con su primer sueldo compró trajes para hacer caracterizaciones, su favorito fue Blippi. “Amo trabajar con niños, mi sueño es ser papá”, confiesa.
De las fiestas infantiles pasó a las grandes tarimas a nivel nacional, a la par que estudiaba Comunicación Social. Su talento para transformarse lo llevó a caracterizar artistas como Bad Bunny. Ese éxito lo ayudó a entender que su arte podía ser también un emprendimiento. Así nació Top Borja, su empresa de animación y producción de eventos. Hoy no se presenta solo, sino que da empleo a cantantes, bailarines, actores y modelos. “Soy un generador de oportunidades”, resume.
“Estoy aquí para servir, no para figurar”
¿Cuándo empieza la historia con los patines?
Cuando tenía 20 años, conocí a un señor que vendía morocho en la Alborada. Y con unos amigos, decidimos ayudarlo a vender. Sin patines todavía. Pero me quedó grabada la experiencia. Pensé: ‘¿Cómo puedo ayudar de una forma más rápida y visible?’. Y ahí nació la idea de usar mis patines y ternos de animador para colaborar con la venta de productos de personas vulnerables.
¿Y funcionó?
Sí, increíblemente. Después comencé a grabar esos momentos para visibilizar dónde pueden comprar sus productos. No todos quieren aparecer en cámara, y respeto eso. Pero igual los ayudo.
¿De dónde viene esa sensibilidad?
De mi crianza. Crecí rodeado de mujeres: mi mamá, mi abuela, mis tías, hasta mi tatarabuela. Mujeres fuertes y valientes. Ellas me enseñaron la empatía y la importancia de actuar. Desde el colegio hacía labor social.
¿Lo vemos también repartiendo flores?
Sí, he repartido en hospitales, en la calle, en fechas especiales. Soy ‘el chico de las flores’ en patines (ríe). Creo que un gesto puede cambiar el día de alguien. Muchas mujeres me han abrazado con lágrimas al recibirlas. Eso vale más que cualquier contrato.
¿Aún conserva sus primeros patines?
Sí, están viejitos, pero los amo. De hecho, por eso me los puse para este reportaje. Son parte de mi historia. Me recuerdan a cuando tenía 20 años y soñaba con dejar huella.
¿Cuál es la huella que quiere dejar?
Servir. Suena simple, pero lo creo de corazón. He trabajado con fundaciones, con niños con cáncer, con personas con VIH. Estoy colaborando con Kimirina, una organización que educa y apoya a quienes viven con el virus. Quiero usar mi voz para informar y romper prejuicios. Estoy aquí para servir, no para figurar.
¿Qué mensaje le darías a otros creadores de contenido?
Que no pierdan la empatía. El algoritmo en las redes cambia, pero lo humano siempre conecta. No sirve tener reconocimiento si no lo usas para informar o inspirar
Ping-pong
- Adrenalina de un show o calma de los patines: La adrenalina del show. Aunque a veces los combino: me subo a la tarima ¡con patines puestos!
- El accesorio que nunca falta en su maleta: El trípode. Me grabo solo, siempre.
- Patinar para usted es: Libertad. Siento que vuelo.
- Su mejor truco para mantener el equilibrio en los patines y en la vida: Ser auténtico. No soy calmado, pero la autenticidad me centra.
- La caracterización más difícil: Bad Bunny. La primera vez me salió fatal, pero aprendí, y cuando vino a Ecuador trabajé sin parar.
- La primera persona que creyó en su talento: Yo mismo.
- Su inspiración: Mi familia: mi madre que siempre ha sido mi fan número 1 y mi padre que se convirtió en mi mejor amigo. Me encanta hacerlos sentir orgullosos.
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