Juan Carlos Holguín | Un 2026 mejor para Ecuador
Se debe exigir a los poderes respectivos actuar con firmeza, no al presidente de la República
El año 2025 empezó con una campaña electoral que se preveía sería un punto de inflexión para el país: el regreso del correísmo generaba miedos en un mayoritario sector de la ciudadanía, mientras una posible reelección del presidente Daniel Noboa significaría la salida definitiva de ese proceso.
Se había construido de manera errada una ilusión de que el presidente y candidato Daniel Noboa podía ganar en primera vuelta. Eso generó que el resultado de esa vuelta ponga a muchos de ánimos bajos.
La realidad es que el resultado electoral fue positivo bajo cualquier análisis, después de que el país pasó por la ruleta de la suerte que significó la muerte cruzada.
Y es que desde la elección del año 2006 el país no logra salir de la espiral de violencia política. En ese año la campaña del candidato Rafael Correa utilizó un lenguaje divisionista para alcanzar éxito electoral. La receta regional de lo que en ese entonces se denominaba el ‘Socialismo del siglo XXI’ fue generar confrontación social para alcanzar la supuesta reivindicación de los menos favorecidos.
Noboa ha sido para el correísmo, junto con el expresidente Lenín Moreno, un hueso duro de roer. A pesar de la derrota en la Consulta Popular reciente, los resultados electorales previos de este 2025 mostraron por primera vez, desde 2007, el triunfo del candidato de oposición a la Revolución Ciudadana en primera vuelta. En ninguna elección, incluyendo la del triunfo de Noboa en 2023, un candidato de otra fuerza había pasado los 30 puntos. Asimismo, ningún otro había logrado triunfos contundentes en el exterior.
Ahora muchos que votaron por el presidente Noboa se cuestionan varias cosas. En democracia, así debe ser. Y esa es la gran diferencia frente a lo que vivimos hace unos años. El mismo hecho de haber tenido un mensaje prudente de respeto a los resultados de la última consulta popular, genera un punto de inflexión.
La crítica sobre el presidente del Consejo de la Judicatura, Mario Godoy, es válida y coherente. Ante la más mínima señal de vinculaciones de alguien con el narcotráfico, se debe ser tajante. Pero en un país que queremos que sea institucionalmente sólido, se debe exigir a los poderes respectivos actuar con firmeza, no al presidente de la República, de quien nadie quiere que se involucre en la justicia como lo hizo Correa.
Como lo dije a principio de año, los ecuatorianos tenemos el defecto de olvidar rápidamente los hechos pues solemos involucrarnos en las coyunturas.
Aunque me han criticado cercanos, considero que el 2026 será un año positivo para el país. En lo macroeconómico tenemos cifras y resultados bastante positivos. Ojalá se traduzcan en beneficios tangibles para los ciudadanos y en mucha obra pública.
No podemos perder la esperanza de un Ecuador mejor. Más allá de todos los límites que debemos poner todos los ciudadanos e instituciones a cualquier gobernante, las batallas deben ser jugadas contra el narcotráfico y en favor de posicionar al país como uno de los lugares en los que la confianza internacional puede instalarse.
El Ecuador del 2026 será entonces mejor que el año que estamos terminando.