Ana Karina Ron
Ana Karina cuenta que El lago de los cisnes fue la que la atrajo al marvilloso arte del balletJuan Faustos

Ana Karina Ron: “Ser ecuatoriana me motiva a ir por más”

Ella está al frente de la primera clínica de ballet de Ecuador. La metodología se basa en la salud y la diversidad, dejando atrás viejos paradigmas.

Empezó a bailar a la par que aprendía a caminar. Y desde entonces no ha parado. Hoy, Ana Karina Ron es directora de la primera clínica de ballet en Ecuador, que surgió hace exactamente dos años y fue el resultado de lo que ella describe como romper estereotipos.

Basada en la diversidad, aquí no entran los viejos cánones físicos, a fin de que todas puedan cumplir su sueño de danzar. Ella pertenece al Consejo Internacional de Danza y ha formado parte de selectas compañías de este arte en el exterior.

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Si bien hay cosas en su vida que parecería que solo suceden en las películas, la historia de esta guayaquileña podría considerarse tranquilamente como una, aunque en su caso es una realidad.

  • Danzando por el mundo

Hace pocos días acababa de terminar su presentación en la obra ‘Cascanueces’ en un teatro de Guayaquil. Tan brillante había sido su actuación que es difícil no reconocerla.

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Sin ninguna imposición de sus padres, cuenta que desde chica quiso desenvolverse en alguna actividad que implicara bailar. “Fue a raíz de que vi ‘El lago de los cisnes’ en un canal de televisión. Esa delicadeza, al parecer, me enamoró del ballet”. Y de inmediato las composiciones de Chopin y Tchaikovsky empezaron a influenciarla.

A los tres años tomó sus primeras clases en Pam Danza Teatro y desde los 12 tuvo la oportunidad de participar en diferentes competencias internacionales, como el American Dance Awards (ADA), tanto en Boston como en Hollywood. Asimismo, en el Youth America Grand Prix de París y Valentina Kozlova IBC de Nueva York.

“Más allá de las medallas, para mí el mayor logro era poder audicionar en compañías internacionales de ballet y ser escogida. A pesar de que es muy difícil entrar, yo soy una mujer de retos”, sostiene.

Así, el ballet la llevó a diferentes partes del mundo. Fue aceptada y becada en prestigiosas escuelas como Ballet Austin en Texas, Orlando Ballet School en Florida, Point Park en Pittsburgh y el Ballet de Barcelona en España.

“El hecho de ser ecuatoriana me motivaba aún más, podía ser la primera de mi país en lograr aquello o lo otro. Y el salir adelante me llenaba de orgullo”, relata.

Sin embargo, al llegar la pandemia quiso probarse a sí misma que era capaz de crear algo que la llene aún más. “Ya había bailado toda mi vida y tenía la satisfacción de haber pertenecido a selectos grupos, así que con los espectáculos en pausa decidí regresar a Ecuador”.

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Las varias lesiones que ha tenido en su vida la llevaron a estudiar fisioterapiaJUAN FAUSTOS

  • Por una nueva escuela

Durante el confinamiento de la crisis sanitaria, no vio otra alternativa que entrenar en el patio de su casa y allí surgió la idea de crear la primera clínica de ballet del Ecuador.

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“La base del proyecto es perfeccionar a bailarinas para que puedan estar a un nivel internacional y aprovechen que hoy en día ya no hay tantas limitantes. Por ejemplo, en cuanto a aspecto físico, ya no es como antes, hay compañías extranjeras que promueven la diversidad en estatura, no importa si son bajitas, o si sus proporciones están lejos del prototipo de las piernas largas. Lo que importa es su técnica y esencia, y eso es lo que yo también promuevo en mi clínica, para que su sueño por bailar no se vea limitado”, explica.

Así, desde su habitación empezó a impartir clases en la escuela que llamó Força y, conforme pasaban las semanas, empezaron a llegar alumnas sin ninguna preparación en danza y que tan solo querían bailar.

En parte se debe al método que diferencia a Ana Karina. “Mi enseñanza se basa en la salud”, dice. Todo se remonta a su vida en España. “Tuve unas pequeñas lesiones que me llevaron a centros de fisioterapia y ahí me enamoré de ese oficio, al punto de que empecé a estudiar esa carrera”.

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Aunque todavía le falta un año para obtener el título, ya incluye en su enseñanza esos conceptos. “Me baso en nuevos hábitos que van a prevenir lesiones. La idea es formar los músculos de manera correcta para que puedan llegar a un nivel muy alto como bailarinas.

Por ejemplo, desgonzarse de manera abrupta contra una pared (lo que se hacía antes) no debería hacerse”, ejemplifica.

Con el tiempo pudo llevar la escuela a un local y hoy tiene alumnas que han competido en torneos del exterior, como el Dance Open América, y ya se alistan para el evento Miami International Ballet Competition.

  • La mujer detrás de la bailarina

La rutina de una bailarina en una prestigiosa compañía de danza es intensa y rigurosa. Y Ana Karina lo experimentó. “En el ballet si no eres fuerte a nivel psicológico puedes tambalear”, dice sin romantizar esta práctica. Estar 10 horas diarias constantemente frente al espejo ensayando los pasos y cuidando que sean perfectos fue parte de su día a día, afortunadamente tuvo el apoyo de profesionales de la Nutrición, entre otras áreas, para no descuidar su salud. “El ballet me ayudó a conectarme conmigo misma y a formar mi carácter. El sacrificio, la constancia y el nunca dejar de insistir se lo debo a esta disciplina”, concluye.  

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