Jorge Glas
Fotografía tomada de la cuenta en X del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, del exvicepresidente de Ecuador Jorge Glas Espinel en su celda este lunes, en la cárcel del Encuentro, en Santa Elena (Ecuador).Efe

Glas como trofeo y el remezón penitenciario en vísperas de la consulta popular 2025

Inauguración de una cárcel y traslados acelerados de presos tras la masacre en Machala, a pocos días de las votaciones

La crisis carcelaria volvió a ocupar el centro de la agenda nacional. En menos de 48 horas, el Gobierno trasladó a 300 presos a la nueva cárcel de máxima seguridad en Santa Elena y confirmó el encierro del exvicepresidente Jorge Glas en ese recinto, tras una violenta masacre en Machala que dejó más de 30 internos asesinados.

Todo ocurre en la semana decisiva previa a la consulta popular del 16 de noviembre, donde el presidente Daniel Noboa busca una Asamblea Constituyente y otras reformas de alto impacto.

Glas, el “trofeo” del nuevo penal

El Ejecutivo presentó la llegada de Glas —con tres sentencias por corrupción— como símbolo de autoridad. El propio presidente difundió fotografías del exsegundo mandatario dentro del penal, con uniforme naranja y el cráneo rapado, junto al mensaje: “Bienvenido al nuevo hogar. Pronto llegarán otros criminales”.

El traslado se concretó pese a medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que instan al Estado a proteger su salud física y mental. En abril de 2024, Glas fue recapturado tras el asalto policial a la Embajada de México en Quito, donde había recibido asilo.

Para el Gobierno, su presencia en el nuevo penal es un triunfo operativo y político. Para críticos, es un gesto orientado a reforzar el discurso de mano dura en la antesala de la votación.

Una masacre en Machala atribuida a los traslados

Apenas un día antes de la llegada de los primeros internos a Santa Elena, en la cárcel de Machala fueron asesinados 31 reclusos durante enfrentamientos entre bandas.

El Gobierno relacionó directamente la matanza con el proceso de redistribución de presos, que estaría generando resistencias internas.

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La cifra reaviva una estadística trágica: más de 600 presos han sido asesinados desde 2021 en masacres vinculadas a disputas entre grupos criminales. La declaratoria de conflicto armado interno en 2024 no ha conseguido revertir ese patrón.

La nueva cárcel: modelo Bukele a escala

El penal de Santa Elena —bautizado como Cárcel del Encuentro— se levanta en un paraje aislado, rodeado de bosque. Tiene capacidad para 736 presos, muy lejos del megaproyecto salvadoreño CECOT, del cual es la inspiración oficial.

Su construcción comenzó en junio de 2024, costó 52 millones de dólares y estuvo a cargo de Puentes y Calzadas Infraestructuras, subsidiaria del Grupo Puentes.

Aunque las obras no están totalmente terminadas, el Gobierno decidió ponerla en funcionamiento esta semana.

Los tres módulos agrupados por niveles de custodia albergan celdas para uno, dos o cuatro reclusos. Sus primeros ocupantes: 300 internos de alta peligrosidad.

Presos en la cárcel del Encuenctro
Fotografía tomada de la cuenta en X @DanielNoboaOk del presidente de Ecuador, Daniel Noboa, de presos durante su traslado a una prisión de máxima seguridad.Efe

Movimientos sin previo aviso

El Gobierno no hizo anuncios previos sobre los traslados ni explicó el criterio de selección.

Horas antes del operativo en Santa Elena, también se removió a 16 internos catalogados como “cabecillas” de la cárcel de Cotopaxi, según la Policía.

Los movimientos fueron por vía aérea y con protocolos de seguridad.

En Cotopaxi se han decomisado celulares y dispositivos electrónicos presuntamente usados para coordinar extorsiones. A la par, se han registrado muertes dentro del penal —varias reportadas como suicidios y una bajo investigación por posible causa violenta— incrementando la incertidumbre dentro del sistema.

Miedo en la comunidad vecina a la nueva cárcel

La apertura de la Cárcel del Encuentro también encendió alarmas entre los habitantes de la Comuna Juntas del Pacífico, ubicada en Santa Elena. Allí, la rutina cambió abruptamente desde que comenzaron a llegar los primeros presos este lunes 10 de noviembre. Este martes continuaron los traslados hacia el recinto.

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Vecinos consultados aseguran vivir entre la preocupación y la incertidumbre. Muchos temen que la presencia de reclusos catalogados como de alta peligrosidad atraiga actividad delictiva en el sector. “Este siempre fue un pueblo tranquilo. Ahora ya no sabemos qué va a pasar. Hay militares y policías por todos lados”, dijo María Villón, residente de la zona.

Otro impacto llegó a la agricultura local. Ángel Laínez, de 60 años, contó que fueron advertidos de que sus plantaciones podrían ser retiradas porque “quitan visibilidad”. “De eso vivimos aquí, del cultivo”, lamentó. Mientras tanto, un fuerte operativo militar y policial permanece en los alrededores del penal, pero la sensación en la comuna es de vulnerabilidad y desconfianza frente a los cambios súbitos.

Semana definitiva

La instalación de la nueva cárcel y la exhibición de Glas figuran como símbolo de autoridad ante el conveniente mensaje de “mano dura” del Gobierno en un momento político clave.

El referéndum del 16 de noviembre propone una Asamblea Constituyente que reemplace la Carta de 2008 e incluye mecanismos para permitir bases militares extranjeras.

Noboa llega a la votación con la seguridad como eje central, aunque los niveles de violencia en el sistema penitenciario ni en las calles del país no han cedido.

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