Paul E. Palacios | Me lo contó un amigo (II)
Haz algo para cambiar el mundo, aunque sea pequeño; verás cómo el mundo cambia para ti
Les contaba la semana pasada que Augusto, así se llama nuestro protagonista, había sido disparado al oponerse a un asalto. Su familia, de limitados recursos, con la asistencia de la universidad, pudieron trasladarlo a otro centro para que reciba atención, y hoy -han pasado dos años desde entonces- está parcialmente recuperado, con cierta dolencia que no le permite flexionar completamente el pie derecho, pero siente que es un problema menor. Ahora su meta, luego de haber obtenido su título de Matemático, es lograr un trabajo, poder pagar sus medicinas, colaborar en su casa, y en sus palabras: “ayudar a mejorar el país”.
Dice mi amigo, y me lo contaba con una emoción desbordada, que al ver sus ojos llenos de ilusión, pasaba por su mente la cantidad de jóvenes o adultos ya, que buscan tan solo una oportunidad, solo una. Imagina, me decía, un chico con autismo, cuántas podría tener.
La reunión se terminó, mi amigo lo acompañó a la puerta, le dio un abrazo y le dijo que haría lo posible para apoyarlo en su sueño. Regresó a su despacho, se hundió en su asiento, y se quedó meditando en qué podía hacer. Fue el mismo sentimiento, me relata, cinco años atrás, cuando se produciría el confinamiento, y si algo no se hacía por la gente de empleo informal o desempleada, morirían de hambre o de COVID.
Pasaron los minutos y le escribió un mail a quien en las mismas circunstancias de desolación de la pandemia lo había hecho años atrás. Le relató el caso, le hizo llegar la hoja de vida, y oró para que alguien ‘arriba’ de amor no terrenal, empuje la carreta. Siguiendo su relato, terminaba la semana y observó una llamada perdida en su celular; era de la persona a quien había escrito el mail.
Devolvió la llamada inmediatamente y luego de saludarlo, su amigo le dijo: “Augusto empieza el lunes como analista de datos”. El chico de la mirada dulce, de la sonrisa franca, tendría su oportunidad.
Tan solo unos minutos después, recibió un mensaje en su teléfono que decía: “fui contratado y me emplearé a fondo como analista de datos”.
Gracias, Lucho, una vez más; que Dios te lo pague. Feliz Navidad amigos.