Pescadores peruanos
La piratería dejó de ser un ataque aislado en el mar y actualmente opera como brazo logístico en el envío de cocaína hacia los mercados internacionales.Foto: Mongabay Latam

Mar Secuestrado | Perú: ecuatorianos y bandas locales negocian el control de Tumbes

En Puerto Pizarro y otras caletas señalan a una banda ecuatoriana como la principal organización que los extorsiona

Una parvada de gallinazos rodea la caleta de Puerto Pizarro, departamento de Tumbes. Llegaron con la luz de la mañana y observan desde el cielo el espectáculo del puerto.

Los pescadores tardarán dos horas en llegar a tierra. Mientras tanto, los estibadores descansan entre las chalanas desperdigadas a lo largo de la playa, o se recuestan en las llantas de los camiones frigoríficos que, apostados en la orilla, ellos esperan repletar con la pesca del día.

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Más que una costa, aquel lugar parece una poza, un brazo separado del mar, flanqueado por dos islas, sin olas, casi sin viento, donde los pequeños botes apenas se balancean.

Todavía no han asomado por allí los informantes de los piratas y se puede conversar. El último puerto de Perú, y epicentro de la piratería marítima en el norte del país, recién se sacude del alba.

Gallinazos
Una parvada de gallinazos rodea la caleta de Puerto Pizarro.Foto: Mongabay Latam

Un joven enfundado en su traje azul otea desde el malecón la entrada al estuario. Es una inspección de rutina a la playa. Su mirada se detiene en el lado sur del puerto donde un grupo de pescadores pinta una pequeña barca de madera con techo de rafia (metal). Son los únicos que no dormitan en la playa.

Los ecuatorianos que llegaron a 'hacer negocios'

Uno de los hombres le devuelve la mirada y masculla “solo eso hacen”. Vuelve a remojar la brocha en la pintura. “No se mueven de aquí”. Cuando mira de nuevo, el marino ha desaparecido. J. (el pescador que habló pero cuya identidad fue protegida para este reportaje) y su familia son extorsionados por piratas ecuatorianos desde hace un año.

Los piratas a los que hacen referencia los pescadores son grupos delictivos que los abordan en el mar para robarles sus equipos de navegación, motores y en algunos casos, como ya documentó Mongabay Latam en una primera investigación en enero de 2025, los asesinan.

En los últimos años, el modus operandi de los piratas se ha expandido y ya no se limitan a los ataques y robos en altamar. Ahora cobran cupos de zarpe en cada caleta y puerto de Tumbes, la región norteña que limita con Ecuador.

“Cuando los piratas nos asaltan y matan, nunca están (las autoridades de la Marina)”, expresa otro pescador que raspa el casco del bote. Son cinco los hombres abocados a la tarea de limpiar la embarcación. Mientras hablan no levantan la cabeza, pues temen que los vigilen desde el malecón del puerto.

“Nosotros no les tenemos miedo a los piratas, vamos a hablar, estamos cansados de ellos”, dicen. Aun así bajan la voz. “Aquí mismo están los asaltantes. Nosotros que tenemos estas embarcaciones pequeñas les pagamos 120 soles mensuales (35 dólares) para que nos dejen trabajar”. Según el pescador, no es posible denunciar. “Ellos tienen nexos con los policías”.

Embarcaciones artesanales en Tumbes
Puerto Pizarro es un puerto pesquero ubicado en Tumbes, al norte de Perú, cerca de la frontera con Ecuador.Foto: Mongabay Latam

Los pescadores de Puerto Pizarro y las otras caletas de la región de Tumbes señalan a una banda ecuatoriana como la principal organización que los extorsiona y persigue.

De acuerdo con un oficial de la Policía en Puerto Pizarro, en muchos casos la agrupación usa menores de edad (llamados ‘mulas’) para cobrar las extorsiones y para intimidar a sus víctimas. Estos son reclutados en Zarumilla y desde allí inician operaciones.

El doctor Ian Ralby, experto en delitos marítimos del Programa Mundial contra la Delincuencia Marítima (GMCP) y director ejecutivo de IR Consilium, explicó a Mongabay Latam que los actos de piratería rara vez son ejecutados por grupos pequeños. “La piratería requiere un cierto grado de organización. Esto significa que están vinculados a una red más amplia y esas redes suelen prosperar en contextos de gobernanza debilitada. En lugares como Perú, el problema pasa a ser el grado de gobernanza en las zonas costeras”, analiza el especialista.

Sin embargo, la banda ecuatoriana no es la única presente. “Acá hay una banda de peruanos y venezolanos, y están ellos (los ecuatorianos)”, dice J. bajando más la voz porque ya ha empezado a llegar más gente al malecón.

“Acá, la que opera en puerto es la de uno al que le dicen Chachá y otro que es Pipa. Ellos mueven todo acá”.

Los pescadores dicen que luego de la caída de Los Piratas de Puerto Pizarro, en 2018, algunas bandas pugnaron por tomar su lugar. Una de ellas aparentemente es la banda de Chachá y Pipa. Aunque ellos no son precisamente aliados de los ecuatorianos, colaboran en algunas ocasiones y les proveen de información, narran los pescadores.

De hecho, el experto en crimen organizado Nicolás Zevallos, fundador y director de asuntos públicos del Instituto de Criminología, explica que la capacidad efectiva de las organizaciones delictivas regionales, como la ecuatoriana, “está muy asociada a las estructuras criminales disponibles en cada país”.

No es que las organizaciones criminales regionales hayan llegado a colonizar un espacio peruano, precisa, “sino que han llegado a hacer negocios”.

Pescador peruano
La banda ecuatoriana no es la única presente en estos puertos. “Acá hay una banda de peruanos y venezolanos, y están ellos”, dice un pescador.Foto: Mongabay Latam

Los pescadores de Tumbes: Pagar o morir

Uno de los pescadores de Puerto Pizarro, quien prefiere no identificarse ni con seudónimo, cuenta que él paga cupo a peruanos y ecuatorianos. Algunos indican que les toca pagar doble extorsión para poder navegar: un monto más bajo si se pesca en litoral, que va para la banda local, y otro monto más grande para pescar mar adentro, que va para la organización criminal ecuatoriana.

Para identificarse con la banda local y demostrar que han pagado la extorsión, los pescadores presentan una credencial que lleva dibujado a Poseidón saliendo del mar.

Aunque el equipo de periodistas pudo ver la credencial, por seguridad no fue posible fotografiarla. Para la banda ecuatoriana, en cambio, es necesario presentar un carné y una bandera negra que la organización proporciona.

“Yo cargo mi credencial en la mochila. Hace un mes nos quisieron asaltar, pero la enseñamos y se fueron”, cuenta J. “Mi tío, el que está allí, le pagaba a una señora que venía de Ecuador. Él les pagaba a los ecuatorianos. Después, como su bote varó, devolvió la credencial”, añade.

“Hay que devolverla (si es que ya no tienes bote para salir al mar) porque si no ellos mismos mandan a que te hagan cualquier maldad porque no estás pagando”, revela el pescador, y un anciano que instala en la barcaza un nuevo techo de rafia asiente con la cabeza.

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