
El nuevo Ecuador de Daniel Noboa necesita urgentemente del viejo
Nataly Morillo, ministra de Gobierno, dio sus primeras declaraciones y no fue capaz de transmitir un solo mensaje político
Lunes 24 de noviembre: la exasambleísta Nataly Morillo ofrece a Teleamazonas su primera entrevista en calidad de ministra de Gobierno. Durante 12 minutos, que en televisión son una eternidad, la periodista Liz Valarezo hace lo que puede por obtener de ella alguna precisión sobre sus planes, una definición sobre sus políticas, un atisbo por mínimo que sea de su agenda… En fin, busca denodadamente un titular, una noticia, y se estrella una y otra vez (esta es la pesadilla de cualquier periodista) contra un muro de tópicos y lugares comunes de escasa (por no decir nula) significación. Es imposible obtener de Nataly Morillo una idea por fuera de las consignas que le imparten sus comunicadores estratégicos. Para ser la nueva ministra de la política, su incapacidad de transmitir mensajes políticos es abrumadora.
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Se esperaba, por parte del gobierno, después de su derrota en la consulta popular, un ministro de la política que asumiera la delicada tarea de tender puentes y proponer diálogos. Consciente de esta expectativa, Nataly Morillo llega armada de consignas para ofrecer eso mismo: puentes y diálogos. Pero lo hace sin aterrizar en la realidad, sin agendas concretas, sin ideas. Desde el minuto uno, parece una grabadora:
-Gracias por estar con nosotros, buenos días -le dice Liz Valarezo para abrir la entrevista-.
-Vengo a tender puentes para un país de progreso -contesta mecánicamente la nueva ministra-, por eso he asumido este desafío y con ese mismo ánimo le digo a usted y al país: buenos días.
Hace tiempos que no se veía en la pantalla un caso tan patético de un político al que no se le puede crecer, literalmente, ni los buenos días.
La nueva ministra de Gobierno, Nataly Morillo, iniciará conversaciones con alcaldes y prefectos. También abrió la posibilidad de dialogar con el correísmo, pero aseguró que no se aceptarán chantajes.
— Diario Expreso (@Expresoec) November 24, 2025
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¿Diálogo? ¿Puentes? ¿Con quién? ¿Sobre qué? Morillo no da pistas. En su lugar, multiplica artificios verbales que, al contrario de lo que ella cree, restan en lugar de sumar significación. La nueva ministra es la reina de la anáfora, aquella figura retórica que consiste en la repetición de una palabra o una frase al comienzo de enunciados sucesivos para crear énfasis, ritmo o dramatismo: “Diálogo con todos los sectores -despachó en Teleamazonas-, diálogo con los gobiernos autónomos descentralizados, diálogo con la academia, diálogo con los sectores que incluso discrepan pero no destruyen, diálogo con quienes quieren construir… Y vamos a tener un Ecuador diferente, un Ecuador con progreso, un Ecuador con seguridad, un Ecuador con salud, un Ecuador con educación, un Ecuador con justicia…”.
Diálogo con todo el mundo, ofrece Morillo, es decir, con nadie. Esto es lo que Umberto Eco llamaba “retórica del eco”, un recurso que calificaba como “técnica de hipnosis colectiva”, consistente en disimular, con el ritmo, la falta de sustancia de las palabras para generar reacciones casi pavlovianas en la audiencia.
Nataly Morillo es uno de los ejemplos más acabados de pérdida de significación del discurso político ecuatoriano: lo que ocurre cuando el lenguaje se separa de las raíces de la vida moral y emocional, cuando se osifica en clichés, en definiciones que nada definen, en palabras inútiles. El discurso político de la nueva ministra de Gobierno, como el del supuesto “nuevo Ecuador” que representa a la perfección (no por otra razón se hizo merecedora de ese nombramiento), parece diseñado para no significar nada en absoluto ¿Qué clase ciudadanía, de compromiso cívico y político se puede construir sobre semejante lenguaje?
Una dosis del viejo Ecuador
Hay un abismo entre estas primeras declaraciones de la ministra y las últimas de Enrique Herrería antes de asumir el cargo de secretario jurídico de la presidencia. El exjuez de la Corte Constitucional, crítico tanto del gobierno al que ha sido llamado a servir como de la Corte de la que fue parte, habla también de diálogo pero señala con quién y para qué: con la Corte, para revisar su jurisprudencia; con los bloques parlamentarios, para concertar reformas que tiene perfectamente diseñadas en su cabeza. Sólo queda la esperanza de que el ministerio de la política, en la práctica, lo ejerza él, y que Nataly Morillo se conforme con el papel decorativo que anteriores ministros de gobierno desempeñaron, empezando por su inmediata antecesora, el cero a la izquierda de Zaida Rovira.
Que va a hacer mesas de diálogo “en territorio”, dice Nataly Morillo. Para “poder sentarnos junto a la academia, poder sentarnos con los alcaldes y prefectos, poder sentarnos con la sociedad civil (bonita anáfora), tratar cuáles son los temas urgentes para el territorio y nosotros poder ejecutar”.
¿No lo saben? ¿No tienen un plan de gobierno? ¿Van a sentarse “en territorio” en la provincia del Guayas para que les digan: “necesitamos un quinto puente”? No, claro, nada de eso. Simplemente, lo que dice Nataly Morillo (y es capaz de llenar una entrevista de hasta media hora con esa basura) no significa nada. Es nada. Y representa el espíritu del “nuevo Ecuador” hasta que figuras como Enrique Herrería, demuestren lo contrario. Herrería, que fue funcionario de Rodrigo Borja. El viejo Ecuador es exactamente lo que necesita el nuevo.
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