
Hay control de precios, pero el costo de alimentos en Ecuador está en alza
Economistas dicen que la especulación no se controla solo con multas. El saco de papa antes costaba $ 20, hoy está en $ 37
En los mercados de Guayaquil, los precios de los alimentos se han vuelto más caros. Comerciantes y consumidores coinciden en que el alza del diésel prémium ha repercutido en la canasta básica.
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Aunque la autoridad aseguró que no hay especulación y que continuarán los operativos para evitar abusos en los precios, los comerciantes dicen que ellos están comprando más caro.
En el mercado de mayoristas en Montebello, el saco de papa, que en el pasado agosto se conseguía entre 20 y 22 dólares, hoy se vende hasta en 37 dólares. Eso significa que la libra pasó de 20 centavos (cinco por un dólar), a costar 40 centavos cada una.
El limón también golpea el bolsillo: un saco que antes costaba entre 30 y 40 dólares, se consigue ahora hasta en 60. Y lo mismo ocurre con el fréjol tierno, que subió de 40 a 55 dólares el saco, según los comerciantes. La libra ahora se vende en 1,50 dólares, cuando antes valía 1,25.
Los controles de la Gobernación de Guayas hasta el momento han dejado como resultado 653 verificaciones de precio, peso y calidad; 125 controles en centros de diversión nocturna; 313 verificaciones en establecimientos de las categorías 5 y 6; 62 operativos antidelincuenciales; y 36 espectáculos públicos supervisados, de los cuales tres fueron suspendidos.
Además, han sido visitados 2.882 locales, citados 253, suspendidos ocho y clausurados cuatro, lo que refleja el compromiso de las autoridades por mantener el orden y la estabilidad en la provincia.
Los mercados se ajustan y tiene que haber especulación
Tres analistas económicos coinciden en que la especulación en los alimentos, tras el retiro del subsidio al diésel, no se combate solo con controles estatales, sino con corresponsabilidad, competencia y producción.
El incremento del precio del diésel prémium, en un 55 %, ya se refleja en el costo de varios alimentos en los mercados del país. Frente a este escenario, los analistas económicos Jorge Calderón, Alberto Acosta y Larry Yumibanda concuerdan en que el control de la especulación no puede basarse únicamente en sanciones o listados de precios, sino en medidas estructurales.
Humberto Plaza
Calderón advierte que la corresponsabilidad es clave. “Se necesita un trabajo conjunto entre las gobernaciones, la Intendencia de Policía y los propios ciudadanos, quienes deben reportar abusos”, explica.
Agrega que no basta con sanciones o multas, porque eso no genera el efecto deseado. “Es un tema cultural. Muchos aprovechan situaciones como esta para subir precios injustificadamente”.
Calderón también enfatiza que fijar precios oficiales sería un error, pues podría generar escasez y desabastecimiento.
Por su parte, Acosta señala que la especulación está más ligada a la incertidumbre social que al costo real del combustible.
“Las manifestaciones, los bloqueos de rutas y el temor a un paro provocan compras excesivas y encarecen los productos. Una vez que se abran las carreteras y baje la incertidumbre, los precios tenderán a estabilizarse por efecto de la competencia. No se puede poner un policía en cada mercado. La mejor garantía es que los productos sigan fluyendo libremente”.
Mientras tanto, Yumibanda considera que el impacto en el precio de los alimentos es inevitable y ya se refleja en los mercados.
“Hemos visto incrementos de hasta el 40 % en legumbres. Esto tendrá un efecto en el índice de precios al consumidor, que podría cerrar el año en 5 % dependiendo de cómo evolucionen los paros”, pronostica Yumibanda.
La única manera de bajar los precios en el mediano plazo es con mayor producción, esto implica ser eficiente y así bajar los costos de producción de tal manera que el cliente final reciba un precio más bajo, la otra opción es l importación de alimentos, aunque esta última medida afectaría a la agricultura nacional, enfatiza Yumibanda.
Los expertos coinciden en que el ajuste de precios tras la eliminación del subsidio al diésel es inevitable. La especulación puede mitigarse, pero no desaparecerá con controles rígidos. El desafío está en garantizar rutas abiertas, fortalecer la producción y generar confianza para que el mercado se estabilice por sí mismo.
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