
Despliegue de inteligencia, un comodín sin valor estratégico
Se necesita de coordinación interinstitucional, respaldo político y respeto a los DD.HH. Es fundamental vigilancia satelital
Ante hechos trágicos como la muerte de militares en zonas fronterizas, la reacción inmediata del Estado ha sido recurrir al despliegue de unidades especiales y cuerpos de inteligencia. ¿Pero realmente funciona esta estrategia? ¿O se trata de una respuesta reactiva que, aunque contundente en apariencia, no resuelve el problema de fondo?
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Según las Fuerzas Armadas, el objetivo de estas unidades es claro: reforzar la seguridad, obtener información clave y neutralizar a los responsables del ataque. Las tropas fueron trasladadas desde Latacunga hasta El Coca, donde se ha establecido una base operativa para intensificar las acciones militares en la región Amazónica.
El comandante de las Fuerzas Armadas, Henry Delgado, confirmó que esta operación es parte de una estrategia coordinada entre el Ejército, la Fuerza Aérea, la Armada y la Policía Nacional. “Nuestro objetivo es contrarrestar las actividades ilícitas de minería ilegal y debilitar a los grupos delincuenciales armados que quieren tomarse estas zonas del país”, declaró.
Sin embargo, también se advierte que su efectividad depende de factores como la coordinación interinstitucional, el respaldo político y el respeto a los derechos humanos. “No basta con tener tropas bien entrenadas. Se necesita inteligencia precisa, apoyo logístico y una estrategia integral de seguridad”, opina un analista militar consultado por este medio.
El despliegue de estas unidades ha permitido recuperar armamento, identificar campamentos ilegales y capturar a varios sospechosos. No obstante, los resultados aún son parciales. La zona sigue siendo peligrosa y el control estatal es frágil.
En Guayaquil, considerada el epicentro de la violencia urbana, las operaciones de inteligencia han permitido desarticular células de los carteles mexicanos y de bandas locales como Los Choneros y Los Lobos. No obstante, los homicidios y extorsiones continúan en niveles alarmantes. Otro factor que empuja el despliegue de fuerzas especiales es la supuesta fuga de información que produjo la emboscada.
La operación, que tenía como objetivo patrullar una zona afectada por la minería ilegal y el narcotráfico, fue interceptada con precisión quirúrgica, lo que ha levantado sospechas sobre una posible filtración interna.
Una emboscada que reveló fragilidades
“Aquí lo que hay que averiguar es de dónde salió la fuga de información. Se conoce que esa es la razón principal de que haya sucedido la emboscada a los militares en Alto Punino”, sostiene Marcelo Flores, coronel en servicio pasivo.
En comparación con países como El Salvador, donde el uso intensivo de fuerzas especiales ha reducido drásticamente la violencia (aunque con críticas por violaciones a derechos humanos), Ecuador aún busca un equilibrio entre la eficacia operativa y el respeto al Estado de derecho.
Mientras tanto, países como Colombia y Brasil han invertido en inteligencia tecnológica, vigilancia satelital y cooperación internacional, áreas en las que Ecuador aún tiene mucho por avanzar.
“Lo primero que se debe tener claro es que nada va a funcionar si el país no cuenta con un Consejo de Seguridad, tal como lo hacen otros países. No se puede mantener al ecuatoriano esperanzado en el apoyo internacional si no se tiene una estrategia sólida y conjunta”, explica Paco Moncayo, director de la Academia Nacional de Historia Militar y exjefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Relaciones y soporte internacional
Desde Colombia, expertos coinciden en que el impacto del ataque trasciende lo bilateral. “En este momento no existiría una dificultad directa en la relación bilateral, pero sí un problema de estabilidad regional en el marco de la seguridad”, alerta Andrés Nieto, quien es director del Observatorio de Seguridad de la Universidad Central de Colombia.
Nieto advierte que el fenómeno no se limita a las disidencias de las FARC, el Clan del Golfo o el ELN, sino que responde a la consolidación de nuevas estructuras criminales que buscan controlar cinco economías ilícitas decisivas: minería ilegal, secuestro exprés, extorsión, trata de personas y tráfico de armamento.
- Aporte. Según Moncayo, es importante que tanto Colombia y Perú aporten en la eliminación de cocaína que llega a Ecuador.
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