Daniel Noboa
Daniel Noboa es el presidente electo de Ecuador.MIGUEL CANALES

De decisiones urgentes depende que el 2024 no sea catastrófico

El presidente electo tendrá que hacerse cargo de un escenario económico y político que podría llevarlo hasta a arrepentirse de haberse lanzado  

Quizá como pocas veces en la historia moderna del país, la sonrisa que se dibujó este 15 de octubre en el rostro del triunfador muy posiblemente se convertirá pronto en un gesto de profunda preocupación. Esto, porque el presidente electo, Daniel Noboa, tendrá que hacerse cargo de un escenario económico y político que podría llevarlo hasta a arrepentirse de haberse lanzado a la aventura presidencial.

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Lo primero que deberá hacer el próximo huésped de Carondelet es trazar una ruta para solucionar un problema del cual ni siquiera los más sesudos economistas y expertos atinan a dibujar. En realidad, la sonrisa puede borrársele al nuevo presidente tan pronto como diciembre, cuando se encuentre con que no hay con qué pagar los sueldos y los décimos de ese mes.

Precisamente, las primeras decisiones que deberá tomar Daniel Noboa tienen que ver con cómo va a financiar el funcionamiento del Estado. La tarea es dificilísima y para algunos analistas imposible. De acuerdo con el experto en temas fiscales, Jaime Carrera, el déficit del próximo año será de por lo menos 6 mil millones de dólares. Pero eso es apenas la punta del iceberg: se debe sumar los 5 mil millones en amortizaciones, por los créditos que el país consiguió para salir del hueco en el que le dejó al país la fiebre derrochadora de los casi 10 años de correísmo. Solo ahí, ya van sumando 11 mil millones, una cifra que rebasa cualquier posibilidad existente a estas alturas. A eso hay que sumarle 3 mil millones de las cuentas por pagar que quedan del actual presupuesto, acota Carrera.

¿Cómo va a conseguir el nuevo presidente ese monto de dinero para que simplemente el Estado siga operativo sin pensar siquiera en inversión pública? Si a esto se le agrega el pequeño detalle de que ya no se podrá explotar el petróleo del ITT, por la consulta popular que ordenó que se lo mantenga bajo tierra, la situación es aún más angustiosa. Ah, y eso sin contar lo que hay que inyectar al Seguro Social para que no colapsen las pensiones ni la atención de salud.

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¿El Fondo Monetario Internacional podría salvar al nuevo mandatario? Esto es muy poco probable sostienen los analistas: de acuerdo con las recientes conversaciones que tuvo el equipo de ese organismo con políticos y economistas, un año y medio de gobierno es demasiado corto tiempo como para llegar a un acuerdo. Quizá se podría conseguir alguna salida para el pago de las amortizaciones, pero no mucho más. Se puede conseguir algo cercano a los 4 mil millones eliminando los subsidios a los combustibles, pero eso suena imposible: lo que ocurrió en los paros de octubre de 2019 y junio de 2022 hace que esa posibilidad sea lejana. ¿Las reservas internacionales? Están ahí, pero echar mano de eso aumentaría más el riesgo país y haría que conseguir dinero fuera del país se haga más caro. Además, ni siquiera usándolas todas, lo que ocasionaría un colapso, alcanzarían.

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Buscar un acuerdo nacional para encontrar una salida a este problema y salvar la dolarización será, entonces, una de las primeras cosas que deberá hacer el ganador.

Ahora bien, ese no es el único tema. De acuerdo con personas que estuvieron involucradas en la transición anterior, antes de asumir el cargo, el presidente electo tendrá que nombrar un equipo para la transición, cuya primera tarea es establecer un organigrama completo del sistema gubernamental y tener los nombres de las personas que deberán ocupar los principales cargos. Que no le pase lo que ocurrió con Guillermo Lasso, que cuando faltaban días para que se haga cargo, no tenía siquiera los nombres para los principales ministerios, peor para posiciones tan importantes como el del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, IESS.

Como en el año y medio para el que fue electo tiene que bajar sustancialmente los niveles de inseguridad que existen, el elegido deberá entregar al país cuanto antes un plan de seguridad coherente y viable. De eso, también, dependerá el éxito y fracaso de su mandato, así como la posibilidad de que sea reelecto.

También está lo político. Conseguir desde antes de que se instale la Asamblea un bloque importante que le facilite la gobernabilidad es urgente. Si la ganadora hubiese sido Luisa González la tarea sería algo más sencilla para ella: el correísmo ya tiene un bloque de 43 asambleístas y asegurar una mayoría con aliados será más fácil que para Noboa que tiene 13. Es por esto también que Noboa deberá nombrar cuanto antes a su ministro de Gobierno.

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Como ya está bastante avanzado el operativo correísta para hacerse de los órganos de control cuyas autoridades las designa el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, Noboa tendrá que montar un operativo para ver como detiene ese proceso. Si no lo hace, esos organismos como la Contraloría, la Fiscalía, el Consejo de la Judicatura y la Corte Nacional terminarán en breve en manos correístas, Rafael Correa podrá regresar el país, anular de alguna manera la prohibición de impedir la reelección indefinida y presentarse en las próximas elecciones.

Es, en definitiva, un paquete de decisiones urgentes y críticas las que tendría que adoptar el nuevo mandatario antes y durante los primeros días de haber asumido el poder: hay demasiadas señales de que el año que viene será particularmente crítico. Si no hay un liderazgo claro y un compromiso de la sociedad podría ser catastrófico.