Coronavirus
GUAYAQUIL. Un familia retira los restos de un pariente que falleció en estos días en un hospital público ubicado en el sector del Guasmo, en el sur de la ciudad.CHRISTIAN VASCONEZ / EXPRESO

Coronavirus: El escandaloso milagro de volver a la vida de entre las cenizas

Una familia honró casi un mes restos cremados de alguien que no era su pariente. Un caso inédito en medio del caos del sistema funerario

Murió 15 días antes de cumplir 74 años, pero resucitó dos semanas después de aquella fecha en la que su familia recordó de manera póstuma su nacimiento, ocurrido un 10 de abril de 1946. Se llama Alba Maruri Granda y las cenizas de sus supuestos restos mortales ocuparon durante casi un mes un lugar especial del hogar de una hermana en el sector de las calles Juan Pío Montúfar y San Martin, mientras ella, Alba Maruri intentaba reaccionar de un estado de inconsciencia en una de las salas del hospital del ‘Abel Gilbert Pontón’, en el suburbio de Guayaquil.

El hecho, que sucedió en estos días, es apenas una gota fresca y algo analgésica en medio de un vendaval de historias tristes y de un caos terrible -casi en colapso- del sistema sanitario, provocado por la pandemia del nuevo coronavirus que ya acumula, según el registro oficial, 520 muertes (Guayaquil suma el 51 % de contagios de todo el país), y otras casi 8.000 decesos extra. Hoy se cumplen 40 días desde la declaratoria de la emergencia sanitaria.

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Alba Maruri presentó la noche del 26 y madrugada del 27 de marzo un cuadro de fiebre de 42 grados y dificultad para respirar, por lo que fue trasladada a un dispensario donde la remitieron al hospital ante la necesidad de proporcionarle oxígeno. Esa misma noche, cerca de las 20:30, se informó a la familia de su muerte.

No era la primera víctima que el coronavirus dejaba en esta familia. “Con ella, con mi tía Alba, eran cuatro, pero ahora solo son tres. Es un milagro”, dice algo emocionado Juan Carlos Ramírez, uno de los sobrinos, y quien asegura que su otra tía -Aura Maruri-, espera que el hospital le reponga los costos (cerca de los 2.000 dólares) que generó el error de declararla muerta y entregar un cuerpo del que ahora no se sabe a quién pertenece.

También esperan que el hospital se haga de alguna manera responsable por el dolor que provocó conocer que su hermana Alba ya no estaría nunca más con ellos. Ayer, esperaban visitarla en el hospital, a la espera de una próxima alta médica.

En Guayaquil la emergencia sanitaria va dejando escenas dramáticas. La BBC de Londres mencionaba a inicio de mes la cadena en Twitter de la periodista de EXPRESO, Blanca Moncada, para exponer los casos de familiares y vecinos de personas que luego de fallecer en sus casas, no podían ser sepultados. También de aquellos que, luego de expirar en los hospitales, sus cuerpos fueron depositados en áreas determinadas en los que formaban parte de una multitud sin referencia alguna. Una situación que primero fue denunciado por los medios locales, y que luego coparon espacios en medios internacionales. Una crisis que llevó al Diario El País de España a calificar a Guayaquil como la ‘Wuhan de Ecuador’, mientras que Deutsche Welle alemán y la BBC inglesa destacaban el colapso en el sistema funerario.

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Apenas este viernes, Mariana Almeida le declaraba a EXPRESO: “He buscado el cuerpo de mi padre por 13 días”. Ángel Alfonso Almeida Cabeza tenía 85 años y murió el pasado 11 de abril en uno de los hospitales de la ciudad, pero sus hijos se enteraron dos días después.

Fue ahí cuando inició el drama. Ese día se les entregó el papel del INEC y les indicaron que iniciaran los trámites para su sepultura posterior. Al día siguiente, (martes), a las 12:00, al volver por el cuerpo del padre de la familia, les indicaron que entren a un contenedor donde habían otros tantos restos.

“En ese momento mi esposo e hijo fueron a comprar unos trajes y mascarillas de protección, y entraron al contenedor”, recuerda Mariana, quien asegura que le estaban entregando un cuerpo sin nombre. Solo hasta el día siguiente (miércoles), les indicaron que al parecer lo habían entregado confundido a otra familia.

También en Ibarra

Las familias de Martha Santillán con la de la chilena Solange Ortiz no se conocen, pero compartieron un drama en común: la morgue les entregó un cuerpo que no era el de su pariente. Martha, de 34 años, falleció por sospechas de COVID-19 el 13 de abril, mientras que Solange, de 35 años, residía de manera temporal en Otavalo y fue atropellada cinco días antes. El cuerpo de Martha, por protocolo y seguridad, fue embalada en su casa y luego trasladada hasta la morgue. Fue allí donde cambiaron la información de ambos cuerpos.

Un triste aniversario

Para Gabriela Orellana Echeverría, de 36 años, el dolor de perder a su esposo -Pablo Alexis Gavilanes Anda (41)- a causa del coronavirus no termina tras su muerte el 30 de marzo. Murió en su casa y al día siguiente Medicina Legal recogió sus restos. Esa fue la última vez que ella pudo ver a su pareja. Desde entonces, “no hay rastros de su cadáver. Desconozco si está en algún frigorífico, si fue cremado o sepultado en algún camposanto. Solo quiero saber qué pasó con mi esposo”, dijo ella el lunes pasado.