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El matrimonio entre Rafael Correa y Aquiles Álvarez se rompió por los comentarios del expresidente en contra del nuevo abogado del alcalde de Guayaquil.
El matrimonio entre Rafael Correa y Aquiles Álvarez se rompió por los comentarios del expresidente en contra del nuevo abogado del alcalde de Guayaquil.Foto: Captura de pantalla YouTube

Aquiles Álvarez y Rafael Correa: todo fue muy bonito mientras duró

Análisis| Fue un matrimonio que aguantó hasta el colapso del correísmo en elecciones. El alcalde empezó a marcar distancias

A la relación política entre Aquiles Álvarez y Rafael Correa hay que extenderle un certificado de defunción. Y desde ya mandar a hacer una lápida con la advertencia de que no hay que descartar que, en algún momento, la relación vuelva a florecer: no hay que olvidar que eso es lo que pasó con la relación entre Correa y Diego Borja, que parecía estar enterrada bajo tres metros de tierra pero que súbitamente resucitó. 

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El epitafio de dicha lápida podría rezar así: ‘Aquí yace una amistad que pudo ser hermosa pero no pudo ser’. Pero esta vez, lo de la relación entre el alcalde de Guayaquil y el insigne teórico de la tinta voladora parece haber llegado a un punto sin retorno. 

A pesar de todas sus limitaciones personales y políticas, que no son pocas, Álvarez es un líder que tiene legítimas aspiraciones que van más allá de los linderos de la ciudad que gobierna y sabe que, si su figura sigue atada a la del díscolo creador de la tesis de la tinta voladora, no tendrá mucho futuro. O más bien, ningún futuro del todo. Álvarez es, además, orgulloso, soberbio y tiene la inteligencia necesaria para darse cuenta de lo obvio: Correa es un pasivo político y en este punto ya no aporta nada a su carrera.

El roce que separó a Álvarez y Correa

Y si entre Aquiles Álvarez y Rafael Correa las cosas ya no andaban bien y hubo algunos roces en los últimos meses, el más reciente cortocircuito que ambos acaban de tener en redes es síntoma de que eso no va más.

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Todo comenzó con la arrogancia y prepotencia de Correa: publicó un mensaje en su cuenta de X en el que fustigaba a Álvarez por haber contratado al abogado Ramiro García para que lo defienda en el caso Triple A, en el que es acusado por el gobierno de comercializar ilegalmente gasolina. 

“Ramiro García, dando clases de moral y ética profesional, es realmente vomitivo. En fin. #LosCorruptosSiempreFueronEllos”, escribió Correa y adjuntó una fotografía en la que supuestamente aparece García dormido, en estado etílico y con varias botellas delante de él.

Se trata de una imagen que los enemigos de García, que ha sido muy crítico del correísmo, han colocado en redes desde hace años para perjudicar la imagen del abogado. 

A lo de Correa replicó energéticamente Álvarez. Dijo que tiene todo el derecho a contratar al abogado que le parezca y que resulta doloroso atacar públicamente al abogado que lo defiende. Es decir, el gesto de Correa lo resintió profundamente. 

Si no está de acuerdo con el abogado que contrató, le replica Álvarez a Correa, no debió hacer una crítica pública. “Lo considero una falta de respeto y sinceramente me da mucha pena”, agregó y más adelante dijo: “De locos. Una pena. Totalmente innecesario”. 

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Sobre este encontrón hay algunas cosas que señalar: primero, que si Álvarez contrató a García es porque ya le importaba un rábano la opinión de Correa y del correísmo

García ha sido, durante años, durísimo con el correísmo, defendió a algunos críticos que eran perseguidos por Correa, como por ejemplo el caricaturista Bonil, y su solo nombre crispaba al correísmo en redes sociales. Es decir, cuando Álvarez pensó en contratar a García no le importaba que el nombre de su abogado sea censurado por Correa.

Luego hay otra cosa: el tono de Correa es de profundo desprecio, por lo que es evidente que al momento de redactar el mensaje ya no tenía ningún interés en mantener una relación (útil para él) por tratarse del alcalde de Guayaquil.  

El vínculo Álvarez - Correa

Para entender lo que ocurrió también hay que tener en cuenta la historia del vínculo de Álvarez con el correísmo. Para comenzar, el alcalde nunca fue miembro de la Revolución Ciudadana, ni amigo de Correa. Se sabe que a Álvarez lo contactó Vinicio Alvarado, el propagandista mayor del correísmo, para convencerle de que sea candidato porque el agotamiento de la administración socialcristiana en el Municipio era ya intolerable, y el correísmo no tenía buenos candidatos.

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Alvarado no es tonto: sabía que el bolsillo de Álvarez es grande, tan grande como su afán de figurar y su vanidad. Y Álvarez, hombre de poquísima cultura y modales cavernarios, olió la oportunidad de montarse en la popularidad del correísmo en su ciudad para ser alcalde. 

Los vínculos ideológicos y afectivos entre Álvarez y el alto mando correísta eran casi nulos. Se trataba de un matrimonio por conveniencia. Un matrimonio que aguantó muy bien hasta que se veía venir el colapso del correísmo en las elecciones. 

La separación del matrimonio Álvarez - Correa

Ahí, ni tonto ni perezoso, Álvarez empezó a marcar distancias. Incluso poco antes del colapso, en mayo de 2024, Correa había criticado duramente la decisión de la Alcaldía de Guayaquil de cambiar de nombre un tramo de la calle 10 de Agosto por República de Guayaquil. 

Luego Álvarez empezó a coquetear con la idea de afiliarse al movimiento RETO (curiosamente de su propiedad) y en la campaña mostró su inconformidad con las asambleístas Gissella Garzón y Paola Cabezas por unas declaraciones que dieron sobre “la dolarización a la ecuatoriana”.

Cuando finalmente Noboa ganó la segunda vuelta y Correa desconoció los resultados con su insólita tesis de la tinta voladora, Álvarez no le siguió la corriente. Cuando todo estaba consumado y había que elegir las autoridades municipales, Álvarez prefirió que su amiga Tatiana Coronel sea su vicealcaldesa y ya no más la híper correísta y estridente Blanca López. Y ahí llegó el episodio de García y, ahora, ya no hay nada que hacer.

Álvarez y Correa son demasiado parecidos como para llevarse bien: ambos son groseros, prepotentes, violentos, vanidosos, orgullosos y tienen una inteligencia emocional cercana al cero absoluto.

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