
ADN en el espejismo del correísmo: un circulo vicioso que no se detiene
El oficialismo replicó en la Asamblea Nacional prácticas que cuestionan como gobierno y que lastiman la institucionalidad
La reciente configuración de la Asamblea Nacional representa un escenario ya conocido, aunque con un nuevo protagonista: una sola organización política que se apodera de los espacios de decisión más importantes, relegando al resto de fuerzas a su mínima expresión.
Aunque bien podría parecer una descripción de los mejores años del correísmo, lo cierto es que se trata del naciente movimiento oficialista Acción Democrática Nacional (ADN), que hasta el momento ha captado la mayoría en el Consejo de Administración Legislativa (CAL) y en las mesas permanentes.

La concentración del poder lastima a la democracia
Según Santiago Pérez, director de la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), la postura del oficialismo apunta a mantener el círculo vicioso del abuso de poder por parte del gobernante de turno, una práctica que ya ha sido cuestionada anteriormente.
“Las democracias son un equilibrio delicado que requiere mayorías que gobiernen, pero también instituciones de fiscalización y una mirada crítica”, comenta Pérez, y añade que en el escenario actual de la Asamblea Nacional no existe una pluralidad política, uno de los pilares fundamental de la institucionalidad ecuatoriana.
De acuerdo con él, la concentración del poder en una sola fuerza política y en una única línea de pensamiento no solo atenta contra la representatividad de opiniones, sino que “es nociva para las democracias y para la toma de decisiones efectivas”, ya que afecta los pesos y contrapesos que deberían existir como país democrático.
Aunque el correísmo está golpeado, su sombra lo persigue
No obstante, el politólogo Arturo Moscoso, director de la carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), sostiene que también es necesario entender el momento político que atraviesa el país y recordar que el principal opositor actual, el correísmo, no es precisamente una fuerza democrática.
“El Gobierno evidentemente está dejando de lado a la oposición, lo cual, en principio, estaría mal. Pero, por otro lado, se comprende porque el correísmo es una fuerza política antidemocrática y peligrosa”, comenta Moscoso, aunque aclara que su intención no es justificar la postura del movimiento oficialista.
De hecho, advierte que esta estrategia del oficialismo podría tener un alto costo político: “En cualquier momento esta alianza puede romperse, se le puede ‘virar la tortilla’ y perder el control de la Asamblea Nacional”. No obstante, también subraya que si el correísmo volviera al poder actuaría de la misma manera.

ADN y la necesidad que haga un giro de timón
Para el jurista Mauricio Alarcón, director de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo (FCD), esa no es una justificación válida. “ADN tiene la gran oportunidad de demostrar que es diferente, no que es lo mismo con otro color. Deberían actuar con sensatez, apegados a la Constitución y la ley, y no simplemente con afán de revanchismo”.
Alarcón señala que el giro que ha tomado el oficialismo dista mucho del primer discurso de Daniel Noboa como presidente y del de Niels Olsen como titular de la Asamblea Nacional, cuando ambos hablaron de dejar atrás la confrontación y construir puentes de diálogo entre visiones distintas.
“Están cayendo en lo mismo que criticaban. Y, de paso, se ha evidenciado la enorme incoherencia con la que actúan muchos periodistas y líderes de opinión, que hoy aplauden las mismas prácticas que, hace apenas unos años, condenaban cuando eran ejecutadas por los alfiles del correísmo”, concluye.
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