
En La Ronda, vecinos conciben un plan para reactivar el turismo. ¿De qué se trata?
Pese a una oferta gastronómica y de entretenimiento, el tradicional barrio de Quito se enfrenta al declive
El arribo de la tarde en el tradicional barrio La Ronda, en el centro histórico de la capital, marca el inicio de la jornada nocturna. Los vecinos prenden parlantes a todo volumen, colocan letreros en la acera para anunciar sus ofertas de cócteles, jarras de cerveza y platos típicos, y se dibujan una sonrisa en el rostro con la esperanza de atraer clientes.
Sin embargo, las calles permanecen desiertas. A ratos, el silencio se ve interrumpido por el paso apurado de algún transeúnte o por la mirada curiosa de un puñado de turistas extranjeros.
Fundado en el siglo XVII, durante la época colonial, La Ronda fue cuna de pintores, músicos y poetas ecuatorianos. Durante años, el barrio albergó decenas de restaurantes, cafés y bares. Hoy, ni siquiera los fines de semana o los feriados logran revivir el bullicio de antaño.
En la actualidad, apenas sobreviven unos cuarenta establecimientos, entre ellos el local de Diana Vega, que alguna vez fue un restaurante popular y que hoy funciona como tienda, bar y café.
“La situación se volvió desesperante durante la pandemia y nunca pudimos recuperarnos”, explica. “Los sábados y domingos vendemos más que entre semana, sobre todo almuerzos, y en las noches llega uno que otro visitante. Pero la época dorada que vivimos antes de la pandemia no ha vuelto”.
Uno de los principales motivos, según comenta, es la inseguridad que afecta a la zona, especialmente durante la noche.
“No hay suficientes policías y hay muchas personas en situación de calle. A la gente le da miedo que la asalten”, señala. Además, recuerda que a fines del año pasado, el asesinato de un ciudadano extranjero en un bar del sector alejó aún más a los visitantes.
“La poca gente que venía dejó de venir de inmediato. Fue un golpe muy fuerte”, dice.

Una propuesta para combatir el abandono
Paúl Barahona, miembro de la directiva barrial, asegura que frente a esta crisis, vecinos y comerciantes se han organizado para rescatar el legado cultural y turístico del sector. Pero, para lograrlo, necesitan mayor apoyo estatal y local.
“Hemos invertido en seguridad: estamos conectados con alarmas, grupos de chat y hay patrullaje constante para evitar incidentes. Estamos equipados, solo faltan los turistas”, afirma.
Si bien en La Ronda se han activado varias iniciativas, como la campaña “Los miércoles, todos al centro”, impulsada por el Cabildo el año pasado, los residentes coinciden en que uno de los temas pendientes es la continuidad de la peatonalización en las calles aledañas.

“Vemos que uno de los problemas sin resolver es la peatonalización. La falta de taxis que ingresen a La Ronda debe debatirse, así como la creación de un corredor seguro que conecte con las estaciones del Trole en la plaza de Santo Domingo”, sostiene Juan Almeida, propietario de una heladería en la zona.
Almeida agrega que la reactivación de la Plaza de San Francisco, impulsada por la llegada del Metro de Quito, debería servir como termómetro para que el Cabildo evalúe la accesibilidad en otros barrios del Centro Histórico.
“A la plaza pueden entrar taxis, y está la estación del Metro. Eso no solo ha traído nuevos negocios a ese sector, sino que también ha dinamizado la zona hacia la iglesia de La Compañía. Nos gustaría que se replantee un esquema de movilidad que facilite el acceso de los turistas”, concluye.
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