
Recorrer Quito en Trole: una travesía nostálgica por la capital
El que alguna vez fue el sistema de transporte más moderno del país ha sido renovado. Hoy es una alternativa para el turismo
Con su andar pausado por la avenida 10 de Agosto —una de las arterias principales de Quito—, el Trolebús se ha convertido en una postal viva de la ciudad, casi tan icónica como la Plaza Grande o la Virgen del Panecillo.
Este sistema de transporte masivo arrancó hace casi 30 años, marcando un hito como el primer servicio público ecológico, rápido y de alta capacidad en Ecuador. Pero con el paso del tiempo, el desgaste fue inevitable: buses viejos, demoras, inseguridad... hasta que, el pasado 31 de marzo, llegó el esperado cambio. Por primera vez desde su inauguración en 1995, la flota fue renovada: 60 modernos articulados eléctricos ahora recorren la capital.
Y como ocurrió hace tres décadas, los quiteños volvieron a subirse al Trole no solo para ir al trabajo o a casa, sino para redescubrir su ciudad. Porque sí: la ruta del Trole es también un excelente paseo turístico.
El recorrido arranca en la estación El Labrador, al norte de la ciudad. Justo al lado está el parque Bicentenario, uno de los más grandes y visitados de Quito. Ideal para empezar el día con una caminata entre árboles y pistas de ciclismo, o simplemente disfrutar del aire libre. Además, esta estación conecta con el Metro, lo que la vuelve una parada estratégica para moverse por toda la ciudad.
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La segunda estación clave es ‘Estadio Olímpico’. Desde ahí, se puede caminar hasta el bulevar Naciones Unidas o visitar centros comerciales como el CCI o Quicentro Shopping. También es una buena zona para probar la oferta gastronómica y de bares en avenidas como Portugal o Los Shyris.

Un par de estaciones más adelante está ‘Mariana de Jesús’. Es la parada perfecta para llegar al parque La Carolina, donde hay de todo: desde clases al aire libre y deportes hasta paseos en góndola por la laguna.
Y si el plan es más bohemio, tres estaciones después llega ‘La Mariscal’. Aunque ya no es la zona rosa de antaño, sigue teniendo su encanto. La Plaza Foch y sus alrededores mantienen cafés y bares clásicos, ideales para una tarde tranquila o una noche con amigos.
El centro, el corazón de la ciudad
Luego de recorrer el norte moderno y comercial de la ciudad, el Trolebús se adentra en el alma de Quito: su centro histórico. Y lo hace con varias paradas que, más allá de ser puntos de tránsito, invitan a bajarse y vivir la ciudad a pie.
La primera estación de este tramo es El Ejido, un parque tradicional donde los visitantes pueden tomarse una foto junto a la Puerta de la Circasiana o el monumento al expresidente Velasco Ibarra. Pero el verdadero encanto está en su feria artesanal, donde cada fin de semana se instalan artistas plásticos, vendedores de lienzos y artesanos locales. A unos pasos también está la Casa de la Cultura Ecuatoriana y la Cinemateca Nacional, que ofrecen cine, exposiciones y eventos culturales de forma permanente.
Un poco más adelante está la parada La Alameda, ubicada justo frente al parque del mismo nombre y a la sede de la Asamblea Nacional. Dentro del parque se encuentra una joya poco conocida por muchos: el Observatorio Astronómico de Quito, el primero del país, que ofrece visitas guiadas todos los días. Es una parada obligada para los curiosos del cielo y la historia científica.
Más al sur está la estación Plaza del Teatro, ideal para los amantes del arte escénico. Aquí se alzan dos recintos emblemáticos: el majestuoso Teatro Nacional Sucre y el Teatro Variedades. En ambos hay funciones semanales de música, danza y teatro, con entradas accesibles y programación para todo gusto.

Pero quizá la parada más esperada por turistas y locales es Plaza Chica, el acceso directo a la joya del casco colonial: la Plaza Grande. Desde aquí se puede explorar la Catedral Metropolitana, el Palacio de Carondelet, varias iglesias patrimoniales y algunos de los museos más importantes de Quito. Además, las calles aledañas están llenas de huecas y restaurantes donde se puede probar lo mejor de la comida tradicional quiteña: locro, empanadas, yahuarlocro y más.
Para cerrar el recorrido por el centro, está la estación Santo Domingo, que se ubica frente a la histórica plaza del mismo nombre. Quienes se bajen aquí pueden ingresar a la iglesia —una de las más importantes del periodo colonial— y luego caminar por el arco de Santo Domingo que conduce directamente al barrio de La Loma Grande, una de las zonas más auténticas y tradicionales de la ciudad.
El sur tiene lo suyo
Para muchos visitantes, el recorrido por Quito suele terminar en el centro histórico. Pero para quienes quieren ir un poco más allá y lanzarse a explorar la ciudad auténtica, el Trolebús puede ser el mejor aliado. Desde Santo Domingo, la ruta sigue hacia el sur, donde el paisaje cambia, las costumbres se hacen más visibles y la ciudad muestra otro rostro.
La primera parada en este tramo es la estación Cumandá, justo donde antes funcionaba el antiguo terminal terrestre. Hoy, ese espacio ha sido transformado en el Parque Urbano Cumandá, un centro comunitario con clases de yoga, danza, deportes, talleres y eventos culturales. Desde ahí también es posible bajar caminando hacia La Ronda, una calle emblemática que a finales del siglo XIX reunía a bohemios, artesanos y artistas, y que aún conserva sus casas patrimoniales, balcones adornados y bares históricos.
Un poco más adelante está la parada Chimbacalle, una joya para los nostálgicos del tren. Aquí se encuentra la antigua estación del ferrocarril —una de las más importantes del país—, las vías originales y el icónico Teatro México, que sigue activo con programación de cine, música y teatro.
Una estación después, el Trole llega a Villaflora, un barrio tradicional del sur donde todavía se respira vida de comunidad. Su concha acústica es punto de encuentro para conciertos, talleres y eventos barriales, especialmente los fines de semana.

El recorrido finaliza en la estación El Recreo, donde los usuarios pueden tomar un descanso, volver hacia el norte o conectar con otras rutas de buses. Desde aquí también se puede tomar un servicio hacia Quitumbe, el gran terminal terrestre del sur que conecta Quito con destinos como Latacunga, Ambato, Riobamba o incluso la Costa y el Oriente.
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Así, el Trolebús no solo une el norte, el centro y el sur de Quito. Une también historias, barrios y formas distintas de vivir la ciudad. Un recorrido que empezó como transporte público, pero que se ha convertido —una vez más— en una forma de redescubrir la capital desde sus rieles eléctricos.
¿Cómo usar el Trole?
Usar el Trolebús es bastante sencillo. El pasaje cuesta 35 centavos, y hay tarifas reducidas de 12 centavos para estudiantes y personas de la tercera edad.
Sin embargo, hay un detalle importante que conviene tener en cuenta: en muchas estaciones, las paradas para ir hacia el norte y hacia el sur están ubicadas en aceras opuestas o muy cerca una de la otra. Así que, antes de ingresar, vale la pena fijarse bien en la dirección del viaje para evitar tomar el Trole en sentido contrario.