
Quito: Zonas turísticas en San Antonio de Pichincha en riesgo por erosión
La erosión hídrica y eólica pone en riesgo a lugares turísticos en San Antonio de Pichincha
Una nube de polvo cubre, día tras día, a la parroquia San Antonio de Pichincha, al norte de Quito. Caminar por sus calles significa convivir con suelos áridos que se levantan con cada ráfaga de viento y que poco a poco cubren incluso los sitios turísticos y arqueológicos más representativos de la zona. La erosión hídrica y eólica se ha convertido en una amenaza constante que no solo deteriora el patrimonio histórico, sino que también afecta la salud de los moradores.
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Erosión pone en riesgo al Pucará de Rumicucho
El caso más crítico se registra en el Pucará de Rumicucho, una fortaleza incaica ubicada a apenas una hora de la capital. Este complejo arqueológico, considerado uno de los más emblemáticos del Ecuador, fue construido estratégicamente sobre una colina y conserva cinco terrazas de roca volcánica que han resistido más de cinco siglos. Sin embargo, el desgaste natural avanza con rapidez y pone en riesgo su preservación.
Óscar Basantes, gestor de inversión y guía local en San Antonio, advierte que la erosión ha ganado terreno de manera alarmante en los últimos años. Explica que, durante el verano, los fuertes vientos intensifican la erosión eólica, mientras que el río Monjas acentúa el desgaste hídrico en la zona.
“El polvo que se levanta desde la parte este del Pucará cubre el museo, la tienda, las terrazas y termina ahuyentando a los turistas. Si no se actúa con urgencia, el Pucará podría desaparecer, porque la montaña está cediendo y existe el riesgo de que las ruinas sean directamente afectadas”, alerta.
Los visitantes que recorren el sitio deben atravesar senderos polvorientos y observar cómo la montaña se degrada lentamente ante sus ojos. Basantes asegura que ya se han desprendido tramos de la ladera de la Providencia, y que los daños alcanzan tanto a las vertientes de agua como a los cultivos cercanos.

Río Monjas acelera el desgaste de los suelos
El sector más frágil es el oeste del Pucará, colindante con el río Monjas. “No ha existido financiamiento para mitigar la erosión de este afluente, a pesar de que la Constitución establece la obligación de protegerlo”, sostiene el guía. La erosión no solo compromete el patrimonio. La nube de polvo que se forma en la época seca también afecta a la salud de los habitantes. Moradores de San Antonio y de Tanlagua han reportado problemas respiratorios derivados de la exposición constante al aire contaminado.
En esta última zona, donde confluyen los ríos Guayllabamba y Monjas, la situación es similar: los suelos se desgastan, se levantan partículas de polvo y la población enfrenta consecuencias médicas y ambientales.
En el sector de Catequilla, los vecinos también levantan la voz. Este cerro, considerado el punto exacto de la Mitad del Mundo, con coordenadas 0°0’0’’, es uno de los miradores naturales más visitados de Quito. Desde su cima se aprecia un panorama de 360 grados que conecta varios espacios arqueológicos cercanos.
Aunque el lugar es privado, los pobladores denuncian que el camino de acceso se deteriora cada verano. Los fuertes vientos desgastan el sendero de tierra y piedra, utilizado por deportistas y turistas, pero que carece de muros de contención. Norma Sigüenza, vecina del sector, advierte que el polvo proveniente de Rumicucho y Tanlagua también llega a Catequilla, afectando sobre todo a la parte baja, donde el río Monjas y las descargas de aguas residuales aceleran el desgaste de los taludes.
Durante un recorrido realizado por EXPRESO junto a los vecinos, se constató cómo el proceso erosivo y la mala calidad del aire afectan a la parroquia. Los moradores reconocen que los procesos erosivos son inevitables, pero piden acciones urgentes para mitigar su impacto, especialmente en zonas turísticas y de vivienda.
Uno de los sectores más golpeados es el barrio Señor del Árbol, en San Antonio de Pichincha. Allí, un talud cercano experimenta un acelerado proceso de erosión que pone en peligro a las viviendas y al sistema de alcantarillado.
Según Galo Melo, morador del sector, los derrumbes ya se llevaron varias casas y continúan amenazando con avanzar. “La calidad de los suelos expuestos en el talud ha sufrido pérdida de sus terrenos, dejando como consecuencia paredes verticales e inestables que representan un riesgo para la comunidad”, explica.

Acciones limitadas frente al riesgo patrimonial
La presidenta del Gobierno Parroquial de San Antonio de Pichincha, Verónica Cevallos, confirma que el daño provocado por el río Monjas es de gran magnitud. Recuerda que en el barrio Señor del Árbol dos viviendas colapsaron como consecuencia de la erosión. “El viento y la fuerza del agua fueron desgastando el terreno hasta hacerlo ceder”, señala.
Óscar Basantes
En coordinación con el Municipio de Quito, se instalaron mesas de trabajo para enfrentar el problema. Una de las soluciones implementadas fue la construcción de terrazas en los taludes para resistir el impacto del agua. Sin embargo, la funcionaria advierte que el problema persiste y que en varias ocasiones se ha notificado a la Agencia Metropolitana de Control por las descargas de aguas residuales en el río Monjas.
Sobre el cerro Catequilla, Cevallos aclara que, al tratarse de predios privados, no se puede intervenir directamente. “Se intentó dialogar con los dueños para potenciar el sitio como atractivo turístico y administrar el lugar, pero al ser propiedad privada, como institución pública no podemos invertir recursos”, lamenta.
Según los residentes, San Antonio de Pichincha, conocida por albergar la Mitad del Mundo y por su riqueza arqueológica, enfrenta así un reto mayúsculo: la erosión amenaza no solo la memoria histórica representada en Rumicucho y Catequilla, sino también la calidad de vida de miles de familias.
Vecinos, guías y autoridades coinciden en que los procesos erosivos son inevitables, pero no incontrolables. La falta de financiamiento, la presión urbanística y la ausencia de un plan integral de manejo del suelo han permitido que el problema avance sin soluciones de fondo.