Quito

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Control. En la Floresta, cuidan que los locales no conviertan al sector en “zona rosa”.Karina Defas

Nuevas estrategias vecinales mejoran la convivencia y seguridad en barrios de Quito

La unión de los moradores logra calles iluminadas y UPC rehabilitadas

En Quito hay barrios donde la vida comunitaria parece haberse detenido en el tiempo: calles oscuras, basura en las esquinas, parques convertidos en terrenos baldíos, escenarios que generan inseguridad y temor. Y, por otro lado, hay zonas que muestran una realidad distinta con espacios públicos cuidados, vecinos conectados y autoridades que responden con mayor rapidez. ¿Qué marca la diferencia? La organización barrial y, sobre todo, el liderazgo de quienes asumen el reto de perseverar ante las autoridades hasta conseguir resultados que impidan que se pierda la seguridad de sus sectores.

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¿Cómo se organizan los Comités de Seguridad? 

“Unirnos por un propósito común, dejar los intereses personales y trabajar con las instituciones. Esa es la receta”, dice Juanita Pico, presidenta de la Rumiñahui Baja, un barrio del norte de Quito que entendió que las mingas no bastaban.

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Los comités de seguridad, salud y cultura, que crearon desde 2007, hoy funcionan con una red de chats que llega al 90% de hogares. En uno se coordinan emergencias con la Policía Nacional; en otro se difunden campañas de salud y en un tercero se integran comerciantes. Ese enlace comunicacional, sumado a asambleas periódicas, ha permitido que el barrio acceda a obras que parecían imposibles: desde luminarias y bacheo hasta la contenerización de basura.

Al otro extremo de la capital, en el sur, la delincuencia se volvió insoportable en La Ecuatoriana. Había robos diarios, motos al acecho y arranchamiento de celulares. Allí Edison Quezada, presidente del Comité de Seguridad, cuenta que convocaron a 49 asambleas en menos de dos meses. “Rehabilitamos nuestra UPC con fondos propios. Si no insistimos, no nos hacen caso”.

Con la contribución de vecinos y comercios lograron poner en pie una unidad policial que estaba abandonada. Compraron sillas, arreglaron motos e instalaron 40 sirenas comunitarias que se activan con el celular. Hoy, dice Quezada, la policía volvió a patrullar con regularidad y la Empresa Eléctrica Quito (EEQ) repotenció la iluminación.

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Dirigentes. Representantes de barrios usan tecnologías para comunicarse con la policía.Karina Defas

Aporte comunitario

El sector Solidaridad Ecuatoriana, en Calderón (norte), también refleja el peso de la constancia. Consuelo Lema, quien ha presidido el barrio por dos períodos, narra que lo lograron tras “golpear puertas domingo a domingo. Hoy fluye, pero no fue regalo: fue tenacidad”. Cada propietario paga un aporte anual de 20 dólares y la asistencia a las asambleas llega al 80%. Con esos mecanismos consiguieron alcantarillado, adoquinado de la prolongación de la calle Los Geranios y agua potable para la parte alta, después de décadas. “Influye mucho el liderazgo, cómo nos manejemos, de compromiso y de palabra”, reflexiona.

En La Floresta, el desafío de los moradores es convivir con una fuerte oferta gastronómica y cultural. Cafeterías, restaurantes y galerías han dado vida al barrio, pero también generan riesgo de convertir al icónico sector capitalino en otra “zona rosa” caótica como La Mariscal. La comunidad lo ha evitado con organización estricta. “No solo pedimos; exigimos con la norma en la mano”, asegura Camilo Tobar, del Comité de Seguridad y Convivencia Ciudadana.

Allí funcionan casi 12 organizaciones que se coordinan bajo un mismo paraguas. Vecinos vigilantes reportan en chats cualquier incumplimiento: ruido, horarios e intentos de bares disfrazados. Denuncian y exigen respuesta de la Agencia Metropolitana de Control (AMC) o de la policía. La presencia de residentes activos y el respaldo normativo han mantenido el orden.

La unión y organización ha dado frutos e, incluso, el cabildo lo resalta. La Administración Zonal de La Mariscal indica que “reconocemos que, en barrios como La Floresta, la organización vecinal y la corresponsabilidad ciudadana han sido factores determinantes para mantener un entorno activo, cultural y seguro, evitando procesos de deterioro. Esta experiencia demuestra que cuando la comunidad se organiza, y las instituciones acompañan, se construyen barrios con identidad, resiliencia y mejores condiciones de vida”.

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Gestión. Los moradores usan sus recursos, como celulares y cuotas, para más seguridad.Karina Defas

Y, aunque la necesidad marca su origen, las directivas se especializan. “Son grupos que buscan el bien común y se empapan de todo. Les toca conocer ordenanzas, licencias de construcción, catastros. Muchas veces no terminaron la secundaria, pero conocen el municipio mejor que un funcionario”, opina David Paz, administrador de la Zonal Calderón.

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