
La revocatoria avanza en Quito con las firmas listas y debate abierto
Baja votación de los últimos alcaldes juega en su contra en procesos de remoción. Trámite en contra de Muñoz, a fase final.
¿Qué hay detrás de la sombra de la inestabilidad en de la Alcaldía de Quito en los últimos tres periodos? Con un alcalde destituido y dos que han pasado por procesos de revocatoria, el clima político que se ha vivido en el Municipio y en el Concejo Metropolitano de la ciudad no ha permitido que autoridades del ejecutivo como del legislativo local se concentren en de lleno en los problemas que enfrenta, pues a medio periodo, las cartas que se juegan tienen que ver más con la permanencia del alcalde y presidente del Concejo que con las obras pendientes.
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El modelo de revocatoria y remoción
Todo parte desde que en Ecuador rige la más reciente Constitución, la de Montecristi (2008) y el Código de la Democracia, que en su artículo 199 permite que una vez luego del primer año de ejercicio y antes del último año de una autoridad se pueda presentar un proceso de revocatoria o remoción del cargo. En el caso del actual alcalde, Pabel Muñoz y del exalcalde Mauricio Rodas, lo que se aplicó fue la figura de revocatoria, a través de la recolección de firmas de apoyo equivalentes al 10 % del padrón electoral. La decisión final, de validarse esas firmas, estaría en el electorado que tendría que volver a las urnas. Con Rodas no prosperó y él completó su periodo.
Muñoz, en cambio, aún espera resultados. Según Néstor Marroquín, del colectivo Defiende tu voto, hasta ayer el equipo recuperó los formularios de firmas y solo el punto del Centro Comercial La Manzana, en el el Centro Histórico de Quito, permanecerá abierto hasta fin de mes, para quienes deseen adherirse a la iniciativa. Se requieren, dijo, 206.000 firmas válidas para lograr su objetivo de pasar a la siguiente fase. Es posible que hagan un acto de cierre para agradecer el apoyo de quienes se unieron a la propuesta de revocarle el mandato al alcalde, apunta, pero aún no lo han confirmado. De momento, se preparan para entregar las firmas al CNE el 3 de octubre y esperar los 15 días hábiles que manda la ley para saber si cumplieron con su meta. Esperan llevar alrededor de 320.000 firmas para tener un espacio suficiente por si existe un número de inválidas.
Daniela Chacón
El proceso por el que pasó el exalcalde Jorge Yunda fue distinto. A él lo removieron del cargo dentro del Concejo, bajo la figura de incumplimiento de funciones. Y se quedó al mando de la ciudad el vicealcalde en funciones en ese momento: su antes aliado y luego enemigo político, Santiago Guarderas.
¿Qué efectos tiene la inestabilidad?
Para Daniela Chacón, directora ejecutiva de Fundación Tandem y coordinadora de Quito Cómo Vamos, la inestabilidad que estos procesos generan no es saludable para la ciudad porque son “síntomas de una enfermedad de una crisis que venimos cargando desde la administración de Augusto Barrera, por esta discordancia entre pensar que el proyecto de ciudad debía estar atado al proyecto de país y ahí Quito perdió su horizonte e identificación de hacia dónde quería ir como ciudad”, dice.
El tema se complicado con los años porque la crisis política de la ciudad se refleja en una mayor: la del país. Hay fragmentación y debilidad de los partidos políticos que representan a la gente en el Concejo de Quito “con esquemas de gobernabilidad poco transparentes, de prebenda, de dádiva, que hace que exista una mayor desconfianza en el Concejo, en la política misma, en la administración y en el mismo ejecutivo”, afirma Chacón. Eso, sumado a temas de popularidad, marca diferencias al enfrentar estos procesos. Menciona, por ejemplo, que Rodas tenía “protección política y mediática más grande, que fue una suerte de colchón en contra de las voces ciudadanas que querían un cambio vs alcaldes aún más débiles, porque la crisis política se profundiza. Rodas llegó con casi 60 % aprobación electoral mientras que Yunda y Muñoz llegan con 22 a 25 %, entonces tampoco tienen legitimidad política sólida”.
Paco Moncayo
Para el excalcalde de Quito, Paco Moncayo, como figuras jurídicas y, vistas en abstracto, estas opciones de remoción y revocatoria son interesantes porque si el pueblo elige a una autoridad y esta no cumple con lo que planteó para pedir el voto, “las cosas se deshacen como se hacen y entonces, el principio de revocatoria es, en teoría, correcto. Pero esto, aplicado a la realidad ecuatoriana, es evidente que puede derivar en otro tipo de resultados muy distintos”.
Según su criterio, cuatro años, en tiempo histórico, es muy poco tiempo y la ciudadanía premia a un buen alcalde con reelección o lo castiga no votando por él. Para la fiscalización están la Contraloría y los tribunales. Lo ideal sería que allí se resuelvan estos asuntos.
Porque bajo el modelo actual, refiere, en un caso hipotético, un caudillo populista podría usarlo para destituir a un alcalde honesto, “movilizando hasta recursos de origen dudoso en campañas de posverdad en épocas donde lo que cuenta es el relato”. En otro caso hipotético, puede haber un alcalde mediocre que no cumpla con las aspiraciones de la ciudadanía, al que grupos que afirman representar a la ciudad lo saquen, “pero lo que quieren es lograr notoriedad política. El problema es que cuando empieza una revocatoria, el alcalde deja de trabajar para la ciudad y entra en campaña y se dedica a un populismo que causa daño a los intereses de la ciudad”.
Moncayo considera que sería un mal juez para hablar sobre los alcaldes que dirigieron Quito luego de sus nueve años a cargo del Municipio capitalino. Señala que más bien sus habitantes son los verdaderos jueces y comparan la ciudad que era con la que es ahora. Quito pasó, dice, de una ciudad modélica a una desordenada “donde construyen como les da la gana, donde no se respetan áreas de reserva natural como el Ilaló”.
Para Chacón, el futuro no se avisora mejor, salvo que llegue una situación “mesiánica”, que no es común en nuestras ciudades: alguien que logre un alto porcentaje de legitimidad en las urnas y que pueda sacar adelante un proyecto de construcción política para Quito y así romper el círculo que se ha creado en las últimas administraciones.
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