
Los incendios de 2024 dejaron lecciones en zonas afectadas en Quito
La época seca se avecina y los bomberos priorizan su plan de prevención en sectores donde ocurrieron incidentes el año pasado
Un manto de humo y ceniza cubría la ciudad y el olor se sentía en gran parte de la zona urbana del oriente de Quito y las áreas rurales colindantes. Un gran incendio que había comenzado en el sector de Pacaypamba, a orillas de la avenida de Los Conquistadores, pronto se extendió por extensas laderas en Guápulo, en los alrededores del túnel Guayasamín, en los laterales de la av. Simón Bolívar, y se tomó incluso parte del cerro El Auqui y del Parque Metropolitano Guangüiltagua.
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Las llamas arrasaron con todo a su paso entre el 24 y el 27 de septiembre. En ese, el segundo incendio forestal más destructivo en Quito del año pasado, se consumieron 204,89 hectáreas de bosque, según el Cuerpo de Bomberos de Quito.
María Tusa es una de las residentes del barrio donde todo empezó. A nueve meses de los hechos, mira con asombro cómo las laderas a sus pies y frente a la casa de su padre y la suya han recobrado un verdor impensable en aquellos días. “No me acuerdo a qué hora empezó, pero creo que fue en la tarde. Se quemó hasta ‘aquicito’ (señala el borde de la quebrada). Todo se acabó. Comenzó el incendio abajo, donde hay una casita que está casi adentro del río. Pensábamos que era algo pasajero, pero no”, relata.
Su hermana perdió el corral donde estaban sus gallinas y un cajoncito donde “criaba cuyes”, que eran una forma de ayudarse para la alimentación familiar. También perdió los sembríos que tenía en la ladera, donde había papas y algunos vegetales que plantaba para el consumo de la casa, “porque ahorita está difícil encontrar trabajo”.
Esta familia, que se instaló ahí gracias al trabajo de su padre hace más de 60 años y que ha ido creciendo y ahora tiene unos 30 miembros, intentaba apagar las llamas, pero era imposible. “El fuego vino por el filo del río, pasó al otro lado. Era como si tuviera vida. Vinieron mis hijos, toda mi familia ayudó, estuvo el presidente del barrio, llegaron los bomberos. Lo que necesitábamos era agua. Gracias a Dios pudimos apagar sin que se quemen las casas aquí, pero todito lo que sembramos se acabó”, recuerda.
Del incendio quedaron recuerdos y lecciones. Según Tusa, en esos días personal municipal les entregó a sus padres víveres como una ayuda y les llevaron a la casa de unos familiares para que estuvieran a salvo. Además, retiraron tanques de gas y objetos que podrían provocar una emergencia mayor.

La prevención en la comunidad
Hace un mes, dice, la gente de Pacaypamba recibió la visita de miembros del Cuerpo de Bomberos, que los capacitaron en prevención de incendios forestales. Aprendieron sobre el manejo de los desechos, a evitar las quemas agrícolas y a mantener contacto comunitario para alertar sobre cualquier posible foco de incendios que pueda causar una situación similar.
Según la capitán Diana Villacrés, jefa de Incendios Forestales de Bomberos Quito, esta visita es parte del plan estratégico de la institución para este año, que tiene los ejes de prevención, mitigación y monitoreo.
La prevención se implementa desde marzo, y charlas como la de Pacaypamba se han replicado en zonas urbanas y rurales, además de escuelas y colegios, como parte de la campaña ‘Juntos contra el fuego’.
Aunque estas actividades son para todo el Distrito, Villacrés explica que se ha hecho énfasis en sectores como la González Suárez, Guápulo, El Panecillo, Pifo, Puembo, Nayón, Itulcachi, etc., porque fueron los de mayor incidencia de incendios forestales el año pasado.
Y allí, afirma, hubo acogida porque la comunidad vivió directamente una situación compleja el año pasado y no quiere repetirla. Cuenta que se crearon chats comunitarios para generar alertas en caso de que ocurran incidentes, con la idea de actuar lo más pronto posible.
Normalmente, junio y julio son los meses en los que la época seca en Quito empieza a estabilizarse, pero este año no ha ocurrido todavía. Sin embargo, el fin de semana pasado los bomberos atendieron tres eventos: en el Ilaló (Tumbaco), en Píntag y, el de mayor magnitud, en el cerro Sincholagua. Los dos primeros fueron controlados de inmediato, dijo la capitán, porque se activó la preparación y respuesta lista para esta temporada. En el Sincholagua, a las 09:00 ingresó personal que trabajó hasta las 22:00. Luego se retomaron las tareas a las 04:00.
De momento, aunque ha habido días con índices altos o extremadamente altos de radiación ultravioleta y viento, aún el suelo está húmedo. El alcalde Pabel Muñoz dijo en su informe semanal que eso ha evitado que los incendios se propaguen con mayor rapidez y ha ayudado al trabajo de los bomberos.
El monitoreo
Para el monitoreo, el Cuerpo de Bomberos cuenta con nueve cámaras B2Fire, con las que vigila todo el Distrito. Estas permiten identificar columnas de humo y hacer acercamientos. Con esa información se coordina el despacho de las unidades según el sector para controlar.
Por otro lado, los efectivos del Cuerpo de Bomberos se organizan para realizar patrullajes por sectores (norte, sur y valles), en conjunto con la Agencia Metropolitana de Control (AMC). Estas tareas arrancaron el pasado 1 de julio y tienen el objetivo de identificar columnas de humo. Los funcionarios de la AMC pueden emitir sanciones a quienes realicen quemas agrícolas, que están prohibidas, u otro tipo de infracciones, de ser el caso.
Según Villacrés, cuando el clima esté más estable, es decir cuando se registre una ausencia de lluvias por más de ocho o quince días, los índices de radiación ultravioleta se mantengan elevados y los vientos asuman características típicas de la época seca, sumarán al monitoreo los vuelos programados del helicóptero del Cuerpo de Bomberos, que se realizan según la necesidad y accesibilidad.
Un plan para recuperar los bosques
De acuerdo con la Secretaría de Ambiente, en el último año se han sembrado 24.300 plantas nativas en zonas estratégicas, con el apoyo de 6.000 voluntarios, como un plan de restauración ecológica en áreas que fueron afectadas por incendios forestales en 2023 y 2024.
Para la reforestación se han priorizado, entre otros, Guápulo, Bellavista, el cerro El Auqui, el barrio Bolaños. Allí está previsto monitorear la regeneración natural, trabajar en educación ambiental y prevención mediante el manejo integral del fuego. El objetivo es iniciar procesos de restauración temprana, explicó Ambiente, en los que se combinen técnicas de revegetación asistida, conservación de suelos y sensibilización comunitaria.
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