
IESS-Ejido: un proyecto olvidado en el centro de Quito
El plan inmobiliario está suspendido desde el 2015 y es uno de los fideicomisos que está en análisis con un proyecto de ley
En los años setenta, los niños de la escuela Eugenio Espejo, en el sector de Santa Prisca, llamaban a uno de los terrenos aledaños ‘el hueco’. Era un prediedifio vacío en el que algunos se citaban para pelear, según recuerda uno de sus exalumnos, Augusto Barrera.
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En 2009, él se convirtió en alcalde de Quito y durante su período al mando de la ciudad, el municipio y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) trabajaron en el proyecto IESS-El Ejido, un plan de vivienda que cambiaría aquella imagen de un terreno baldío de aventuras juveniles en un espacio en donde se preveía alojar a cerca de 3.000 personas y una inversión prevista de $28 millones.
Pero de ese ambicioso proyecto, actualmente solo quedan evidencias de un intento de desarrollo inmobiliario en soletas: cimientos convertidos en ruinas, edificios casi terminados en franco abandono, aceras intransitables, cerramientos inconclusos y vandalizados.
Ese escenario se estructuró desde que, en 2015, la obra se paralizó y los primeros síntomas de problemas aparecieron cuando los obreros realizaron una huelga por falta de pago en marzo, luego de tres meses sin recibir su sueldo.
El olor a orina y basura es habitual en varios puntos aledaños a la construcción, que se ha convertido en un punto de inseguridad y un monumento a la ineficiencia y al desinterés por cuidar los recursos de los afiliados del IESS y de la ciudad.
El 83,4 % de la inversión del proyecto estaba a cargo del Banco del IESS y el 16,6 % corría por cuenta del cabildo.
Un anhelo que no se concretó
Ximena Estévez es residente del sector desde hace 31 años. Cuenta que cuando se anunció la construcción del plan, hubo mucha expectativa porque los grandes terrenos del IESS se convertirían en espacios utilizados, pero no ocurrió.
Hoy son sitios abandonados que, junto a un estacionamiento que le pertenece al Seguro generan sensación de inseguridad, especialmente en las noches. Ella y su esposo suelen comprar, realizar trámites y demás actividades a pie, para hacer ejercicio, pero habitualmente sus caminatas se inician a las 07:00, por la avenida América.
En las tardes y noches les es imposible, porque los negocios cierran temprano y muy poca gente camina por allí. Sienten temor por la inseguridad. Cree que, si se reactivase la obra y los departamentos se habitaran, el barrio sería más tranquilo y tendría la vitalidad de antes.
El plan, según notas periodísticas de la época, incluía la venta de 440 departamentos que se distribuirían en torres de hasta ocho pisos de altura. Hubo precalificación de solicitudes para adquirirlos y los precios de los apartamentos variaban entre $30.000 y $70.000.
Para fines del 2010, los reportes oficiales daban cuenta de una alta acogida del proyecto que, por el lado del IESS, estaba encabezado por el entonces presidente del Consejo Directivo, Ramiro González.
El 90 % de unidades habitacionales estaba vendido y la construcción debía tomar tres años. “Solo en Pichincha tenemos 783.000 afiliados, de los cuales en Quito tenemos 729.000, y de los cuales precalificados para vivienda tenemos 473.000 familias, que representa $10.000 millones potenciales”, decía González, en una de las presentaciones del proyecto el 6 de octubre de 2010.

La obra estaba a cargo de la constructora Maldonado Fiallos y abarcaría cinco manzanas (15.068 m2), entre las calles Salinas, América, Versalles, Bogotá y Caracas.
Los planes iniciales crecieron con el tiempo, pues se pasó de 440 departamentos a 808. Además, debía contar con 46 locales comerciales, un edificio de 92 oficinas y más de 1.000 estacionamientos.
De acuerdo con informes presentados por anteriores administraciones del IESS, la entidad invirtió alrededor de $ 47 millones en este proyecto y hubo planes para reactivarlo años después, sin éxito.
Uno de ellos incluía usar parte de la infraestructura para atención médica ambulatoria de la Seguridad Social. Ese sería un buen plan, para Barrera, porque reduciría la saturación de la consulta externa del Hospital Carlos Andrade Marín y permitiría que el proyecto se convierta en híbrido habitacional y de salud.
Una esperanza para el proyecto
Según su criterio, el nuevo proyecto de Ley de fortalecimiento y sostenibilidad crediticia, que esta semana se debatió en la comisión la Asamblea Nacional, abre una ventana para que el fideicomiso de este plan finalmente se destrabe.
“Este nuevo proyecto de ley tiene un componente que plantea herramientas y, sobre todo, obligación al IESS y al Biess para que actúen sobre los fideicomisos. Me parece positivo porque no es justo que haya proyectos como este que hayan pasado 10 años desde que se paralizó y que hayan pasado 10, 15 gerentes del IESS y que no hacen nada”, dice Barrera.
Asegura que la municipalidad asumió un compromiso de regeneración urbana y de comercialización de las viviendas en un espacio que comprendía tantas cuadras abandonadas de terrenos que le pertenecen al IESS.
Según recuerda, el plan se paralizó porque el IESS recalculaba los costos de los departamentos y se convirtió en un problema para la capital, especialmente cuando existe un vaciamiento del Centro Histórico.
En ese sentido, espera que si la ley llega a aprobarse, clarifique este fideicomiso, para reactivar o liquidar, que son las opciones que existen en el proyecto de ley.
EXPRESO solicitó información al IESS desde el 28 de agosto sobre el estado del proyecto y respecto a otras situaciones similares en el Distrito Metropolitano. Sin embargo, la entidad no se pronunció hasta el cierre de esta edición. El Departamento de Comunicación ofreció entregar información la próxima semana.
De reactivarse el plan, se convertiría en una opción interesante de vivienda para posibles compradores, pues el sector cuenta con servicios de transporte como Trole, Corredor Central Norte y estaciones del Metro de Quito, además del parque El Ejido, mercado, supermercados, etc.
El exalcalde agrega que las urbes ahora funcionan con metro y la única forma de reactivar el Centro Histórico y sus alrededores es a través de proyectos que lo residencialicen y esta es la entrada a esa zona.
Hasta el momento, lo que ha ocurrido, menciona, es que se han emitido exhortos para que los gerentes reactiven el proyecto, pero no hay continuidad en la cabeza del IESS, lo que termina en nada. “Son exhortos sin plazo ni ley. Esto es una barbaridad porque es plata perdida de los afiliados y deterioro de la ciudad”.
Los problemas concurrentes
Para Andrés Isch, exsecretario de Planificación del Municipio de Quito, en el proyecto IESS Ejido existen dos problemas concurrentes.
Uno es el diseño de la participación pública y el otro, la falta de planificación sostenida.
El primero radica en que tanto en ese caso, como en otros de vivienda en los que participó el cabildo (Ciudad Bicentenario y Girón de Chillogallo), no terminaban de arrancar a pesar de tener una ordenanza aprobada porque un Municipio no puede hacerse cargo de obras de esa magnitud sin poner en riesgo su patrimonio. Opina que lo lógico debería ser que se abran a la participación privada para el análisis de riesgos, las ventas y también para asumir las pérdidas, si ocurriesen.
Isch considera que si bien la reactivación de este plan sería importante para revitalizar el sector, no puede ser una burbuja.
Esto porque la reactivación de la av. 10 de Agosto y el casco colonial requieren de muchos esfuerzos adicionales como controlar el espacio público para quitarle esa imagen de suciedad, desorden y peligro y dar un impulso para recuperar las viviendas patrimoniales que están en deterioro. Hay mucho por hacer.
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