
Malimpia vibra con arte, tradición y cultura en su gran festival
La parroquia recibe a turistas hasta mañana, con recorridos y comida
El corazón de Quinindé late más fuerte este fin de semana. La parroquia de Malimpia se viste de fiesta para recibir a cientos de visitantes en la IV edición del Festival Malimpia Arte y Cultura, un encuentro que desde este viernes 22 y hasta el domingo 24 de agosto convierte a esta tierra afrodescendiente en un escenario donde la música, la danza, la gastronomía y las tradiciones ancestrales son protagonistas.
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Quienes lleguen a Malimpia desde las primeras horas de la mañana encontrarán un ambiente festivo que comienza en la plaza central y se expande hasta las orillas del río. El aire se llena de aromas a encocado de camarón, tapao de pescado y caldos de gallina criolla preparados en leña. Los colores de las frutas tropicales, las artesanías en madera y las creaciones de los emprendedores locales componen la postal perfecta de una feria agroproductiva que no solo ofrece sabor, sino también identidad.
El festival nació en 2022 gracias al impulso de activistas culturales como Alodia Borja, quien junto a un grupo de líderes comunitarios se propuso rescatar las raíces afro de Malimpia. “Queríamos que las nuevas generaciones conocieran sus orígenes y que la comunidad se uniera en torno a lo que somos”, recuerda Borja. Tres años después, la idea ha crecido hasta convertirse en un punto de encuentro esperado no solo por los habitantes locales, sino también por turistas de toda la provincia de Esmeraldas y visitantes de otras regiones del país.
Uno de los momentos más emocionantes de la agenda es el desfile de la balsa ancestral, una representación que evoca a los primeros pobladores y su relación inseparable con el río Esmeraldas. Aunque hoy se utilizan canoas a motor en lugar de balsas de caña guadua, el espíritu permanece intacto: mientras la embarcación se desliza sobre las aguas, los asistentes entonan arrullos y marimbas que narran historias de lucha, fe y resistencia.
La marimba, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, acompaña cada instante del festival. Jóvenes y ancianos se reúnen en el escenario para tocar y bailar, demostrando que la música no es solo entretenimiento, sino también memoria viva. En cada golpe de bombo, en cada movimiento de los pies descalzos que repiquetean sobre el suelo, se transmiten saberes ancestrales que fortalecen la identidad de toda una comunidad.
Un espacio de reflexión sobre la relación entre cultura y naturaleza
Además de la música y la danza, el festival también es un espacio de reflexión sobre la relación entre cultura y naturaleza. Malimpia depende de su río, de la tierra fértil y de la biodiversidad que la rodea. La agricultura sostenible, la pesca responsable y la conservación de los bosques forman parte de la vida cotidiana, y durante estos días, esa conexión se celebra como un legado que debe preservarse para el futuro.
Malimpia recibe a sus visitantes con la calidez que caracteriza a su gente. Hombres y mujeres de piel oscura y sonrisa amplia invitan a compartir su mesa, a bailar en la plaza, a dejarse llevar por el ritmo de los tambores. La hospitalidad cimarrona se convierte en un sello que marca la experiencia de cada viajero.
La invitación está abierta: recorrer Malimpia es adentrarse en un universo donde el tiempo parece detenerse para dar paso al ritmo de la marimba, al sabor de la sazón ancestral y a la fuerza de una identidad que se mantiene viva. El festival no es solo un espectáculo: es un acto de resistencia cultural, un recordatorio de que la alegría y la tradición pueden ser el mejor camino para proyectar al mundo la riqueza de una parroquia orgullosa de su herencia.
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