
Malestar en Viche por colocación de tierra sobre el puente de la localidad
Intervención emergente busca garantizar la seguridad vial, pero revive el debate sobre la falta de soluciones estructurales
La reparación provisional del puente sobre el río Viche, ubicado en la vía E20, ha encendido el debate entre los ciudadanos de Quinindé. Mientras las autoridades celebran la ejecución rápida de los trabajos como un acto de responsabilidad y respuesta inmediata, varios sectores de la comunidad expresan su inconformidad ante lo que consideran otro parche más en una historia repetida de promesas a medias.
Desde la mañana de este martes 22 de julio de 2025, maquinaria coloca cascajo en lugar de asfalto sobre el puente, cuya capa asfáltica se encuentra visiblemente deteriorada.
La intervención, iniciada por la Gobernación de Esmeraldas en coordinación con la Federación de Transportistas de la provincia y el apoyo técnico del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), tiene como objetivo garantizar la seguridad de miles de usuarios que transitan diariamente por esta vía estratégica que conecta a Esmeraldas con el resto del país.
Los trabajos, liderados por un equipo de obreros y técnicos dirigidos por Carlos García Mendoza, presidente de la Federación de Transportistas, surgen como parte de los compromisos adquiridos durante mesas de diálogo con dirigentes comunitarios de la parroquia Viche, quienes desde hace meses alertaban sobre el deterioro de la estructura.
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Una solución rápida... ¿pero insuficiente?
Pese a los esfuerzos desplegados, la reacción de la comunidad no ha sido unánime. La intervención ha sido calificada por varios habitantes como una medida paliativa que posterga el verdadero problema de fondo: la necesidad de una rehabilitación integral y definitiva del puente, cuya antigüedad y constantes daños representan un riesgo latente para conductores y peatones.
"Cada vez que hacen un arreglo, es solo para tapar huecos. A las semanas ya vuelven los problemas", comenta don Efraín Castillo, comerciante de Viche que utiliza la vía a diario para movilizar su producto. Su testimonio refleja el sentimiento generalizado de que estas acciones, aunque urgentes, no responden a una planificación a largo plazo.
Los transportistas, si bien han asumido un rol activo en la ejecución de las obras, también se muestran preocupados. “Queremos soluciones duraderas. Este puente es clave para toda la región, y no podemos seguir dependiendo de arreglos momentáneos”, expresó un dirigente del gremio que prefirió no ser identificado.
El deterioro de esta arteria, que conecta la Sierra con los destinos turísticos de la provincia, no es reciente. Actualmente se regostan 37 puntos críticos.
Seguridad vial: un derecho, no una concesión
La Gobernación de Esmeraldas, por su parte, ha reiterado su compromiso con el desarrollo de las comunidades rurales y ha enfatizado que esta reparación responde a una situación de emergencia. Sin embargo, organizaciones sociales y líderes barriales exigen un plan técnico serio, con cronograma y financiamiento asegurado para una intervención estructural que garantice la vida útil del puente y evite futuros colapsos.
Mientras tanto, la reparación avanza contrarreloj. El puente sigue siendo una vía indispensable para el comercio, el transporte y el turismo en la zona. Pero las grietas no solo están en el concreto: también en la relación entre las comunidades y el Estado.
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