Sophia Forneris | Comunicar para gobernar, gobernar para comunicar

Olvidan que en política el silencio es un vacío que otros llenan con versiones interesadas o incompletas
Mucho de lo que hoy tenemos como sociedad -en nuestras instituciones, leyes y cultura política- tiene influencia de Roma. Y uno de sus legados más estratégicos fue entender que la comunicación política no era un lujo, sino un pilar de gobierno. El emperador sabía que un flujo eficiente de información era vital para gobernar un territorio tan vasto: desde la recaudación de impuestos hasta la gestión de obras públicas, todo dependía de que los ciudadanos supieran con claridad qué se esperaba de ellos.
Roma desarrolló métodos sofisticados para transmitir mensajes, para mantener el control y para moldear la opinión pública. La estabilidad del imperio descansaba en su capacidad para comunicar con oportunidad y precisión, atender quejas antes de que se convirtieran en rebelión y reforzar la legitimidad del poder. El buen gobierno, en cualquier época, se sostiene tanto en sus acciones como en la manera en que estas son explicadas y entendidas. Hoy la transmisión de información a la ciudadanía sigue siendo crucial. Sin embargo, muchos líderes asumen que la realidad es evidente y no necesita explicación. Olvidan que en política el silencio es un vacío que otros llenan con versiones interesadas o incompletas. Un gobierno con políticas acertadas pero sin una comunicación clara, constante y estratégica no será recordado con justicia. La ciudadanía necesita comprender, no solo obedecer; participar, no solo acatar.
En política, la percepción es tan poderosa como la realidad. Un gobierno que descuida la comunicación se expone a que sus logros pasen inadvertidos y sus errores se magnifiquen. La historia está llena de administraciones con grandes obras olvidadas por no saber contarlas y de líderes mediocres que, gracias a un relato hábil, ganaron prestigio y permanencia.
La comunicación política es una disciplina que requiere estrategia, coherencia y continuidad. Un mensaje claro puede blindar a un gobierno y dejar una huella positiva que trascienda el periodo en funciones. Al final, los gobiernos no siempre son recordados por lo que hicieron, sino por la historia que supieron construir sobre sus acciones. Roma lo entendió. Muchos, hoy todavía no.