casas afectadas en El Plateado Bajo
Residentes de El Plateado Bajo sobreviven en infraestructuras destruidas por las filtraciones de agua y el abandono municipal.FREDDY INGA

Loja: En El Plateado Bajo se niegan al abandono municipal y a perder sus viviendas

En este sector hay casas que están a punto de colapsar debido a las filtraciones de agua

A solo diez minutos de la ciudad de Loja, el barrio El Plateado Bajo parece detenido en un tiempo donde la planificación nunca llegó. 

Al ingresar, la realidad golpea: una calle principal llena de huecos, casas cuarteadas al borde del colapso, malos olores que se intensifican con el sol y un ambiente de incertidumbre que recorre cada vivienda. 

En esta comunidad, la vida se desarrolla entre la esperanza de ser atendidos y el temor constante de que el siguiente invierno termine por destruir lo poco que queda en pie.

Las familias del sector aseguran que sus problemas se agravaron desde que hace dos años comenzaron los trabajos en la avenida Ángel Felicísimo Rojas. Lo que al principio fue una pequeña fisura ahora es una alarma visible: paredes resquebrajadas, techos levantados y pisos hundidos.

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Doris Guamán, una de las residentes, explica que la mayoría de casas no tiene alcantarillado sanitario ni pluvial

“Los olores son insoportables cuando hace calor, la contaminación está ahí, frente a nuestros niños”, expresa al ver las casas vecinas, algunas ya inhabitables. 

La falta de infraestructura básica ha convertido al sector en un punto rojo para la salud pública y para la seguridad de sus habitantes.

La vialidad tampoco ofrece tregua. Las calles, sin asfalto, se convierten en una amenaza para quienes deben movilizarse a pie o en moto. Cuando llueve, el lodo hace que muchos prefieran no salir; cuando hace sol, el polvo cubre todo.

ingreso a El Plateado Bajo en Loja
Así son las vías de ingreso al barrio El Plateado Bajo, en Loja.FREDDY INGA

En medio de ese panorama, la historia de José Antonio Ramos refleja el drama de varias familias. Su casa, construida con esfuerzo de toda una vida, hoy está fracturada y a punto de derrumbarse.

Recuerda que todo comenzó en el invierno pasado: “La casa empezó a moverse poco a poco, pero ahora ya no se puede vivir aquí”, cuenta mientras señala los muros desplazados y las grietas que avanzan del piso al techo. Ha pedido ayuda al Municipio y a otras instituciones, pero las respuestas se han quedado en promesas.

“Revisan, toman fotos, dicen que van a ayudar y después no pasa nada. Incluso un funcionario dijo que no podía hacer nada porque podrían sancionarlo. ¿Qué clase de respuesta es esa para una familia que lo está perdiendo todo?”, lamenta.

casa destruída en El Plateado Bajo
Los habitantes de El Plateado Bajo se han visto obligados a vivir con la destrucción.FREDDY INGA

Otro caso es el de Gladys Minga, quien llegó al barrio hace 25 años con la ilusión de formar un hogar seguro. Desde hace siete años, su vivienda comenzó a inclinarse, las paredes se abrieron y las tuberías reventaron. Ha gastado cerca de 7.000 dólares en reparaciones que solo detienen temporalmente el problema. “No puedo seguir viviendo así; necesito que nos reubiquen”, dice.

Vinicio Guaychichulla, integrante de la Comisión barrial, asegura que los vecinos han acudido varias veces a la Municipalidad. Han pedido soluciones por los malos olores y por las filtraciones que amenazan sus casas. Sin embargo, hasta ahora no reciben una intervención definitiva. “Nadie quiere irse de su casa, pero nadie quiere morir bajo ella”, resume con crudeza.

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Frente a esta crisis, el vicealcalde de Loja, Pablo Quiñónez, reconoce que las anteriores administraciones permitieron el crecimiento de la ciudad en zonas no aptas, sin estudios ni planificación.

Explica que los suelos del sector tienen presencia de fuentes de agua y que muchas viviendas aún dependen de pozos sépticos sin mantenimiento, lo que generó filtraciones y debilitó los cimientos.

Quiñónez detalla que existe una ordenanza que asignó 250 mil dólares para estudios técnicos, pero ese dinero no fue utilizado durante la administración del exalcalde destituido Franco Quezada.

La actual administración gestiona que esos recursos sean reactivados para iniciar, finalmente, los estudios que determinen las obras necesarias. “No podemos actuar sin un diagnóstico técnico; pero sí podemos garantizar que este proceso avance”, afirmó.

En El Plateado Bajo las familias se organizan, resisten y siguen tocando puertas con la esperanza de que sus voces sean escuchadas. Cada grieta que avanza y cada pared que cede recuerdan que el tiempo no está de su lado. El barrio no pide privilegios sino vivir sin miedo y una solución que les permita recuperar su dignidad.

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