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La experiencia es inmerciva, las mujeres enseñan sus labores diarias y su cultura a los turistas.Patricia Oleas

Las comunidades puruhaes: cultura viva y turismo rural

Familias indígenas luchan por sostener proyectos que resguarden sus costumbres y generen fuentes de empleo 

Las comunidades indígenas de Chimborazo que rodean la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo luchan, desde hace más de una década, por sostener proyectos de turismo comunitario que resguarden su cultura, generen empleo y frenen la migración. Hoy, esa apuesta se enfrenta a nuevos desafíos: la caída del turismo nacional e internacional, la inseguridad en el país y la ausencia del tren, que alguna vez fue el mayor impulsor económico de la zona.

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Doce comunidades administran los refugios, centros de hospedaje y servicios guiados en el área protegida. Entre ellos, los emblemáticos refugios Hermanos Carrel en el Chimborazo, donde el visitante encuentra bebidas calientes como chocolate, café, té de coca y deliciosos sándwiches antes de iniciar la caminata hacia los 4.800 metros, también ofertan hospedaje sobre todo para quienes buscan aclimatarse y subir a las cumbres, aunque reconocen que son muy pocos, pues la mayoría prefiere hacer su campo base en carpas sobre los 5000 metros de altura.

Pero la oferta va mucho más allá de un punto de descanso: las rutas incluyen senderismo, interpretación cultural, artesanías y experiencias con familias puruhaes que han aprendido a convertir su vida cotidiana en una propuesta turística.

Olmedo Cayambe, guía comunitario, resume el sentir de las comunidades durante una visita organizada por el Municipio de Riobamba: “Hoy recorrimos el Cañón de la Chorrera, la reserva y llegamos hasta el primer refugio. Compartimos lo que hacemos, pero también mostramos la realidad: el turismo ha disminuido bastante por la inseguridad y por los problemas del país. Esto nos preocupa porque vivimos de esto”.

El guía recuerda que la suspensión del tren agravó aún más la situación. “El tren del hielo ayudaba mucho. Venían turistas, hacían el recorrido por el Tayta, y luego bajaban a La Moya, a Jatari, a Urbina. Ahora ya no tenemos esas visitas y eso afectó directamente a las familias”.

Cayambe considera que actividades como la realizada, ayudan a cambiar la percepción. “Aquí no hay inseguridad. Las comunidades están organizadas, y la presencia de la Policía da confianza. Necesitamos que otras instituciones se sumen para difundir nuestro trabajo y demostrar que Chimborazo es un destino seguro”.

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Los turistas realizan un recorrido en medio de la naturaleza.Patricia Oleas

Mientras tanto, en La Moya, ubicada a 3.400 metros, 45 familias han levantado durante una década un centro comunitario que incluye hospedaje, alimentación y convivencia con la cultura Puruhá.

Justa Miñarcaja, es una de las 24 mujeres que sostienen el proyecto. “Antes la gente migraba. Los hombres trabajaban en construcción y las mujeres como empleadas domésticas. Por eso iniciamos el turismo: para estar cerca de nuestros hijos”.

La paralización del tren golpeó directamente al centro “Cuando venía el tren, llegaban 120 o 150 turistas. Ahora vienen 15, 20… a veces solo dos o tres. Pero seguimos trabajando. Lo que ganamos lo reinvertimos para construir más y para que nuestros hijos tengan futuro en el turismo” afirma, mientras indica una construcción a medias, entre el Museo que cuenta sus leyendas y la tienda donde comercializan sus diversas artesanías.

Miñarcaja explica que el trabajo es rotativo: “Hoy me tocó atender a mí; mañana le toca a otra compañera. Así todas participamos: en cocina, guianza, limpieza, artesanías”.

Herederas de familias de hieleros

Las mujeres de La Moya, herederas de familias de hieleros, encontraron en su cultura una forma de fortalecer la identidad puruhá. “Los turistas nos dicen que estamos lindas, que les encantan nuestras ropas. Eso nos ha dado orgullo para vestir nuestro anaco verde y bayeta rosada”, cuenta Justa entre risas tímidas.

La coordinadora del centro, Diana Guevara, destaca que una parte del patrimonio vivo son los bocineros, músicos tradicionales de la zona: “Aquí los bocineros no mueren; los jóvenes están aprendiendo”.

Así, las comunidades insisten en que Chimborazo tiene todo para reactivarse si se fortalece la promoción, la seguridad y el apoyo institucional ya que el empeño de las familias puruhaes es sostener su identidad.

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