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Ministra Zaida Rovira y ministro Roberto Luque
Izquierda: La ministra Zaida Rovira viajó acompañada de tres policías que la protegían de cerca. Derecha: El ministro Roberto Luque a su salida del aeropuerto de Quito.Óscar Murillo / EXPRESO

Zaida Rovira y Roberto Luque: La rocosa tarea de preguntar a los ministros de Noboa

Ministros Luque y Rovira viajaron en el mismo vuelo Guayaquil–Quito tras 8 días del referéndum. Esto respondieron y callaron

El ministro Roberto Luque, en silla preferencial, con la mirada fija en el celular. Justo cuando pasé a su lado leía una noticia política del día en su móvil; miré de reojo, me ganó la curiosidad. Luego, custodiada por un policía, en el asiento 8B del vuelo 1365 de Latam, vi a la exministra de Gobierno, Zaida Rovira, en económica, como cualquiera de nosotros.

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Alguna vez escuché que todo, incluso lo más cotidiano, es una señal política. Así que la distancia entre la fila 3 y la 8, aunque no lo sea, aunque se trate de una simpleza logística, la interpreto como una señal política mientras escucho las indicaciones del avión: “coloque su propia máscara antes de asistir a niños u otras personas”.

La única noticia que tengo hasta el momento es que la recién nombrada ministra de Desarrollo Humano y el ministro de Transporte viajaron de Guayaquil a Quito el lunes 24 de noviembre, en el vuelo de las 8:55 a.m., ocho días después de la derrota del Sí en la consulta popular.

El policía que la custodia ya me está mirando raro. No dejo de ver hacia su asiento. ¿Qué hace una ministra durante un vuelo?, me pregunté. Es realmente decepcionante: hace lo mismo que todos. 

Mira el celular, piensa, cierra los ojos, los abre, duerme. No sé qué esperaba. Traté de hacer lo mismo con Luque, pero ponen una cortina que separa a los de allá de los de acá.

Ministros sí
Zaida Rovira y Roberto Luque durante una rueda de prensa.CORTESÍA

El vuelo, la foto imposible y las preguntas pendientes

Ahora pienso que debo tomar una foto a la ministra; quizá luego no me crean que la tuve al otro lado del pasillo. Mientras espero el momento perfecto, planeo las preguntas que le haré en cuanto pueda estar a su lado. Alisto el pequeño libreto: son cuatro, no habrá tiempo para más, y quizá no responda ninguna.

Mi primer intento de foto fue malísimo. Tal vez haya que graficar la nota con una imagen de archivo. Descubrí que justo detrás de mí va otro policía. Supongo que dos ministros no pueden viajar sin una buena seguridad en un país donde asesinan a una persona cada 66 minutos.

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Mi compañero de asiento, un señor de avanzada edad, no quita sus ojos de Google Maps. “Llevamos 20 minutos dando vueltas”, me dice. Cree que es por la lluvia, pero eso me da tiempo para pensar en el instante que tendré para hacerle a Rovira las preguntas que, aunque este Diario ha enviado con insistencia, no ha respondido.

A veces las noticias están por ahí, y el periodista debe recogerlas. Cuando el avión aterrizó y ocurrió ese incómodo momento en el que piden a los pasajeros que no se pongan de pie, pero igualmente lo hacen, tres policías se levantaron para rodear a la ministra. Supuse que iban a sacarla rápido y no tendría tiempo.

Justo cuando salió al pasillo, la abordé: “Señora ministra, por favor unas preguntas, soy periodista”, dije de afán; quizá me faltó un buenos días.

  • “¿Está grabando?”, me preguntó.
  • “Sí, soy periodista”, insistí.
  • “¿Se atribuye alguna responsabilidad por los resultados de la consulta popular?”, le lancé la primera de las cuatro preguntas que preparé mientras el avión daba vueltas.
  • “No le voy a responder”, me dijo. 

Fui terco y volví a preguntar. Me aseguró que me iba a responder, pero que le enviara las preguntas directamente y, muy amablemente, me compartió su número de celular para contactarla.

Un gesto apropiado: quizá un pasillo de avión no es el mejor lugar para una entrevista, pero un ministro al alcance de una grabadora no es muy común. Me excusé, le agradecí y le prometí que la contactaría.

No pasó a mayores. Por lo menos tengo su número, supuse. Después de una semana, su imagen de perfil de WhatsApp es una foto en apoyo al Sí, lo que confirmó que mi pregunta era adecuada.

Del pasillo del avión a la salida del aeropuerto

No la vi más. Salí del avión y, justo antes de pasar por la puerta del aeropuerto de Quito, me encontré con el ministro Luque. “Este es un mejor escenario”, pensé. No había policías alrededor, no había tumulto, no había afán.

“Señor ministro, soy periodista de EXPRESO, por favor unas preguntas”. Dijo que en ese momento no, pero, de nuevo, insistí en preguntar su reacción sobre los resultados del referéndum.

“En serio no voy a hablar del tema, pero le voy a decir algo. Nosotros, digamos, lo que el Presidente siempre nos dijo y nos ha dicho es: lo que diga la ciudadanía. Se le preguntó directamente al pueblo y la ciudadanía se manifestó”, me respondió.

“¿Los cambios recientes en el gabinete generaron alguna situación particular en el equipo ministerial?”, le lancé. “No, para nada, el equipo está más fuerte que nunca”, concluyó mientras avanzaba hacia la salida del aeropuerto.

De inmediato fui a mi celular y le envié a la ministra Rovira mi cuestionario. Hasta el cierre de esta edición no ha respondido, pero soy optimista: seguimos esperando sus respuestas.

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