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José Molina Gallegos | ¿Por qué actuamos ‘por miedo’?

Lamentablemente, el accionar de personas en el campo privado y público se ven limitadas por el miedo a perder una posición

El miedo es una emoción básica que surge ante la percepción de un peligro, real o imaginario, y su propósito principal es la supervivencia. El miedo, sin duda, provoca un síntoma de presión en el ser humano; es inherente al mismo y a su naturaleza. Sentir miedo, en consecuencia, es parte de la realidad humana.

Tener miedo es normal, por ejemplo, a lo desconocido o a situaciones reales y cotidianas: caminar en la calle hablando por teléfono y que éste nos pueda ser arrebatado; ser asaltados, entre otras. Son situaciones entendibles, pero ¿por qué estamos acostumbrados a actuar por miedo? ¿Por qué razón estamos sometidos al miedo para guiar nuestras conductas?

Uno de los valores más importantes que tiene el ser humano es el respeto, y el mismo nos es inculcado desde niños. Debemos respetar a nuestros padres y mayores porque esa es la naturaleza humana, no hacerlo por miedo; debemos respetar el derecho ajeno, la propiedad ajena, la libertad individual, la presunción de inocencia de una persona, porque es el deber humano de vivir en sociedad, no por miedo; sin embargo, el tema avanza y avanza.

Ahora, lamentablemente, el accionar de muchas personas en el campo privado y público se ven limitadas por el miedo a perder una posición, un trabajo o un cargo. Que, si no haces lo que te piden, te echan. Todo, siempre, para cuidar “su metro cuadrado de confort”. Esto no sólo es miedo, es egoísmo y sinvergüencería; incluso, es una forma solapada de corrupción, ya que una persona es corrupta no únicamente cuando recibe, por ejemplo, dinero u otro bien por hacer algo que no debe o es contrario a la verdad o la ley, pues también es corrupta cuando obedece con servilismo y sin razón.

En el alcance que menciono, el miedo debe ser eliminado por la autodeterminación. La libertad de actuar, evidentemente, siempre debe obedecer a nuestros principios y a un sistema jurídico que por algo existe. Es esa nuestra libertad. Podemos complacer a muchos y engañar a otros, pero esto último nunca a nuestra conciencia, la que nunca, jamás, debe sucumbir a la cobardía disfrazada de miedo.