Claudia Tobar | “Vísteme despacio, que tengo prisa”

Las personas que mueven montañas son las que, frente a las adversidades, deciden continuar
Esta semana, Ecuador recibió a Mario Alonso Puig, reconocido escritor, cirujano y, sobre todo, fiel creyente en el poder de la mente y la palabra. Durante su estancia llenó dos auditorios completos en Quito y Guayaquil con más de 2,500 personas, mostrando el creciente interés de personas de todas las edades en potenciar su salud emocional y entender su motivación. En su exposición, llena de historias, risas, meditación en vivo y reflexiones, compartió que “todos nos manifestamos en el mundo tal y como nos vemos”. El mensaje más profundo de su exposición fue aceptar que el mayor obstáculo en el camino hacia nuestros sueños somos nosotros mismos.
El autoconcepto que construimos de nosotros mismos es la puerta que abre nuevas oportunidades. Puig nos invita a reflexionar sobre cuánta tenacidad estamos dispuestos a dedicar a nuestros sueños. Para transformar nuestra vida, necesitamos un norte claro hacia dónde dirigirnos; el combustible será la fe que tengamos en nosotros mismos. Esa fe se pondrá a prueba con obstáculos, y es ahí donde debemos mantener la convicción de que, a pesar de todo, podemos alcanzar nuestros sueños.
Las personas que mueven montañas no son solo aquellas con suerte o talento, sino las que, frente a las adversidades, deciden continuar. Con frecuencia, actuamos y pensamos de forma tan reactiva y automática que nuestras acciones ya no parecen propias. Nuestra atención está en todo lado menos en nuestro norte. Prestar atención a nuestras emociones es un ejercicio que debemos practicar. ¿Qué me hace sentir tan enojado por esta situación? ¿Por qué siento ansiedad al ir al trabajo? Convertirnos en detectives de nuestras propias emociones nos da una ventaja para usarlas a nuestro favor, un superpoder en un futuro cada vez más robotizado.
Nunca es tarde para ponerlo en práctica: nuestro cerebro tiene la increíble capacidad de cambiar y moldearse cada día, y solo hace falta voluntad. Al adoptar esta mentalidad, no solo transformamos nuestra vida, sino que inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando un impacto positivo en nuestra comunidad.