Roberto Aguilar | Tres consultas para hundirlo todo

Los abogados y asesores jurídicos del presidente Daniel Noboa son como para llorar a gritos
El Ecuador viene tratando de librarse del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) desde el último día del correísmo. Con la nueva consulta popular de Daniel Noboa, que propone al fin la eliminación de este ominoso engendro parido por las febriles mentes de un grupete de conquistadores españoles (porque nada es tan neocolonial en este mundo woke como la izquierda), con esta consulta, decíamos, van tres. Y esta, a pesar de que pretende eliminarlo, promete ser la de su consagración definitiva. De todas, la peor.
En la primera, hecha como a propósito por Lenín Moreno para reforzar con doble candado este indeseable organismo, el pueblo ecuatoriano, esa entelequia de bolsillo para libre invocación de tiranitos, decidió que los integrantes del CPCCS debían ser funcionarios de elección popular, con lo cual no solo los dignificó sino que hizo más difícil librarse de ellos. Una muy bonita gracia, si se considera que nadie en este mundo es tan profundamente ignorante sobre la naturaleza y alcances de esa basura correísta como el pueblo ecuatoriano, precisamente.
En la segunda, una consulta bien pensada en todo menos en el ‘timing’, un Guillermo Lasso vanidoso hasta la náusea quiso despojar al CPCCS de sus facultades nominadoras para devolvérselas a la Asamblea sin pararse a considerar, ni por un segundo, que su nivel de aprobación era tan bajo (más que bajo: reptante) que no tenía la más remota posibilidad de recibir el apoyo popular en nada que se propusiera. Perdió, claro. El resultado: si hoy el CPCCS conserva su atribución de elegir mañosamente (que es la única forma que conoce) a las autoridades de control, es por voluntad del soberano. ¡Qué daño le hicieron al país ambas consultas!
Tenía que ser el gobierno de Daniel Noboa (¡cuál otro!) el que terminara por proponer la eliminación del organismo a cambio de mantener intacto el sistema que lo consagró, solo que esta vez a cargo de la Asamblea. Cuando se pedía que la atribución de nombrar autoridades de control regresara al Poder Legislativo, se estaba pensando en retomar el viejo sistema de nominación y aprobación, con ternas enviadas por otros poderes del Estado, que tiene la ventaja de transparentar las intenciones, como dice Karen Sichel, y hacer a los electores responsables de sus actos. En su lugar, la consulta de Noboa propone mantener el esquema de concursos de méritos y oposición, de esos que suelen ganar los Carlos Pólit de este mundo con el puntaje perfecto: procedimientos oscuros, con una veintena de pasos que multiplican las posibilidades de manipulación y convierten la vigilancia ciudadana en tema para especialistas; concursos diseñados para disuadir la participación de los mejores y asegurar el triunfo de los Carlos Pólit.
Los abogados y asesores jurídicos de Daniel Noboa son como para llorar a gritos. Especialistas en mercados bananeros, cuando no en sangrientas disputas de división de bienes, no han sido capaces ni siquiera de diagnosticar de qué pie cojea el CPCCS para no repetir los mismos errores que hicieron de él un organismo indeseable. De lo público, lo ignoran todo: esa es la marca de este gobierno. Y así pretenden ejecutar la reforma política más importante de cuantas el país tiene pendientes. Menos mal existe una Corte Constitucional que probablemente les niegue esta pregunta de la consulta. Pero, claro, ya se la van a comer.