
Cuando la reputación de los famosos está en juego...
Talentos como Cezar Augusto y Sarah Alarcón dicen que su imagen y trabajo se han afectados por comentarios de cierta prensa
En 2023, el expresentador Mauricio Altamirano atravesó por una de las peores experiencias de su vida, cuando fue denunciado por el panameño Miguel Melfi, exparticipante del reality show El poder del amor. Esta drástica acción fue tomada por los comentarios vertidos por el Cuy en febrero del 2022 en el programa digital Calientitos TV. En esa ocasión, el comunicador, que ahora vive en Estados Unidos, habló sobre un supuesto video íntimo de Melfi con un periodista de farándula (sin pruebas). Aquello fue catalogado como una contravención de cuarta clase.
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El 9 de julio del 2025, la influencer Sarah Gabriela Alarcón decidió denunciar al presentador Leonardo Quezada, conocido como Lazito de la Farándula. Según la hija de Gabriela Pazmiño Yépez, la ha perjudicado tanto emocional como profesionalmente con declaraciones ofensivas emitidas en el espacio de Tv Los Hackers, al vincularla con Cezar Augusto, expareja de Virginia Limongi.
La acción fue presentada por el abogado Carlos Luis Sánchez. Se pide una pena de 30 días de cárcel y que se le imponga una reparación por los daños causados. Esta es la denuncia penal, pero se viene una civil.
Esta historia tiene otra parte. El modelo brasileño también ha tomado acciones legales para defenderse de las acusaciones que le han hecho algunos medios, en que “se insinuaban aspectos íntimos sin sustento, lo que ha generado una afectación emocional y económica”, según el abogado Carlos Fierro.
“Cuando las plumas se riegan nadie puede recogerlas” dice un refrán popular que significa que algunas acciones o palabras, una vez hechas o dichas, no se pueden deshacer (fácilmente).
En estos casos, los afectados hablan de un daño a su imagen, reputación y en lo profesional, ya que pierden contratos con marcas. EXPRESIONES consultó a expertos para que opinen al respecto.
"Aprendí de la peor manera cuando me demandaron"
El expresentador y exreportero Mauricio Altamirano comenta que por experiencia propia sabe que cuando se habla se “tiene que tener pruebas para demostrar lo que se menciona, porque de lo contrario se corre el riesgo de un lío legal, así recurra a la muletilla del ‘supuestamente’. También he pecado y lo aprendí de la peor manera cuando me demandaron (Miguel Melfi) por difamación y perdí en la primera instancia, pero me salvé porque prescribió la demanda, es decir no fui a la cárcel y tampoco pagué indemnización. Pero no siempre es así”.
Confiesa que no hubo malicia, “fue un chisme tonto y ahora estoy convencido de que no podemos escudarnos en que me contaron esto o supuestamente pasó así”.
En los programas de farándula se juega con la información o lo que se dice de algún personaje. “Hay figuretis que viven del escándalo, les dará risa lo que se comenta y será un ‘run run’ más del montón. Pero cuando el comentario afecta la honra del famoso, es un efecto dominó, porque lo primero que sucede son los ataques de odio en redes sociales, en donde los odiadores anónimos dan rienda suelta a los insultos sin piedad. Esto no solo afecta a la víctima, sino que hay daños psicológicos y colaterales (su familia). Y encima, se le caen contratos, porque los famosos viven de su imagen y ninguna marca comercial quiere pautar en medio de un bochinche”.
Considera que todos tienen “derecho a proteger su buen nombre y a tomar medidas, siempre y cuando existan los elementos necesarios para continuar, porque hay muchos figuretis mentirosos que se inventan querellas solo por sonar, saturando de esa manera el sistema judicial, tan lento y muchas veces cuestionado”.
"Las marcas no quieren verse vinculadas a una polémica"
Según Lucy Pazmiño, especialista en comunicación estratégica y manejo de crisis, “en tiempos en los que las redes sociales se han convertido en escenario protagónico, donde circulan mensajes de todo tipo y pueden viralizarse en cuestión de minutos, las figuras públicas deben tener especial cuidado. Un comentario mediático (que muchas veces sale de un espacio de farándula o de entretenimiento) que escale a redes, por ejemplo, puede volverse un problema serio si gana atención y se multiplica. Y eso afecta directamente su reputación y sus vínculos comerciales: contratos con marcas, invitaciones a eventos, campañas, acuerdos públicos o privados. Las marcas no quieren verse vinculadas a una polémica, aunque la figura no tenga responsabilidad directa”.
Añade que “cuando algo se viraliza y se convierte en conversación pública, guardar silencio es lo peor que puede hacer una figura expuesta. Siempre recomiendo enfrentar la situación con claridad y cabeza fría. Ya sea a través de un comunicado público o desde sus propias redes, hay que aclarar, marcar postura y explicar. Esa frase de ‘mejor espera a que la gente se olvide’ no aplica cuando se trata de la reputación. Es crucial poner los puntos sobre las íes y recuperar el control”.
Considera que “si el personaje tiene experiencia frente a cámara, un video puede funcionar bien. Si no, un texto claro, directo y coherente con su personalidad y valores también puede ser efectivo. Lo esencial es que el mensaje tenga sentido con la imagen que ha proyectado hasta el momento. Si el tema tiene implicaciones legales, es válido aclarar que no se dará más información mientras el asunto se resuelve por esa vía. Pero nunca dejar vacíos”.
En una crisis reputacional, los silencios se llenan con rumores, suposiciones y versiones que pueden terminar causando más daño que la propia viralización del hecho. “Las crisis reputacionales son más frecuentes de lo que se cree. Y no estar listos para enfrentarlas puede marcar la diferencia entre un daño ocasional y uno permanente. Estar expuesto implica responsabilidad. Eso incluye anticiparse, cuidarse y rodearse de profesionales que sepan actuar a tiempo”.
"Los talentos son un activo profesional"
Para Allisson Ortiz Jordan, quien maneja a doce talentos y es especialista en ‘talent management’, “en la industria del entretenimiento y la comunicación, la imagen de un talento, ya sea influencer, músico o figura televisiva, no es solo una extensión de su personalidad, sino también un activo profesional que conecta directamente con marcas, audiencias y oportunidades”.
Cuando se emiten comentarios a la ligera en espacios públicos o mediáticos, según la experta, “estos pueden convertirse rápidamente en narrativas más amplificadas a través de redes sociales. Aunque se diga que ‘la polémica vende’, la realidad es que muchas marcas buscan coherencia, credibilidad y valores que reflejen su propósito. En ese sentido, los escándalos, reales o percibidos, pueden afectar la reputación de un talento y, en consecuencia, incidir en la pérdida de contratos, colaboraciones o alianzas futuras”.
Es importante entender que crecer como figura pública implica estar expuesto a juicios de valor, pero también requiere asumir una gestión estratégica de la imagen.
“Contar con equipos de relaciones públicas o asesores de comunicación es una práctica recomendable para guiar y proteger esa credibilidad, no solo en momentos de crisis, sino como parte del desarrollo profesional del talento”.
"Los rumores pueden dejar una huella permanente"
“Los malos comentarios y especulaciones de una persona difundidos en medios o redes sociales pueden tener un impacto devastador en la reputación de un talento o creador de contenido. Hoy la imagen pública es un activo valioso, y cualquier señalamiento puede generar consecuencias directas: desde pérdida de credibilidad hasta cancelación de contratos con marcas que buscan asociarse únicamente con figuras que reflejen estabilidad, coherencia y confianza”, dice Esthela Indacochea, asesora de comunicación y relaciones públicas.
También considera que las marcas invierten en influencers no solo por su alcance, sino por el valor simbólico y emocional que representan. “Cuando se genera un escándalo o polémica, así no haya sido comprobado, el simple ruido mediático puede hacer que se retraigan por precaución o busquen otros perfiles con menor exposición a conflictos. Por eso es clave que estos talentos cuenten con respaldo legal y comunicacional para manejar crisis, desmentir con contundencia y proteger su reputación frente a rumores que, aunque parezcan pasajeros, pueden dejar una huella permanente en su carrera”.
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