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Juan Falconí Puig
Amante de la antigüedades, valora más el tiempo de la negociación que el costo del objeto mismo.Gerardo Menoscal.

Juan Falconí Puig: "Mis mejores feriados han sido con mis hijos"

EXPRESIONES sentó al banquillo al conocido político y doctor en Jurisprudencia, cuya vida sería digna de una ópera de Giacomo Puccini.

La política y la farándula se abrazan en El Cuestionario de EXPRESIONES: acá no hablamos de leyes, presupuestos, ni planes electorales; conversamos de la vida con los personajes de la política ecuatoriana.

De Juan Falconí Puig se puede escribir mucho. Este doctor en Jurisprudencia y catedrático que se ha desempeñado también como embajador de Ecuador en otras partes del mundo es un hombre que tiene facetas que muy pocos conocen y EXPRESIONES está aquí para revelarlas en El Cuestionario.

Me dicen que usted es un hombre de gustos exquisitos, desde el buen whisky y la ópera hasta coleccionista de antigüedades.

La ópera me encanta, tengo buena literatura y, a través del tiempo, cada vez que hay una de estas obras en ciudades como París, Nueva York o Roma, acudo a verlas. Tenía como rutina llevar a mis hijos desde niños a los teatros y ellos me decían que ya las habían visto. Cada repetición es una producción distinta porque comparas actores, cantantes y escenarios.

¿Su vida sería lo más parecida a la de Rigoletto, de Verdi, o la de Rodolfo de La bohème, de Giacomo Puccini?

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Es difícil ese parangón. Recuerdo que el menor de mis hijos me decía que lo único que no le gusta de la ópera es que siempre muere alguien. Yo soy más del estilo ‘pucciniano’.

¿Entonces ha tenido una vida de drama y pasión?

Claro que sí.

Otra de sus pasiones es la colección de antigüedades.

Pues sí, he ido a todos los anticuarios y los de Europa los conozco antes de haber sido embajador. También los pocos que había en Guayaquil.

¿Cuál es su objeto más preciado tras una puja reñida?

Le responderé con una anécdota. Recuerdo que vivía en Ginebra (Suiza) y en una reunión de colegas en mi departamento que tenía vista al lago, una señora me preguntó por qué vivía solo, si no me resultaba extraño. Yo le respondí que con mis tres mujeres estaba contento. Ella se sorprendió y se las señalé. Eran estatuas en mármol, lindísimas.

¿Y el origen?

Dos de ellas fueron adquiridas en una feria de Ginebra y la tercera fue comprada en Londres. Para que tenga una idea, esta última es la Pandora y su caja.

El que nace farsante, vive como farsante, muere como tal. Pero al malo por naturaleza, en cualquier sentido, hay que aislarlo.

El Waldorf Astoria pone a subasta mobiliarios y utensilios utilizados por Liz Taylor y Marilyn Monroe. ¿Nunca le ha dado por tener artículos de celebridades?

No de personajes en particular. Suelo valorar las piezas de cuando en cuando por el tiempo que me tomó negociarlas, no por el valor. Tengo una pieza que es muy valiosa, un secreter Tudor. Una de las piezas más costosas que tengo, la adquirí en Londres y tardó tres meses su negociación con el señor del anticuario. Lo más rápido que he negociado por apuro fue un par de horas.

Y retomando lo de las estrellas, ¿tuvo en su juventud fantasías sexuales con alguna actriz o cantante?

No he tenido fantasías sexuales con alguna actriz. Más me gustaban en vivo (risas). Prefiero el mundo real. Siempre he estado más o menos tranquilo.

¿Y qué me dice de los autos clásicos?

Desde niño me gustan. Recuerdo que tenía la colección Dinky Toys. Tenía una ciudad, además de los autos, las calles, los edificios, un cuarto destinado para esto. Mis nietas ya me han ido sacando las llantas, pero me quedan algunos.

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¿Cuál ha sido el motor de su vida?

Escogí la profesión que más me convenía. Tomando las palabras del maestro italiano Cesarini Sforza, ‘yo vivo para el Derecho’.

¿Y siempre por la derecha?

Toda la vida.

Juan Falconí Puig
“Cuando hagan algunos cuestionamientos infames sobre mí, pregunten antes a mis profesores y a mis alumnos”.Gerardo Menoscal.

¿Qué se sintió ser profesor de su propia hija en la universidad?

Yo ya me iba a retirar de la universidad como catedrático cuando me enteré que Priscilla iba a entrar, pero me quedé por ella, quería ver si aprobaba conmigo y me quedé de largo. Ella era excelente estudiante, pero ya estaba casada, con hijas. Cuando tomaba lista la llamaba Falconí y la trataba como una estudiante más. Particularmente rígido con ella. Una vez me entregó el examen a regañadientes y luego me reclamó por las escaleras diciendo que daba poco tiempo (risas). Por delicadeza, sus exámenes eran calificados por el decano.

¿Es cierto que alguna vez lanzó el equipo de sonido de su hija a la piscina?

Ese es un chisme (risas). Lo hice porque le había advertido que no quería escuchar salsa, yo me estaba arreglando para irme a la oficina. No me hizo caso y se lo mojé(risas). Ella me llama Juanito.

Sé que fue buen jugador de voleibol...

Me encantaba. Cuando fui ministro de Industrias y Comercio en la época del presidente Borja, solía jugar con él y sus ministros los fines de semana.

¿Jugaría con Jorge Yunda, el alcalde de Quito?

Yo me atrevería a jugar, pero no sé si esté en las condiciones de saltar y brincar mucho como en aquella época, aunque hago ejercicios todas las mañanas, pero claro que lo haría, encantadísimo. No de golpe, para evitar el dolor muscular.

¿En qué ocasiones guardó silencio?

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Por regla general, cuando no tengo nada que decir y también al ver que es una pérdida de tiempo contestarle a alguien cuyo cerebro no le va a dar.

¿En qué no es tan diestro?

No conozco mucho de pintura, tengo interés por la música, me hubiera gustado estudiarla.

¿Se puede ir tranquilo de este mundo?

No sé si tranquilo (risas), a menos que alguien me recomiende, pero sí satisfecho. Dios me dio la satisfacción de hacer cosas.

¿Todo se hace bajo su ley?

Claro.

¿Cuál ha sido su mejor feriado?

(Piensa) Interesante (risas), nada con el que está usted insinuando felizmente. Los feriados más atractivos, los mejores, han sido siempre con mis hijos.

¿Algo pendiente?

Aprender de música.

¿Y sus memorias para cuándo?

Antes de eso, quisiera escribir uno más jurídico.

¿Y cómo titularía el biográfico?

'Mi paso por este mundo'.

Ping-Pong

¿Un sabor? El de las papas fritas.

¿Un dulce? El pie de limón.

¿Una adicción? El chocolate.

¿Una manía? Seguir estudiando.

¿Un cantante? Frank Sinatra. Lo vi dos veces en Nueva York.

¿Con cuál santo se identifica? Con san Juan Bosco como buen salesiano.

¿Tiene más de demonio que de santo o al revés? Trato de ser bueno. No cometo muchos errores.

Como abogado, ¿a qué nunca estuvo dispuesto? A perder.

¿Cómo saca sus demonios? Rezando.

¿Quién merece un exorcismo? Algunos. No me haga dar nombres.

¿Es cierto que le puso un ‘estate quieto’ a Julian Assange? Organicé las cosas.

¿A quién agradece? A Dios y a mis profesores.

¿A qué apela? A la paciencia y a la misericordia de Dios.

¿En contra de la pena de muerte? Totalmente.

¿Cómo se siente en este momento? Tranquilo y contento conmigo mismo.

  • Frases sueltas

Hay quienes piensan que soy prepotente por mi tono de voz que es alto. Además, soy emotivo para hablar. Di clases por más de 30 años y me acostumbré a hablar así para que todos me escuchen”.

Los derechos no se piden ‘por favor’, se exigen. Aquí cualquier hijo de vecino cree que usted debe pedirle de favor que respete sus derechos. Hay tantos valores trastocados que la gente va en deterioro”.

“Quiero que me recuerden como un buen ciudadano. Las veces que se me dio la oportunidad de trabajar por el país ha sido en serio , dedicado, sin límites y para bien. Sé que también recordarán mis defectos que han sido muchos”.

La historia se distorsiona de una manera impresionante y hoy más que nunca con las redes sociales y por supuestos técnicos. Al punto que los más facinerosos imputan sus fechorías a quienes los han investigado y denunciado. Ese es mi caso”.

“Aspiré siempre a convertirme en un buen abogado, no por ego ni vanidad ni para impresionar, sino porque estoy convencido de mi profesión”.

(Fotos: Gerardo Menoscal. Producción: Gianella Muñoz).