
¿Qué pasará con las aves que llegaban a los árboles podados en Puerto Santa Ana?
Expertos analizan el futuro de la fauna y los posibles conflictos tras la intervención en el área turística de Guayaquil
La reciente poda de árboles en el sector de Puerto Santa Ana, uno de los puntos turísticos más importantes de Guayaquil, ha encendido nuevamente las alarmas sobre el futuro de la fauna urbana. Tras un polémico episodio similar en la ciudadela Las Garzas, la pregunta que resuena entre ciudadanos y expertos es ¿a dónde irán las aves que perdieron su hogar?
Análisis de especialistas
Para el biólogo Benjamín Navas, la respuesta es compleja y anticipa un escenario de alta presión para las especies. La consecuencia más inmediata será un aumento en la competencia entre ellas. "Si de por sí, sobrevivir en un espacio urbanizado y reducido era complejo, ahora será aún más difícil", explica Navas, advirtiendo que esto llevará a una mayor disputa por el espacio y los recursos entre individuos de la misma y de diferentes especies.
El experto sostiene que la pérdida de su hábitat forzará a estas aves a buscar nuevos sitios. Este desplazamiento no será ordenado y podría seguir varias rutas. "Algunas podrían buscar áreas un poco más alejadas de la zona, como los árboles del Malecón Simón Bolívar, la Isla Santay o el Islote Palmar", detalla Navas. Otras, en cambio, podrían intentar reubicarse en la misma zona, ocupando los pocos árboles restantes y generando una mayor densidad poblacional en esos puntos.

Esta migración forzada es la que más preocupa, ya que podría ser el inicio de nuevos problemas. "La situación que sería ideal monitorear es si estos nuevos espacios a donde vayan las aves conllevarán a otros conflictos humano-fauna", advierte el biólogo.
Patrones que se repiten
Desde una perspectiva enfocada en la coexistencia, el ingeniero ambiental Julián Pérez Correa señala que las aves son especies inteligentes y resilientes que probablemente no abandonarán la zona de forma permanente. Argumenta que, una vez los árboles vuelvan a estar frondosos, las aves regresarán, principalmente porque la ciudad les ha proporcionado un ecosistema ideal: árboles para anidar, luces artificiales que las mantienen calientes y la cercanía al río Guayas como principal fuente de alimentación.
En lugar de enfocar el problema en la fauna, Pérez Correa propone implementar "soluciones basadas en la naturaleza". Sugiere, por ejemplo, la instalación de colectores debajo de los nidos para recoger las deposiciones y reutilizarlas como abono en las mismas obras municipales, convirtiendo el problema en un beneficio. Esta visión, recalca, es crucial en una ciudad que es un importante refugio de aves, albergando casi el 15% de todas las especies de garzas del mundo.
Lo ocurrido en Puerto Santa Ana no es un hecho aislado. La perspectiva de los expertos se alinea con la de otros especialistas que han analizado casos similares. Jaime Arellano, coordinador del programa Aves Urbanas de Guayaquil, ha señalado previamente que estas intervenciones drásticas "alteran un ciclo de reproducción de las especies".
Según Arellano, estos espacios verdes en la ciudad no son simples adornos, sino que funcionan como parte de un "corredor biológico que conecta todo el Salado, permitiendo a las aves y otra fauna moverse, descansar y alimentarse. La destrucción o alteración de uno de estos "refugios" tiene un efecto dominó en todo el pequeño ecosistema urbano.