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Joshua Degel.
Joshua Degel.Cortesía

Joshua Degel: "Me siento súper cómodo en mis zapatos"

Con 31 años en la fotografía, cuando rara vez se convierte en el protagonista de una imagen lo hace sin cuestionar a su colega

Casi nunca los fotógrafos son los protagonistas de una imagen, no están acostumbrados a posar. En esta ocasión el guayaquileño Joshua Degel (49), con una experiencia de 31 años en su oficio, deja por un momento su cámara para esta producción de EXPRESIONES. No se pone nervioso, no cuestiona ni da indicaciones a su colega y le permite trabajar con libertad.

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“Siento mucho respeto por esta profesión para caer en ello, a menos que sea algo muy evidente intervendría. A veces me intimida un poco estar frente a la cámara, he aprendido con el tiempo a asimilarlo”, comenta entre risas y mientras se mueve de un lugar hacia otro.

Joshua, quien vivió por largas temporadas en India y Tailandia, cuando toma su cámara siente que esta le da un súper poder. “Estar detrás otorga el poder de que lo que digas se hará. Te sientes como el director de la orquesta”.

La primera vez que hizo un curso de fotografía fue a los 13 años y empezó a trabajar a los 18. Ha hecho portadas para todas las revistas, con excepción de Caras.

A su casi medio siglo de vida, admite que está perdiendo el cabello y por ello se rapó la cabeza. Siempre trata de lucir diferente, “así que este no será un look permanente”, aclara.

Siente debilidad por los animales, ya sean gatos o perros. Tiene un refugio en su estudio, al norte de la ciudad. Antes tenía una gatera, pero cuando ocurrió la pandemia se le complicó trasladarse de su casa hasta allá. Entonces decidió dejarlos en libertad (en su lugar de trabajo) para que se muevan sin problemas, pero algunos se ‘emanciparon’ y se marcharon a vivir a otro lado. Llegó a tener 28 mascotas.

¿Pesan los 49 años?

Realmente he llegado a un punto de mi vida en el que me siento súper cómodo en mis zapatos. He llegado a la madurez (suelta una carcajada), por fin. No al equilibrio perfecto o exacto, pero los años me han dado las herramientas para sobrellevar lo que se vive en la actualidad.

¿Fotógrafo hasta las últimas consecuencias?

Yo creo que sí, siento que este será mi oficio hasta el último día de mi vida. Nunca ha sido un pasatiempo o profesión, lo llevo en mi ADN, en la sangre, en las venas. Mis motores nunca han sido el dinero ni la fama.

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Soy reconocido y he facturado muy bien. El oficio me ha dado muchos amigos, he viajado por el mundo, jamás seré ingrato. Mis ojos y mi cabeza trabajan sin necesidad de una cámara. Soy súper instintivo, adrenalínico y mandón, cuando capturo el momento exacto me siento sin aliento. No paro de fotografiar hasta que no siento aquello. A veces digo: ‘¡Qué buen fotógrafo que soy!’ (suelta una carcajada).

¿Quiénes son sus mejores protagonistas?

Soy un retratista nato, la gente se siente muy cómoda conmigo, se libera y suelta completamente. Me refiero a adolescentes y adultos. Con los niños no es tan fácil, porque están en otro nivel de vibración o entendimiento de su entorno, lo que quieren es divertirse. Tienes que captar ese momento. Nunca un niño dice: “¡Qué feo que salgo!”. La mejor foto es la que comunica algo, la que logra tocar una tecla sensible en las personas.

Lo que los famosillos quieren...

¿Qué tan complicado es trabajar con famosillos? Los egos y divismos salen a flote.

Aunque suene poco modesto, sienten tranquilidad de trabajar conmigo porque soy un profesional. Tienen claro que lucirán bien en las fotos y jamás se dará un exceso de confianza de mi parte. A todos les he cogido el golpe. No es que me llaman y al momento tomamos las gráficas. Existe una conversación previa para saber cuál es el concepto, buscar locaciones, vestuario...

¿Qué quieren en una foto algunos de ellos?

La Flaca Guerrero: Verse natural, sin ningún exceso.

Mariela Viteri: Que sea una foto espontánea.

Doménica Saporiti: Ella es muy dulce y profesional, nada que no la haga lucir natural.

Carolina Jaume: Le encanta arriesgarse, siempre busca algo diferente.

Roberto Manrique: Mucho concepto y dinamismo.

Érika Vélez: Mucha producción, glamour y se fija en el mínimo detalle. Es camaleónica.

Eduardo Andrade: Quiere verse guapo y simpático, un equilibrio exacto.

Usted hizo las últimas imágenes de la fallecida comunicadora Tania Tinoco, las cuales fueron utilizadas en su funeral. 

Cuando Tania se tomó esas imágenes, dijo que con la única persona que se atrevería a fotografiarse de esta manera era conmigo. Se refería a que confiaba en que la haría verse bien, siendo espontánea.

La vida sentimental de Joshua no es un misterio y no tiene reparos en contestar nuestras preguntas. Desde hace casi once años comparte con Juan José Reyes (42). “Nos va de maravilla. Trabaja en Corporación Noboa, directamente con el presidente de la República, Daniel Noboa, pero no tiene cargos políticos.

Joshua Degel.
Con su pareja, Juan José.Cortesía

Nos encontramos en un momento de nuestras vidas en el que hemos construido una linda relación. Estamos comprometidos, queremos casarnos. Por los problemas que atraviesa el país nos hemos detenido. Sentimos una gran madurez emocional. Ya no nos interesa la farra”, cuenta.

Cuando usted era un niño o adolescente, ser gay era un delito, algo mal visto, se vivía mucha discriminación.

Para mi época fue difícil. Tendría 10 o 15 años cuando empecé a darme cuenta de muchas situaciones. Pensaba en bajar las revoluciones, en verme varonil para no ser blanco del bullying y evitar que la gente se me ‘cargue’. Fue un proceso con altos y bajos. Traté de negarlo y encajar en los cánones que la sociedad en ese entonces me imponía. Ahora sin problemas un gay puede ser exitoso, se admira su trabajo.

En mis tiempos, lo más probable es que apareciera muerto. En algún momento pensé en casarme. Aquello habría sido un error para las dos partes; mejor solo, criando mis gatos. No hubiera sido justo para nadie. A partir de los 30 mandé todo al diablo.

Joshua Degel.
Su oficio le ha dado amigos, trabajo y viajes.Cortesía

¿De qué manera lo hizo?

Nunca he expuesto mi vida personal. Si la gente lo sabe, bien; si no, también. Yo me trepé en un bus distinto, mi generación fue otra. Cuando ya no escondí que era gay, me sentí realizado, más que libre, porque ahora no escondo nada con mis familiares y amigos, ni con nadie. Algo que me tocaba las teclas más sensibles era cuando me contrataban por mi trabajo, me preguntaba si la gente sabía que yo era gay.

Era un discurso de la percepción negativa que tenía en mi cabeza. Recuerdo en una ocasión que debía hacerle fotos a Jaime Nebot. No lo conocía en persona y me entró esa vaina de que alguien puede ponerme mala cara. Él me saludó normalmente y sin líos. Todo estaba en mi cabeza, era yo el que me estaba disparando en el pie. No tengo nada que esconder ni nada de qué alardear.

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¿Alguna vez quiso ser padre?

Yo he tenido una excelente sensibilidad con los niños, pero a partir de cierta edad la paciencia ha bajado algunos ‘decibeles’. En algún momento pensé en adoptar. Ya se me pasó el carro, estoy casi en los 50. Nunca me he visto como padre ni capacitado para serlo. Tal vez un buen padre de gatos y perros, nada más. Ellos nunca se han quejado (risas).

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