Rodolfo Páez, más conocido como “Fito” Páez es uno de los grandes exponentes del Rock Argentino que ha dado mucho que hablar estos últimos días. Es que la producción "El amor después del amor" toca un acontecimiento muy doloroso en la vida del icono musical. El asesinato de las abuelas de Fito Páez que ocurrió un 7 de noviembre de 1986 en la casona de Balcarce y Santa Fe de Rosario.

Un hecho que se perpetró cuando el cantante y compositor se encontraba de gira en Río de Janeiro, junto con Charly García y Fabiana Cantilo. Delia Zulema Ramírez de Páez, su abuela, y Josefa Páez, su tía abuela, de 76 y 80 años, fueron ultimadas de manera brutal.

El inmenso amor hacia sus abuelas marcó la vida de Fito, ya que las consideraba como 'madres'. Delia y Josefa se encargaron de su crianza junto con su padre Rodolfo quien había enviudado de Margarita Zulema Ávalos, madre de Fito, cuando el músico apenas tenía ocho meses de vida. Sus abuelas, que motivaron parte de la carrera musical, eran para él un sostén emocional, por lo cual la noticia devastó al artista. Tras ello, comenzó un episodio de depresión, alcohol y drogas que duro varios años, algo que está reflejado en parte de su obra musical "Ciudad de pobres corazones" y en la serie.

"Ciudad de pobres corazones" fue la canción compuesta e interpretada tras recibir la noticia del asesinato, perpetrado por un antiguo compañero de escuela y frustrado músico, Walter De Giusti. Acosado por los medios y preso de una terrible depresión, Páez se fue a Tahití junto con un amigo y asistente. Allí es donde compuso esta canción (cuya letra alude a la difícil situación personal que él estaba viviendo) y casi todos los temas del disco.

Quiénes fueron los asesinos de las abuelas de Fito

El hallazgo de unas joyas pertenecientes a la familia del reconocido músico Fito Páez condujo a la policía de Rosario hacia Walter De Giusti, un joven de 23 años que había compartido la escuela secundaria con el artista. En el allanamiento a su casa, los oficiales no encontraron solo las joyas, sino también un grabador que Páez le había regalado a su abuela.

De Giusti trabajaba como plomero y así habría ingresado a la residencia de los Páez para realizar algunos trabajos. Un mes después de haber matado a sus abuelas, ingresó a la policía de Rosario, y al momento de su detención era agente.

La reconstrucción posterior del hecho terminó que De Giusti había aprovechado la confianza que tenía con la familia del artista para entrar en la casa junto a su hermano menor. El confesó haber matado a otras dos mujeres antes de los crímenes en la calle Balcarce en la que también fue hallada muerta Fermina Godoy, la empleada doméstica de la familia Páez, que se encontraba embarazada.

Aunque el primer sospechoso fue el marido de Fermina, quien debió probar varias veces su inocencia. También se sembró una sospecha sobre el mismo Fito Páez tras una requisa del personal policial quien encontró en el cajón de una mesa de luz un paquete con marihuana, que si bien nunca quedó claro, una pista indicó que fue 'plantada' por los investigadores.

De Giusti fue declarado culpable y condenado a reclusión perpetua en la cárcel de Corona, mientras estaba preso, se confirmó su diagnóstico positivo de VIH. Ello le permitió continuar con el cumplimiento de la condena en la modalidad de prisión domiciliaria, aunque regresó al penal. Y en 1998, Walter De Giusti falleció en prisión.

“No puedo calificarlos. Son locos. Pero todos estamos locos. Yo tengo mis rollos y ellos los suyos. Los conocía desde hace muchos años, eran vecinos”, fue lo único que alguna vez dijo Fito Páez sobre los asesinos de sus “abuelas” una vez que se esclareció el triple crimen.

Este caso conmocionó a la sociedad de Rosario y terminó un gran debate sobre el sistema de justicia penal y las penas para los delitos más graves. La historia de Walter De Giusti sigue siendo recordada como uno de los crímenes más brutales de la historia de la ciudad.