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ESTADO DE FUNGA 1986
Estado de fuga 1986, la miniserie que Netflix estrenó coincidiendo con los 39 años de la masacre de Pozzetto.Cortesía

'Estado de Fuga 1986', la reconstrucción de una tragedia urbana

El nuevo éxito de Netflix, protagonizado por el actor Andrés Parra, retoma un atroz crimen que marcó a la ciudad de Bogotá

La noche del 4 de diciembre de 1986, Bogotá quedó suspendida en una escena que muchos aún recuerdan con nitidez. En el restaurante italiano Pozzetto, ubicado en el barrio Chapinero, un hombre se sentó a la mesa número 20, cerca de la barra, y pidió un plato de espagueti y varios vasos de vodka. Vestía gabardina oscura, saco y corbata. Cuando terminó de comer, sacó un arma y comenzó a disparar contra los comensales. En menos de media hora, 29 personas murieron, incluido el propio atacante. La masacre se convirtió en uno de los episodios más traumáticos de la historia urbana colombiana y dejó preguntas que, casi cuarenta años después, siguen abiertas.

Ese episodio es el punto de partida de Estado de fuga 1986, la miniserie que Netflix estrenó coincidiendo con los 39 años de la tragedia y que rápidamente se ha colocado en la lista de éxitos de la plataforma de streaming.

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Sin embargo, lejos de reconstruir el crimen como un relato policial o una cronología judicial, la serie propone una aproximación narrativa y psicológica que se pregunta por los días previos, los vínculos y las señales que rodearon al autor de la masacre: Campo Elías Delgado, quien en la miniserie toma el nombre de Jeremías Salgado, y sitúa el eje en la relación que establece con León, un joven estudiante de literatura que se convierte en su interlocutor cercano.

Una amistad espeluznante

La serie dialoga inevitablemente con Satanás, la novela publicada por Mario Mendoza en 2002, considerada una de las obras literarias más influyentes sobre la masacre de Pozzetto. Mendoza conoció al asesino en la vida real cuando ambos eran estudiantes universitarios y comenzó a escribir sobre él apenas un día después de la tragedia. “Yo enseguida, al día siguiente, el 5 de diciembre del 86, empiezo a tomar notas para un relato. No sé si es un cuento, una novela, pero empiezo y digo: ‘No puedo olvidar muchas cosas’”, ha recordado el escritor al explicar el origen del libro.

Pero desde ese día hasta su publicación pasaron quince años y en ese interim Mendoza no se limitó a retratar al asesino, sino que lo situó dentro de una ciudad marcada por el caos, la presión social y el aislamiento. “Me demoré mucho escribiéndola porque no sabía cómo se llamaba ese tipo de asesino. No era un asesino serial, no tenía un patrón fácil de determinar. Fue años después cuando empecé a entender su naturaleza”.

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De la novela, que obtuvo el Premio Biblioteca Breve, y su adaptación cinematográfica de 2007, la guionista Ana María Parra partió para ahondar en esta nueva mirada a la tragedia. “La pregunta en la serie no es quién matará, porque ya lo sabemos, sino por qué lo hizo. Lo planteamos un paso más allá con León cuando se pregunta ‘¿yo lo vi venir?, ¿yo pude evitarlo?, ¿yo soy cómplice?’ y a medida que avanza la serie se develan otros traumas, otros secretos. La historia es como una cebolla que va revelando nuevas capas y se desarrolla como un thriller”, ha dicho. Desde esa lógica, Estado de fuga 1986 se mueve en una frontera entre lo documentado y lo posible, sin proponerse como una versión definitiva de los hechos.

Narrar lo incomprensible

En Estado de fuga 1986, Mario Mendoza participa como productor ejecutivo y supervisor de guion, pero ha insistido en marcar distancia con su obra literaria. “La primera idea que teníamos clara era que no íbamos a hacer Satanás, porque ya la hicimos. Queríamos hacer una serie y tomar un hecho histórico para ficcionarlo hacia atrás”, explicó durante un panel en Bogotá. La serie, según sus creadores, no busca competir con la novela ni con la película, sino abrir otro espacio de interpretación.

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La obra explora la psicología del asesino y los motivos que llevaron a la masacre.Mauro González / Netflix

Uno de los elementos centrales que distingue a esta producción es su apuesta por explorar lo que no quedó registrado en los expedientes: las conversaciones, los silencios y las relaciones que pudieron haber existido antes de la masacre. “Buscamos abrir su mundo íntimo, construirlo, ponerlo a interactuar en sitios donde nunca lo habíamos visto”, explicó Ana María Parra. Esa decisión ha generado debates sobre las licencias narrativas de la serie, que introduce escenas y situaciones que no están documentadas históricamente.

Desde esa perspectiva, Estado de fuga 1986 no pretende cerrar el caso ni ofrecer respuestas concluyentes. Como lo ha planteado Mendoza, la intención es provocar una reflexión más amplia: “Que el espectador se haga la pregunta qué tiene que ver esto conmigo, qué hay dentro de mí y hacia dónde puedo ser arrastrado”. 

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