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Tras el éxito de su novela, esta fue adaptada en el mundo del cine e incluso tuvo un reconocimiento en los ÓscarCortesía

Cuando la pesadilla está en casa

La escritora irlandesa Claire Keegan publica ‘Tres luces’. La obra se lanzó en español tras su exitosa adaptación al cine

Claire Keegan nació, creció y aún reside en el condado de Wicklow, un lugar conocido popularmente como el Jardín de Irlanda, y que se encuentra en la zona rural del país europeo.

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Por su ventana aparece una tupida vegetación, coloridas flores y una sensación de paz que parece invadirlo todo. Sin embargo, bajo ese paisaje paradisiaco se oculta el horror, un horror que Keegan se ha especializado en narrar desde mediados de los años noventa.

Para el lector latinoamericano, no obstante, la literatura de Keegan era lejana, con pocas traducciones a su haber, hasta que la adaptación de su novela, ‘The quiet girl’, aterrizó en las salas de cine a nivel mundial y fue nominada como mejor película extranjera en los Óscar.

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Reeditada recientemente por el sello Eterna Cadencia y titulada como ‘Tres luces’, la breve novela de Keegan narra el horror de lo íntimo de manera desgarradora y sutil.

La obra empieza con la pequeña Cáit, una niña de 9 años en medio de una enorme familia que parece ignorarla -y a veces detestarla- por su actitud contemplativa.

Pero la imagen dura poco, porque Cáit está por viajar a donde los Kinsella, primos lejanos de su madre, que se harán cargo de ella mientras da a luz nuevamente.

Ese día, duerme intranquila, y la voz de Eibhlín no logra calmarla, sino desconcertarla.

“Vuelvo a la cama, más que medio asustada, y me duermo. En algún punto, más tarde en la noche -parece mucho más tarde- la mujer entra. Me quedo quieta y respiro como si no me hubiera despertado. Siento el hundimiento del colchón, su peso en la cama. Silenciosamente, se inclina sobre mí. ‘Dios te ayude, pequeña. Si fueras mía, nunca te habría dejado sola con extraños’”, le susurra.

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Los días pasan en la calma absoluta, mientras la pequeña se acerca a los dos adultos.

Y es quizá en esa construcción donde más dolor existe, porque la pequeña Cáit está continuamente a la espera de la violencia que vive en casa y que describe así:

“Y así pasan los días, me quedo esperando que pase algo, que la tranquilidad que siento termine -despertarme en una cama mojada, meter la pata, algún error garrafal, romper algo-, pero cada día se parece mucho al anterior”.

De tan solo noventa páginas, la novela es narrada a manera de comparaciones y recuerdos que recrea la voz infantil, y que no solo dejan claro el maltrato que existe en su vida, sino la inevitable realidad de que, a finales del verano, deberá volver allí.

Esta exploración, explica la autora, es “tan antigua como la humanidad misma”.

“Chéjov, Tolstoi, Hardy, Joyce, Elliot, han escrito muchísimo acerca de la soledad, la infancia y la pobreza. Yo no estoy haciendo nada nuevo, simplemente busco, con gran dificultad, voces frescas para eso que es tan viejo como la naturaleza humana”, dijo en una entrevista.

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Añade que, para construir sus personajes, se basa en lo que lee y en lo que ve a su alrededor.

“Escribo sobre cómo se siente vivir con un caudal de deseos y necesidades que nunca será totalmente satisfecho, eso genera problemas y muchas veces daño: mucha gente en Irlanda no está en condiciones de proteger a los suyos por el elevadísimo costo de vida”, dice.

Tras el renovado interés en su obra, la editorial también ha lanzado en español la novela más reciente de la autora, titulada ‘Cosas pequeñas como esas’. Esta narra desde una perspectiva masculina los abusos en los Asilos de las Magdalenas.