Ser recordados por sus buenas acciones es lo que la mayoría espera al final de su vida. Pero, ¿qué pasa si uno es juzgado únicamente por el peor error que cometió?

Eso es exactamente lo que le sucede a Alejandro Fajardo, Lisette Rezabala y Erika Vélez, los actores que dan vida a ‘Sin salida’, obra del cineasta Sebastián Cordero, que estrena su segunda temporada en la capital.

En esta adaptación de un clásico de la literatura francesa, los tres protagonistas arriban a una sala de espera donde deberán ver sus peores acciones a través del ojo del prójimo más cercano.

Es una dura labor aceptar lo que uno prefiere ocultar de sí mismo, como señaló Fajardo, quien retorna a escena para interpretar a un periodista, cuya lucha incansable contra la corrupción acabó de manera catastrófica. “Él quiso hacer algo bueno, en teoría, pero al final es un hombre bastante malo, que quiso acomodar su vida para no aceptar su realidad”.

Y así también lo define Cordero. “Puedes tener las mejores intenciones, pero son irrelevantes frente a las acciones que tomas y eso define quién eres, así sea una equivocación monumental”, reflexionó.

La obra, que se lleva a cabo en una única escena, con los diálogos e interacciones entre personajes, tendrá doce funciones a partir del próximo viernes 9 de junio.

Estas serán a las 19:30 los viernes y sábados y a las 16:30 los domingos.

“Quito y Guayaquil son ciudades muy diferentes entre sí. Los domingos, los quiteños solo salimos de casa en la tarde, no en la noche". 

EL CINEASTA QUE HALLÓ UN LUGAR EN LAS TABLAS 

En 2016, Cordero filmó ‘Sin muertos no hay carnaval’. Desde entonces ha incursionado en otros proyectos, principalmente teatrales.

El más conocido es ‘Rabia’, una adaptación inmersiva de su filme de 2009, que narra la vida de una familia española, su asistente del hogar y la pareja de esta.

La obra se montó en Guayaquil en la Casa Cino Fabiani y en Quito, en el museo Muñoz Mariño.

La respuesta a ambas temporadas fue un éxito con salas llenas durante sus presentaciones.

Ahora, con ‘Sin salida’, Cordero formaliza su participación en la escena teatral nacional. “El teatro me aporta mucho, me da un sitio donde crear saliéndome de muchos moldes”, aseguró.

LA SABIDURÍA DE SARTRE, ADAPTADA

Sebastián Cordero se enfrentó al filósofo Jean Paul Sartre por primera vez en los años 80, mientras cursaba el colegio en Francia. ‘A puerta cerrada’ (Huis clos) lo fascinó. “Era impresionante pensar en la idea de un infierno que no incluyera las pailas de las que nos hablaban nuestras abuelas, sino que surgiera de nosotros mismos, de los otros”, explicó.

Cuando en 2021 decidió montar el clásico literario, lo volvió a leer y halló ciertos cambios que debían responder a la modernidad.

“Había partes que se sentían antiguas, y debía hallar una manera de que fueran más universales y más a tono con el público. Una de ellas fue la revisión de las vidas de los seres queridos de los protagonistas, que en otras adaptaciones se hace a modo de flashes o de pausas en la escena”, dijo.

En el caso de ‘Sin salida’, esta se realiza a través de la pantalla de los celulares de cada uno de los personajes. Estos no están conectados a nada, ni siquiera pueden tomar fotos con ellos, lo único que pueden hacer es observar las consecuencias de sus actos en vivo y en directo y en HD.

“Siento que esa debe ser la peor forma de tortura en el infierno, no los castigos corporales o los que nos contaban de niños. Cometer un error imperdonable, y luego morir y tener que ver cómo tu error impactó a la gente que amas o cómo eres recordado por esa terrible equivocación”, dijo.

Añadió que esta característica fue también la más difícil de montar en escena, pues la obra sucede en una única escenografía y depende completamente de los personajes para poder mantener la tensión dramática.

Este trepidante aumento de emociones se incrementa en el Teatro Prometeo, donde un escenario circular impide que los actores puedan salir de escena.

“Cuando Arnaldo Gálvez (el productor) y yo hablamos sobre llevar ‘Sin salida’ a Quito, sabía que tenía que ser en el Prometeo porque ahí, literalmente, las paredes son la audiencia, los otros. No hay dónde esconderse, y eso implica que los actores no tienen un descanso durante toda la obra”, estableció.

Pero para Cordero, montar la obra en la capital, su ciudad natal, implica sus propios retos. “Acá no es un público desconocido el que mide los resultados, sino también tu familia, tus amigos. Puede ser intimidante”, aseguró.