Cultura

El oficio tabacalero artesanal toma fuerza en Guayaquil

Pequeños emprendimientos se desarrollan al norte y sur de la ciudad.

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Torceduras. Elaborar los puros es un arte en las manos de Carlos Quinde, quien es un torcedor de hojas.archivo / EXPRESO

Los trabajadores de antiguas empresas tabacaleras que cerraron sus puertas tras la dolarización, hoy conforman pequeños negocios en el norte y sur de la urbe porteña.

Atiliano Castellano, un hondureño residente en Guayaquil, y el artesano local Eduardo Jurado, ambos con la visión de emprender en la elaboración de tabaco, formaron la Real Fábrica de Cigarros La Clemencia.

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Elaborar. Una de las formas de elaborar el cigarro en el campo es ‘de piernas.archivo / EXPRESO

El extranjero laboró en conocidas empresas tabacaleras exportadoras, que quebraron tras décadas de buena participación en el mercado internacional. Luego contrajo nupcias con una guayaquileña y se quedó ejerciendo actividades en el área de ventas de consumo masivo.

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En una casa con un espacio de entre 60 y 70 metros cuadrados, en el sector El Fortín, realizan la producción y almacenamiento de tabaco. No exportan su producto todavía, sin embargo han logrado que se conozca a nivel nacional.

En Urdesa, barrio tradicional de la ciudad, está ubicada la vivienda de Jurado, quien ha acondicionado allí un espacio de reempaque y secado del tabaco, y almacenamiento de cigarros ya elaborados, listos para distribuirlos a nivel nacional. Envían el producto terminado a Galápagos, Quito y Cuenca. En Guayaquil se comercializan en hoteles, ubicados en el centro de la ciudad, así como tiendas y centros comerciales; uno de ellos es el Mercado Artesanal de Guayaquil.

Los artesanos tienen un nivel de venta de aproximadamente tres mil unidades mensuales.

Según el artesano, ha tenido la oportunidad de exportar, pero al indicar los precios a los interesados, el negocio “queda en nada”. Ese es el problema que enfrentan quienes producen pensando solo en exportar, siendo el motivo del declive de las empresas grandes. “Yo me mantengo porque tengo mercado nacional”, indicó Coello

Los cigarros son elaborados bajo sus propias marcas. Consideran que esta se denomina de acuerdo con el origen. Es por eso que Jurado ha creado la marca ‘Guayacos’, pues es elaborada en la ciudad.

En el Puerto Principal existen artesanos dedicados al oficio, tanto heredado de sus antecesores, como aprendido en fábricas que cerraron sus puertas tras la dolarización. Son pequeños microempresarios que se mantienen distribuyendo su producto a nivel nacional.

Franklin Coello es otro artesano que emprendió en el negocio. En su vivienda, ubicada en José de Antepara 4910 y Francisco Segura, al sur de la ciudad, elabora cigarros artesanalmente con calidad de exportación. Comercializa su producto en el aeropuerto y en varias tiendas de centros comerciales de Guayaquil y Quito. “El puro es hecho solamente con hojas completas y el cigarro se hace de los excedentes; se pican y se enrollan las hojas del mismo tabaco, es decir que son tabacos de picaduras”, explicó Coello mientras envolvía el tabaco.

Elabora tres calidades de cigarros, los que divide en sus respectivas marcas: Equinoccial (fuerte), Libertador (suave) y Rumiñahui (fuerte), que a su vez se clasifican por su ligereza y aroma en suaves, medios y fuertes. Cada uno de estos productos son requeridos por los respectivos segmentos de fumadores. Las marcas tienen una reseña histórica, y una de ellas representa a un líder indígena.

Una semilla les provee la calidad

Los artesanos coinciden en que para conseguir un producto de mejor calidad trabajan con la semilla Habana 2000, considerada como una de las mejores para este proceso. Según Franklin Coello, luego de adquirir las hojas las somete a un proceso de fermentación, para poder eliminar el mayor porcentaje de alquitrán y nicotina que contienen las hojas, en un tiempo de dos a tres meses de fermentación. “En invierno es más complicado elaborar tabacos, pues por la humedad del ambiente se demoran más tiempo en el secado. Se debe tener un cierto grado de humedad, pero no demasiada, porque el peso aumentaría y una vez terminado no tendría la consistencia adecuada”, precisó el artesano