Cultura

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Previas. Jorge Luis Prats aparece concentrado, rodeado por cerca de 200 músicos en un ensayo.Amelia Andrade / Expreso

Jorge Luis Prats: El músico cubano de los templos occidentales

Ha recorrido el mundo como el pianista más importante de Cuba. Llegó de paso por Guayaquil como invitado especial de concierto en el Sánchez Aguilar

Mientras cerca de 200 músicos de las dos orquestas más importantes de Guayaquil se sujetaban rigurosamente a lo que aparecía marcado en las partituras frente a sus ojos, Jorge Luis Prats apenas se dejaba guiar por la memoria. Sus dedos recorrían las 88 teclas de su piano como si allí estuviera marcada una ruta determinada. “A la música hay que librarla de dificultad”, suele decir. También que “los músculos tienen memoria, hay que entrenar o sino no se acuerdan”, pregona.

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Reconoce que es la primera vez que llega a Guayaquil, pero la ciudad le inquietó cuando arribó al país para una presentación en Quito, en octubre de 2018. “Sabía de que acá habían dos orquestas muy importantes y que en esta ciudad están músicos cubanos con los que hemos tocado en La Habana y con los que esta vez me he vuelto a reencontrar”, le comentó a EXPRESO en uno de los ensayos generales unos días antes de su presentación como músico invitado al concierto que unió por primera vez a las orquestas Sinfónica y Filarmónica de Guayaquil sobre el escenario del Teatro Sánchez Aguilar, la noche del viernes 21 de abril de 2023.

Reconoce que llegó al mundo con una ventaja: “Nací en una familia llena de músicos”. Eso sí, bien alejado de los Mozart, Bach, Schubert, Brahms, Chopin o los Beethoven, y demasiado cercano al bolero y los sones cubanos. “Mi abuelo paterno tocaba el saxo y la flauta. Mi tío era un gran flautista. Todos los hermanos de mi abuelo eran músicos también, algunos muy reconocidos, las canciones de uno de ellos, Jaime Prats, son como himnos en Cuba todavía. Fundó y dirigió la Cuban Jazz Band, primera orquesta de este tipo con integrantes cubanos”.

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Al fondo, entre los músicos, aparece Jorge Luis Prats, empeñado en dejar que cumplir uno de sus objetivos: liberal la música.Amelia Andrade / Expreso

Sin embargo, es pianista y ubicado entre los pianistas latinoamericanos más reconocidos del mundo. Como parte de su historia se menciona que tras estudiar en La Habana, consiguió una beca Chaikovski para proseguir su formación en Moscú junto a Rudolf Kehrer. Ganó en 1977 el Premio Marguerite Long-Jacques Thibaud, la prestigiosa competición parisiense, el mismo año en que participaban, entre otros, Ivo Pogorelich. Se formó también en Viena y desde los setenta ha labrado una prestigiosa carrera en Europa, América y Asia.

  • Un referente. Considerado un maestro en grandes conservatorios a nivel internacional, Jorge Luis Prats se ha ganado el prestigio como un referente del piano actual.
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Y, sin embargo, “podría haber tocado el piano, pero podría no haber tocar el piano porque me encanta el chelo, me encanta el oboe. O sea, hubiera podido tocar cualquier instrumento, pero bueno, lo que tuve fue el piano”.

En todo caso su vinculación con las teclas se dio, según dice, por medio de la iglesia.

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“Tocaba el órgano desde que tenía siete años. En la catedral episcopal interpretaba corales de Bach, música inglesa”. Pero también dice que se daba tiempo para otros ritmos. “Al final de la semana con los muchachos teníamos una bandita, tocábamos a The Beatles, que estaban prohibidos en Cuba, pero de los que teníamos un disco”.

Eso hasta que a los 19 años se dio el concurso Marguerite Long-Jacques, en París (Francia), el cual lo ganó. Luego de eso se ganó todos los concursos que se le pusieron en el camino. Estudió en Moscú, Francia y Austria. Ha recorrido casi todo el planeta y se considera un cubano de cepa, que no cuestiona ni tampoco defiende la Revolución, porque dice que él es músico y que ama a Cuba, que es donde vive y tiene la colección de pianos que le han ido regalando, es el músico, el cubano de los más grandes templos occidentales. Eso y un poco más es Jorge Luis Prats.

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DESDE CUBA A PARÍS O PIONYANG

Los orígenes de Jorge Luis Prats son humildes. Nació en Camagüey, fue prohijado de Alejo Carpentier, el autor de ‘El siglo de las luces’, a quien conoció cuando el escritor cumplía funciones diplomáticas en París. Escuchó consejos de Arturo Rubinstein. Así como lideró conciertos en París o Viena viajó hasta Pionyang para tocar por 18 días seguidos en el cumpleaños número 70 del entonces presidente de Corea del Norte, Kim il-sung, acompañado de una orquesta de 200 músicos y un coro de 500 voces. “Eso fue monumental. Más allá del fin político, porque no hay que negarlo que lo tuvo, estar ahí, sobre todo por haber ido a un lugar donde casi nadie va o casi nadie puede ir, porque es un país muy cerrado”. De esa experiencia, Prats recuerda que Kim il-sung fue todos los días y se sentó en la platea, sin nadie alrededor. “Era una especie de dios”.