Cultura

Andrea Mejía
Autora. La escritora colombiana Andrea Mejía.Cortesía

La brutalidad de los detalles y los sueños

El entorno, lo animal y lo onírico pueblan la narrativa de Andrea Mejía. Con un estilo particular, ofrece un realismo mágico

“Los perros, de manera muy intuitiva y espontánea, aparecieron en lo que escribo”, cuenta la escritora colombiana Andrea Mejía. Al otro lado de la pantalla, en una casa cercana al bosque altoandino (al sur de Bogotá), Selva ladra en su regazo y deja ver una raya de pelaje blanco entre sus ojos negros.

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Su primera novela, La Carretera será un final terrible (Tusquets editores, 2020), se inicia con el relato de un sueño en que la perrita de Ana Martínez, la protagonista, entra a su habitación, aunque las puertas están cerradas.

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Abril está fuera de casa. Pero irrumpe en el sueño de Ana acompañada de figuras. “Una de ellas era una mancha blanca alargada, un cuerpo borroso y deforme”, dice la narradora; “no tenía rostro, solo dos grandes cuencas vacías por las que se asomaba una oscuridad marrón. La figura estaba sentada en la cama y me oprimía el pecho, con palabras, o con las manos aunque tampoco tenía manos”.

Ese tono de certezas aparentes en medio del bosque rodeado de montañas mutará a uno particular para describir la ciudad cuando Ana decida visitar a su hija, Raquel. Y a su hermana Julia, que se está quedando ciega. “Abril es una perrita que realmente existe en mi vida, está por ahí solo que no vivo con ella”, relata Mejía; “me acompañó durante mucho tiempo en una soledad parecida a la que Ana vive”.

En su segunda novela, Antes de que el mar cierre los caminos (Tusquets, 2022), Marrón sacude las orejas sin abrir los ojos frente a Pablo e Irene, los protagonistas, una pareja que irá del altiplano a la costa luego de la terrible pérdida de Gabriel, hijo de él. Quieta, otra perra, chilla y les lame los pies. “También hay un perrito por ahí que inspiró marrón, uno de carne y hueso”, reitera la autora, que se doctoró en Filosofía en la Universidad de Colombia.

En el arte en general las cosas que te chocan y te hablan y te acompañan durante un buen rato vienen de la intuición. Nada de lo que depende de la voluntad racional y consciente para mí tiene valor creativo.

Andrea Mejía

Escritora

“Cuando todo parece agotado en la realidad en la que vivimos, que a veces es súper estrecha, convencional y estereotipada, de repente los sueños son un alimento verdadero”, sostiene Mejía, que participará en la Feria Internacional del Libro de Quito, el sábado 11 y domingo 12 de junio.

“Mi segundo libro de cuentos en particular, Quietud (La Navaja suiza, 2022), tiene muchas cosas traídas del mundo de los sueños, por eso puedo confiar en ellos plenamente. Siempre que estoy en una especie de sin salida-creativa aparecen para renovarme y vivificarme (...) La filosofía también puede entenderse como un contacto muy desnudo con la realidad, desde el asombro y desde la gratitud. Ese afán por conocer y por estar de alguna manera muy atento al misterio es nutritivo para la literatura. No estamos partidos entre disciplinas, la vida es una, está en lo que pensamos, soñamos y escribimos”.

Andrea Mejía describe su primer libro de cuentos, La Naturaleza seguía propagándose en la oscuridad (Tusquets, 2018), como naturalista, “de alguna manera realista” porque de lo cotidiano puede desprenderse el extrañamiento. “Pronto me di cuenta de que el realismo se agota”, explica, “hay otras formas más vitales de relacionarse con la realidad, pero el realismo mágico, un término que está tan agotado, tiene cierta profusión sobrenatural, que está presente en (Gabriel) García Márquez”.

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En septiembre, se publicará La Sed se va con el río. La novela estará “completamente permeada por el realismo mágico”, anuncia la autora. “En Colombia tenemos una especie de herencia ya recibida, ya procesada y ya desechada; pero resulta que a lo mejor apenas estemos empezando a tener la distancia necesaria para recibirla”.

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