
‘El Conejo de Schrödinger’ indaga en lo que pasa después de cumplir los sueños
La nueva obra de GatoRelato/ Escena transforma una odisea espacial en un viaje íntimo. Se estrena en Quito
La escena se abre con un astronauta, solo y abandonado en la inmensidad del espacio. Rodeado de cajas de cartón, estrellas brillantes y silencio, su cuerpo se desplaza entre la rutina y el recuerdo. En medio de esa soledad aparece Harvey, un conejo gigante y negro que lo acompaña, lo cuestiona, lo invita a jugar. Lo que parece una misión lunar se transforma en una exploración íntima de los sueños, los anhelos y las preguntas que surgen cuando se alcanza aquello que parecía imposible.
Así comienza El Conejo de Schrödinger, la nueva obra de la compañía teatral GatoRelato/Escena, que se estrena el próximo viernes 25 de julio en la capital.
“El astronauta está solo por muchos, muchos años”, cuenta Nadinka Flores, directora de la obra junto a Pedro Sánchez Montoya. “En su soledad genera o recuerda a este otro personaje, esta sombra en forma de conejo. Es como el amigo imaginario que todos tuvimos de niños y que algún día olvidamos. No es que muera, simplemente lo dejamos de ver”.
La obra, construida desde la improvisación y el juego con el inconsciente, parte de una imagen poética: una sombra que observa mientras uno duerme, pero con forma de conejo. A partir de esa imagen, el equipo creativo convocó a los actores César Santos y Omar Bonilla, y comenzó a explorar. “Fuimos improvisando a ver qué pasaba, qué salía, y eventualmente caímos en que estábamos jugando con los sueños. Los sueños como anhelos, como propósito de vida, pero también los sueños oníricos, los que tenemos al dormir”, explica Flores.
Pedro Sánchez Montoya agrega que, a medida que avanzaban en el trabajo de improvisación y en la exploración del concepto de los sueños -tanto los oníricos como los tangibles-, la historia del astronauta comenzó a revelarse como una metáfora del sueño cumplido y sus consecuencias.
“Cumplí mi gran sueño... ¿y eso qué significa? ¿Cómo me transformó el haberlo cumplido?”, se pregunta. “Por ahí se ve a un astronauta muy rutinario, como traído a lo terrenal. Es como cualquier trabajo: te subes a algún transporte, llegas a la oficina, prendes la computadora, trabajas, vuelves a casa, ves la tele. Hay una intención de aterrizar estos sueños locos en una cotidianidad”.
Una estación lunar de cartón
La escenografía de El Conejo de Schrödinger está construida con cajas de cartón que conservan su forma original. “No las rompimos ni las transformamos completamente”, explica Flores. “Están dispuestas de tal manera que parecen, al mismo tiempo, una casita y una estación espacial. Es como si un niño la hubiera construido sin tener muy claro cómo debería ser una estación lunar”.
La elección del cartón no es casual. “Los sueños se hacen a mano. Uno los construye, no están dados. Así que el personaje se construye su propia casita de cartón”, añade Sánchez Montoya. Esta decisión conecta también con el título de la obra, inspirado en el experimento del gato de Schrödinger: “Los sueños están en esa caja. ¿Se cumplieron?, ¿siguen vivos?, ¿murieron?, ¿existen o no existen?”
El Conejo de Schrödinger se estrenará el viernes 25 de julio a las 19:00 en la Sala de Artes Escénicas Mariana de Jesús, ubicada en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.
La primera temporada de la obra tendrá otras dos funciones el sábado 26 de julio a las 19:00, y el domingo 27 de julio a las 17:00. El costo de ingreso es de $ 15 para público general y $ 8 para estudiantes.
Aunque esta es la primera temporada, el equipo asegura que buscará que la obra tenga vida más allá de estas funciones iniciales. “El trabajo en las obras es muy largo. Hemos ensayado durante mucho tiempo, escrito, pensado, construido la escenografía, los vestuarios... Entonces, el plan no es que se quede ahí”, señala Pedro Sánchez Montoya. “La idea es postularla a festivales y hacer nuevas temporadas en otros espacios”, afirma.
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