
Arcilla y cacao: La terapia ecuatoriana que une arte, ciencia y tradición
Cristina Fiallos (artista plástica) y Cristina Bajaña (especialista en medicina del sonido), son las creadoras del proyecto
Cristina Fiallos y Cristina Bajaña son dos mujeres que no solo tienen en común su nombre, sino que al hablar y entender sus inquietudes y forma de ver la vida, uno puede percibir que son como un Yin Yang. Se complementan, e incluso, al contestar tiene la respuesta exacta entre cada una. La artista plástica y la especialista en medicina del sonido han unido sus pasiones en un proyecto que busca fusionar el arte, el bienestar y la comunidad.
La primera edición de ‘Arcilla y cacao’ sucedió el domingo 18 de mayo en Entre Ríos pero próximamente esperan llevarlo a otras ciudades y espacios, y conectar aún más con la naturaleza.
Sus creadoras ponen por delante tres verbos: pausar, conectar y crear. Acciones que se exaltan a través de los cinco sentidos. “Crear este taller nos ha permitido darnos cuenta de que estamos en sintonía y que somos más parecidas de lo que realmente nos imaginamos”, cuenta Bajaña.
Ambas se dicen Cristi, y en este juego de palabras también está presente la sonoridad que es clave para esta terapia que está basada en el creatividad y paciencia de la arcilla, la meditación y relajación de la inmersión sonora, y el sabor y aroma del cacao 100 % puro.
Sin embargo, ambas mujeres admiten que tener estas habilidades para la meditación y la relajación no significa que el ajetreo de la vida en la ciudad no les afecte. “Que estemos haciendo este taller no significa que vivimos en absoluta calma, pero seguimos viviendo en ese caos de ser madre, de estar al frente de nuestro proyectos”.

Lo ancestral, el arte y la ciencia
“El sonido, el barro y el cacao ha sido parte de la nuestra historia desde el día uno”, es la premisa que sueltan las dos artistas. Quienes además confirman que tras sus estudios y comprobaciones científicas desarrollaron esta unión de técnicas que han aprendido en Alemania y Estados Unidos. “Al principio, la duda era ‘cómo mezclamos esto’. Pero nos dimos cuenta que el barro es la raíz, presencia; el sonido es lo que moviliza y ayuda a calmar la mente que produce la creatividad. Y el cacao es el abrazo al alma. Es una forma de reprogramar nuestras memorias ancestrales”.
“Esto es ciencia, no es magia. Estas experiencias son diseñadas junto con psicólogos”. La experiencia consiste en la sacar la creatividad de cada persona por medio de la cerámica, para hacer un objeto utilitario, como una taza o cuenco. Creando así la conexión con lo física y la paciencia hasta conseguir el resultado deseado. Luego es la cata del cacao puro, para resaltar las memorias y calmar el alma y finalmente, meditar junto a los sonidos provenientes de los cuencos de cristal de cuarzo. “Vivimos esto desde lo ancestral, la ciencia y el arte”,

Reconectar con el origen
Otro de los aspectos que ambas querían rescatar era la necesidad de reconectar con sus raíces. En ese proceso, se dieron cuenta de que cada una admiraba profundamente ese vínculo en la otra. Las Cristi, protagonistas de esta historia, han construido su camino profesional desde el arte que honra y representa a la mujer autóctona de las distintas etnias del país, así como a través del reconocimiento del cacao como medicina ancestral en nuestra cultura.
“Cuando estudié medicina del sonido en Alemania, las personas estaban maravilladas con las propiedades del cacao. Para mí, en ese entonces, era algo ajeno, a pesar de que se produce aquí. En mi ignorancia, no lo valoraba. Luego comprendí que estamos muy desconectados de nuestras raíces, que hemos perdido nuestra identidad”, reflexiona Bajaña.
Fiallos, por su parte, encuentra en la identidad una herramienta clave para conectar con la creatividad, ya sea a través de la arcilla o la pintura. “Un artista siempre quiere saber quién es, qué elementos lo constituyen. Por eso tuve que reconectar con mis raíces para poder expresarme. Trabajar juntas ha sido enriquecedor porque también nos ha permitido aplicar este proceso a nuestras propias vidas”, afirma la ceramista.
Ambas coinciden en que esta forma de terapia no está dirigida únicamente a artistas expertos ni a personas dedicadas a la meditación, sino a cualquier persona que busque herramientas para el día a día, con las que pueda detenerse y respirar. “La rutina puede ser abrumadora y no te deja fluir. Estos espacios están pensados para encontrar algo real y motivador”, concluyen.
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