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Los pacientes tendrán seguimiento para no recaer en el uso de estupefacientes.Christian Vinueza

Un servicio de seguimiento surge para quienes buscan no recaer en adicciones

El Instituto de Neurociencias reactiva su Unidad de Conductas Adictivas a todos los ciudadanos. Pacientes relatan sus experiencias dolorosas 

Las consecuencias de las adicciones de las drogas resultan fatales para quienes las consumen. Hay casos en los que abandonan su presente, con trabajos o familias, por un futuro incierto deambulando por un sendero podrido. Pues aquellos que han hecho uso de estos estupefacientes relatan que han hecho cosas de las que se arrepienten, pues las cicatrices de sus acciones no solo son mentales, también físicas.

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En el caso de varias pacientes, para satisfacer su necesidad de seguir consumiendo no solo optaron por robar a ciudadanos, incluso vendieron sus cuerpos con tal de conseguir unos cuantos dólares para aliviar su necesidad de más drogas. Un escenario desalentador, pero que también puede ser reversible.

En esta ocasión, el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia abre no solo a sus pacientes, sino a los ciudadanos de clínicas externas, la oportunidad de dar seguimiento a la rehabilitación de las personas que buscan escapar de su adicción, por medio de la Unidad de Conductas Adictivas, el cual será financiado por la Junta, no por los usuarios del centro.

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Este departamento inició operaciones en 2014, pero en 2020 debido a la pandemia frenó la atención, hasta este 6 de marzo, que ofrecerá de nuevo sus servicios de lunes a viernes, de 16:00 a 20:00.

El programa consiste en brindar asistencia por seis meses, donde se trabajará el concepto de autoayuda y ayuda mutua, y además incluirá la psicoterapia familiar para trabajar con el entorno integral del paciente, que a decir de la doctora Diana Murillo, responsable de esta unidad, comenta que "dependiendo del ambiente, los pacientes pueden recaer en estas actitudes dañinas".

Pues para pacientes como Sara y Daniela, de 31 y 25 años respectivamente, quienes pidieron no ser identificadas, comenzaron desde jóvenes con el uso de drogas para 'aliviar' sus problemas personales.

Pues pese a la diferencia de edad y diferencia de situaciones, ambas recorrieron por el mismo resultado, quedaron en la indigencia y usaron sus cuerpos para pagar sus gastos en estupefacientes.

Para Daniela, su vida ha sido complicada, empezando por el hecho que fue madre a los 16 de dos niños. La depresión y problemas interpersonales durante su compromiso que escalaron a violencia física, la atrajeron a usar drogas, las cuales en un año cambiaron toda su vida para mal, había pasado de vivir con sus pequeños o vivir entre la calle.

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"A los 17 ya vendía mi cuerpo, me sentía horrible de lo que hacía, pero seguía porque necesitaba dinero para seguir comprando. Ahora a mis 25 tengo más de un año limpia, y no quiero, me rehúso a recaer en las mismas conductas que me llevaron a ese camino", dice en medio de lágrimas, al recordar aquellas memorias que desearía olvidar.

En el caso de Sara, ella comenzó a los 17 con el alcohol debido a la depresión que sentía y problemas con su familia que tenía, poco a poco esta adicción la llevó a probar más sustancias como la marihuana, y luego terminó en la cocaína.

“Todo esto me llevó a la calle, salí de mi casa, y de inmediato comencé a robar. Al no tener un hogar no tenía un refugio, un lugar seguro, y vivía con más adictos quienes incluso llegaron a abusar de mí físicamente mientras estaba dopada”, relata.

Actualmente Sara lleva 9 meses sin usar algún tipo de drogas, detalla que el camino fue complicado al inicio, pero ahora con la ayuda de las terapias y seguimiento de la institución ha podido mejorar.

Pese al avance de ambas pacientes, ninguna ha tenido el apoyo de su familia, y siguen sin ver a los seres queridos que dejaron atrás. “No he vuelto a ver a mis pequeños, es un dolor horrible, y me arrepiento cada día el no estar con ellos”, comenta Daniela.

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