El toque de queda no importó. Decenas de personas colmaron restaurantes y bares la noche del pasado sábado para observar la pelea de Marlon ‘Chito’ Vera, que luchaba por el título mundial de UFC en peso gallo.

El evento deportivo generó una gran atención por parte de la ciudadanía. Por ello, muchos se volcaron hacia establecimientos con familiares o amigos y permanecieron allí hasta pasadas la 01:20, cuando culminó el combate del luchador ecuatoriano en Miami.

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Las restricciones de movilidad que rigen en Guayaquil desde la medianoche hasta las 05:00 no fueron impedimento para que las personas se mantengan hasta la madrugada en estos espacios de recreación que, incluso, no recibieron llamados de atención por parte de militares o policías, que cedieron ante este acontecimiento.

Ante el escenario descrito, administradores de establecimientos e integrantes de gremios comentan a EXPRESO que las autoridades deben replantear la ratificación de la semaforización en Guayaquil.

La plaza gastronómica Sports Garden, ubicada en la avenida Carlos Julio Arosemena, lucía con aforo completo esa noche. Con camisetas de la selección o utilizando máscaras de Chito, los usuarios esperaron por la pelea varias horas. En ese espacio, tras el partido de fútbol entre Independiente del Valle y Barcelona, hubo un set musical hasta que comience el combate.

Walter Jácome, administrador del sitio, manifestó que el evento del sábado alivió en parte las dramáticas semanas que ha vivido el sector, tras los hechos terroristas del 9 de enero pasado.

“Han sido meses muy difíciles. En enero vendimos el 15 % de lo que se vendió en diciembre. Apenas pude cubrir los sueldos de las personas y pagar los servicios básicos. Ahora estamos pagando poco a poco a los proveedores, las deudas adquiridas en los meses que estábamos más apretados”, dijo.

Que las autoridades sean más flexibles con el horario del toque de queda, sugirió Jácome. O en su defecto, zonificar las restricciones de movilidad en la urbe, con el objetivo de impulsar las actividades de bares y restaurantes. “Nosotros sí necesitamos que se flexibilice porque es una industria que ha recibido palo año tras año. Desde las protestas del 2019 no ha habido un año que uno diga ‘estoy tranquilo’, y de nosotros dependen muchas familias”, expresó Jácome.

Carolina Mendoza labora en un restaurante ubicado en la avenida Víctor Emilio Estrada, en Urdesa. En los últimos cuatro años ha trabajado en tres establecimientos, uno de ellos en una plaza de La Puntilla.

“Hay locales que sobreviven, pero no se sabe hasta cuándo van a poder trabajar. Se sabía que ahora en el invierno podía haber ventas bajas, porque decían que venía el fenómeno de El Niño, pero en cambio fue por la delincuencia. El toque de queda nos está complicando mucho y va a terminar de matar más negocios”, dijo Mendoza.

Ernesto Vásquez, vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Centros Nocturnos del Guayas, se mostró preocupado por la situación de varios negocios en Guayaquil.

“Muchos locales (en la urbe porteña) ya se están arriesgando con sus últimos recursos para sobrevivir, muchos están por quebrar”, manifestó.

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Sostuvo que arrancaron este 2024 con una reducción del 50 % en sus ventas en comparación al año anterior. “Nosotros no nos oponemos a nada de lo que está haciendo el presidente (Daniel Noboa), pero lo que sí solicitamos es que además de la seguridad, es importante el derecho al trabajo, la economía para las familias. Nosotros generamos empleo”, añadió Vásquez.

Por ello, integrantes de la asociación a la que representa realizarán una marcha pacífica este viernes 15 de marzo a las 11:00, para solicitar al Gobierno central el cambio de semaforización de rojo a amarillo en Guayaquil.

La manifestación se iniciará en el parque Centenario, ubicado en 9 de Octubre y Lorenzo de Garaycoa, y llegará al edificio de la Gobernación del Guayas, en Aguirre y Malecón.

Jácome y Mendoza concuerdan en que el último fin de semana quedó demostrada la respuesta de los ciudadanos ante eventos de esparcimiento en lugares públicos seguros.

También hacen falta proyectos municipales que incentiven el uso de espacios y ayuden a reactivar el sector gastronómico, que trata de sobrevivir.

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